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¿En qué consiste la dieta flexitariana?

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La dieta flexitariana o el flexitarianismo es un estilo de vida que está conformado por una alimentación combinada de vegetales, en su mayoría, junto con un consumo ocasional de carne.

 

La palabra ‘flexitarianismo’ se forma como resultado de la conjunción entre ‘flexible’ y ‘vegetarianismo’. Por lo tanto, a las personas que consumen estas dietas se les conoce como flexitarianas, y la gran mayoría de quienes adoptan este estilo de vida lo hace como el primer paso de una transición hacia una dieta vegetariana completa, reduciendo gradualmente su consumo de carne. Ingieren, principalmente, alimentos de origen vegetal, pero, también, incluyen algunos pescados, mariscos y aves, de vez en cuando.

 

Diferencias con el vegetarianismo y veganismo

Dado que la dieta flexitariana no prohíbe ningún alimento en particular, sino que, más bien, promueve la diversidad, en lugar de restringirla, es diferente de la dieta vegetariana, que sí prohíbe el consumo de carne, pescado y aves, y de la dieta vegana, que prohíbe el consumo de cualquier producto de origen animal, incluidos lácteos, miel, huevos y aves. Existen variaciones reconocidas de la dieta vegetariana, como la dieta lactovegetariana, que combina lácteos y verduras, y la dieta pescovegetariana o pescetariana, que incluye pescados y mariscos.

 

Sin embargo, a diferencia de lo que se pudiera pensar, cabe aclarar que la dieta flexitariana no es un subgrupo dentro de la dieta vegetariana, ya que los vegetarianos se basan en argumentos éticos sólidos por los que no consumen animales bajo ninguna circunstancia; mientras que, para los flexitarianos, el consumo de carne en algunas ocasiones no significa una transgresión a su estilo de vida.

 

¿Cuáles son los beneficios?

De acuerdo con algunas investigaciones, se ha comprobado que una alimentación basada en vegetales puede favorecer a la salud, siempre y cuando la dieta sea equilibrada en nutrientes.  

 

Algunos de sus beneficios son: la prevención de enfermedades cardiovasculares y la mejora en la salud intestinal –ya que las frutas y verduras son ricas en fibra–, y en la inmunidad, puesto que se obtienen los nutrientes de legumbres y granos enteros, además de ser una dieta equilibrada, baja en grasas saturadas y colesterol, pero con el aporte suficiente de omega 3, procedente del pescado, y proteínas de alta calidad y vitamina B12.

 

Una de las ventajas importantes de la dieta flexitariana es que se adapta a los gustos y necesidades de cada persona. Puede variar desde dietas básicamente vegetarianas que ocasionalmente contienen carne hasta dietas omnívoras con una cantidad menor de carne; por ejemplo: porciones reducidas o días sin productos cárnicos. Una dieta flexitariana suele consistir en cantidades moderadas de carne, cantidades variables de pescado y productos lácteos, y abundantes frutas, verduras, cereales, legumbres, frutos secos y semillas.

 

Las dietas flexitarianas son populares entre las personas que desean un estilo de vida mejor y más sostenible, pero que consideran que las dietas vegetariana y vegana son demasiado restrictivas, ya que desean no eliminar totalmente la carne e incluir productos lácteos.

 

Debido a esto, el flexitarianismo está ganando aceptación en todo el mundo. Este movimiento se impulsó por primera vez para controlar el peso corporal en Estados Unidos y Australia; sin embargo, en México, aún no es tan conocido todavía. Las principales razones por las que la gente está adoptando el flexitarianismo hoy en día son por cuestiones medioambientales y relacionadas con la salud.

 

Su aporte a la sostenibilidad

Según los científicos, la dieta flexitariana representa patrones alimentarios que pueden ser sostenibles para los seres humanos. Esto, con fundamento en investigaciones que sugieren que todos deberíamos hacer la transición a dietas basadas principalmente en plantas, en beneficio del medio ambiente y de nosotros mismos. Para satisfacer las necesidades nutricionales y sanitarias, y reducir el impacto sobre el medio ambiente, la gente debería consumir menos carne.

 

Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, se podría revertir la tendencia de los últimos 50 años en la producción industrial de alimentos, con la transición a una dieta flexitariana, siendo que se ha presentado un notable aumento en la ingesta de productos animales, azúcar, grasas, sal y alimentos de producción masiva. Hacer el cambio a una dieta flexitariana podría brindar más control sobre los hábitos alimentarios y crear una atmósfera más positiva.

 

Una dieta flexitariana consiste en comer menos carne y azúcar, y aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas. Los productos lácteos seguirán estando incluidos, ya que son una fuente importante de varios nutrientes vitales y tienen un impacto ambiental mucho menor que la carne de res: entre cinco y seis veces menos por gramo de proteína. La dieta flexitariana no entra en conflicto con el disfrute de la comida; para que una dieta sea sostenible, debemos seguir disfrutándola.

 

Dado que los humanos son omnívoros por naturaleza, las personas veganas y vegetarianas deben compensar los nutrientes que ya no reciben de fuentes animales; de lo contrario, corren el peligro de tener problemas de salud y un déficit nutricional, sobre todo en personas con necesidades dietéticas únicas, como adolescentes, mujeres embarazadas, adultos mayores o quienes padecen determinadas enfermedades crónicas. Estas poblaciones requieren, ocasionalmente, ciertos suplementos para compensar las deficiencias nutricionales. Específicamente, las dietas veganas pueden provocar escasez de hierro y zinc, que se encuentran principalmente en la carne; calcio y yodo, presentes en los productos lácteos; y vitaminas B2 y B12, que se encuentran de forma natural sólo en fuentes animales.

 

De esta manera, una dieta flexitariana, normalmente, ofrece una combinación equilibrada y saludable de proteínas, fibras, vitaminas, minerales y ácidos grasos buenos de alta calidad, debido a su alto consumo de alimentos de origen vegetal, con una cantidad significativa de productos lácteos y una baja cantidad de carne. Sin embargo, siempre, es recomendable consultar a un profesional de la salud antes de hacer cambios drásticos en la dieta.

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