Se encuentra a la derecha de la Basílica de San Pedro, y es la capilla más famosa del Palacio Apostólico del Vaticano por las pinturas al fresco plasmadas en sus paredes interiores. Originalmente, se llamaba Cappella Magna, pero adquirió su nombre actual del Papa Sixto IV, quien ordenó su restauración entre 1473 y 1471, a cargo de los pintores renacentistas Botticelli, Perugino y Ghirlandaio, autores de los murales que ilustran la vida de Moisés y Jesucristo.
No obstante, faltaba remodelar la bóveda, por lo que, en 1508, el Papa Julio II le encargó el trabajo a Miguel Ángel, otorgándole total libertad artística. El resultado fue una obra pictórica de singular belleza, considerada una de las más complejas de la historia del arte, que culminó en 1512, y retrata, en su parte central, nueve escenas del Génesis; en las penichas, a los 12 profetas y sibilas; y en las lunetas, a los antepasados de Cristo. El primero de noviembre de ese año, se celebró la primera misa en la capilla, ya con la bóveda terminada.
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