Hoy, es común verlas en las aulas y laboratorios, ya sea como docentes o estudiantes, y cada vez más la matrícula femenina crece en carreras que antes eran consideradas únicamente para hombres; esto, sin duda, es gracias a que, a partir del siglo XX, las mujeres obtuvieron el derecho a la educación superior y comenzaron a ser admitidas en las universidades, aunque persistían las desigualdades, como la negativa a expedirles títulos oficiales, las cuales han ido desapareciendo con la lucha al paso del tiempo. Pero lo cierto es que, desde el surgimiento de la ciencia, el conocimiento y la cultura, las mujeres han tenido una participación importante, han estado a la altura, superando a su maestros y colegas masculinos; sin embargo, el pensamiento patriarcal que predominó en muchos siglos de la historia, las escondió, las mantuvo a la sombra y hasta les robó la victoria. Muchas, incluso, están detrás de los descubrimientos de grandes científicos. Esta nota es para darles el reconocimiento que se merecen, y aunque es honorífica, también es injusta, pues el espacio no nos da para hablar de todas ellas; 15 nombres son sólo una mínima parte de las miles de mujeres detrás de la ciencia.
Hipatia (c. 370-415. Egipto)
Astrónoma, matemática y filósofa
Vivió en la ciudad de Alejandría, antigua capital de Egipto. Fue la primera mujer matemática de la que se tiene registro, con un pensamiento bastante adelantado a su tiempo, que superó a los filósofos de la época y a su padre y maestro, Teón. Inventó un instrumento para medir la densidad de los líquidos, perfeccionó el astrolabio (un artefacto que servía para calcular la posición y la altura de las estrellas), se atrevió a hacer algunas correcciones al documento astronómico de Ptolomeo, el Almagesto, y fue profesora y principal divulgadora de las ideas de Platón. Fue brutalmente asesinada por un grupo de fanáticos religiosos cristianos.
Nicole-Reine Lepaute (1723-1788. Francia)
Astrónoma y matemática
Junto con su esposo, Jean-André Lepaute, construyó un reloj astronómico, el cual fue reconocido por el astrónomo Jérôme Lalande, quien después le propuso unirse a su investigación sobre la trayectoria del cometa Halley. Así, la mujer hizo innumerables cálculos que le ayudaron a determinar la posición diaria de la órbita del cometa, tomando en cuenta la influencia de las perturbaciones generadas por Júpiter y Saturno, y concluyó que regresaría el 13 de abril de 1759. Aunque no fue exacta, su predicción fue muy acertada, pues el cometa retornó justo un mes antes de la fecha que ella estimó. En 1762, predijo la hora puntual en la que ocurriría un eclipse en 1764 y realizó un mapa de su ubicación, con intervalos de 15 minutos, para que pudiera ser observado en toda Europa.
Mary Anning (1799-1847. Inglaterra)
Paleontóloga
Vivía con su familia en Lyme Regis, un pueblo costero en cuyos acantilados abundaban fósiles enterrados. Debido a su mala situación económica, desde pequeña, le ayudaba a su padre a recolectarlos, para luego venderlos como souvenir a los turistas. Cuando creció, transformó su necesidad en una pasión por la ciencia y se dedicó a estudiar las piezas que hallaba. Gracias a su labor, se conoce del ictosaurio, un animal, mitad reptil, mitad pez, que existió en la era Mesozoica, hace 245 y 90 millones de años; del plesiosaurio y de múltiples clases de peces. También descubrió los coprolitos, que son heces fosilizadas. Su trabajo supuso una aportación esencial en el estudio y comprensión de la vida prehistórica, demostrando que ocurren las extinciones. Por ser mujer, nunca pudo publicar sus investigaciones y muchos geólogos se aprovecharon de ellas para hacer las suyas, sin darle crédito.
Ada Lovelace (1815-1852. Inglaterra)
Matemática y escritora
Al ser hija del poeta Lord Byron, quizá no sorprenda su talento en la literatura; sin embargo, también es reconocida como la primera programadora informática de la historia. Poco después de cumplir 18 años de edad, conoció al matemático Charles Babbage, quien le mostró los bocetos sobre su máquina analítica o calculadora mecánica, pues nunca llegó a construirse. En un escrito, llamado Las notas, Ada explicó detalladamente cómo funcionaría el aparato, describiendo otras posibles aplicaciones del mismo, que ella había visualizado, como el procesamiento de fórmulas matemáticas y la digitalización y composición de música. En uno de sus apuntes, habló sobre el concepto y las operaciones de las tarjetas perforadas (utilizadas en los primeros ordenadores del siglo XX), por lo que fue la primera en pensar en el lenguaje de programación, abriendo la puerta a una nueva ciencia: la informática.
Marie Curie (1867-1934. Polonia)
Física y química
Junto con su esposo, Pierre Curie, descubrió dos elementos químicos: el radio y el polonio, y fue pionera en el campo de la radiación nuclear. A finales del siglo XIX, su colega Henri Becquerel observó que el uranio emitía rayos invisibles de origen desconocido. Marie profundizó en la investigación y descubrió que éstos provenían de los átomos y no de la interacción de las moléculas, sugiriendo así que los átomos se pueden dividir; un fenómeno al que ella nombró radiactividad, al que dedicó todos sus estudios y por el cual obtuvo el Premio Nobel de Física, en 1903. Por sus trabajos con el radio, volvió a ganarlo en 1912, en la especialidad de química, convirtiéndose en la primera persona en recibir dos de estos galardones. Fundó el Instituto Curie, en París y Varsovia, que actualmente es uno de los principales centros de investigación médica en el mundo, y, durante la Primera Guerra Mundial, creó centros radiológicos para uso militar y estaciones móviles de rayos X. Falleció de anemia aplásica, a causa de la exposición a la radiación.
Lise Meitner (1878-1968. Austria)
Física teórica
Aunque el reconocimiento le fue arrebatado en su momento, a ella se le atribuye el hallazgo de la fisión nuclear. En 1907, comenzó a trabajar en el Instituto Químico de Berlín, donde conoció al que fue su compañero de investigaciones por más de 30 años, el químico experimental Otto Hahn. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, por su tradición judía, tuvo que refugiarse en Suecia, trabajando con Hahn a la distancia. Ahí se dio cuenta de que el núcleo del átomo del uranio podía separarse, liberando energía; un descubrimiento mayúsculo, que tiene múltiples aplicaciones: la producción de electricidad, la medicina nuclear y las armas nucleares. Lamentablemente, fue Hahn quien se llevó el Premio Nobel, en 1944. Pero, como una manera de hacerle justicia y valorar su aportación, en 1982, Peter Armbruster descubrió un nuevo elemento, al cual llamó meitnerio.
Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979. Inglaterra)
Astrónoma y astrofísica
En 1920, concluyó sus estudios de física en la Universidad de Cambridge, sin recibir título; y en 1923, llegó al observatorio de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, donde analizó los espectros de las novas y las estrellas, incluido el Sol, y se dio cuenta de que estaban formadas por 99 % de helio e hidrógeno. El hallazgo fue rechazado en su momento, pues se pensaba que su composición era similar a la de la Tierra; incluso, el astrónomo Henry Norris Russell le sugirió que no incluyera esos datos en sus tesis, ya que era ridículo; no obstante, más tarde le dieron la razón. Su trabajo sentó las bases para que científicos posteriores pudieran interpretar los fenómenos estelares.
Maria Telkes (1900-1995. Hungría)
Química física
Pasó a la historia como la “reina del sol”, pues fue la principal impulsora de la aplicación de la energía solar en la industria. Luego de concluir sus estudios en fisicoquímica, en Budapest, se trasladó a Estados Unidos, donde desarrolló un dispositivo fotoeléctrico que registraba las ondas cerebrales. Por este trabajo, el diario The New York Times la nombró una de las 11 mujeres más relevantes del país, en 1934. Después trabajó en un sistema para la calefacción de los hogares a partir de la radiación solar. Durante la Segunda Guerra Mundial, creó un aparato portátil para desalinizar el agua de mar y hacerla bebible, con el fin de evitar que los marineros y pilotos varados en el Pacífico murieran por deshidratación. Al término del conflicto, construyó la primera casa solar, con un enorme ventanal, dividido en 18 sectores, y un techo inclinado, compuesto con paneles de vidrio, para almacenar la energía solar.
Rachel Carson (1907-1964. Estados Unidos)
Bióloga marina
Su principal contribución fue el estudio y la difusión de los efectos negativos de los pesticidas químicos, tanto para la naturaleza como para la salud del ser humano, y fue iniciadora de los movimientos ambientales contemporáneos. En 1962, escribió su publicación Silent spring (Primavera silenciosa), en la que advirtió sobre los daños que genera el DDT en los ecosistemas, lo que derivó en que se prohibiera su uso y el de otras sustancias. Asimismo, realizó una trilogía de libros en la que detalla la vida marina, desde la costa hasta las profundidades.
Hedy Lamarr (1914-2000. Austria)
Actriz e ingeniera
Destacó en el campo de las comunicaciones inalámbricas, siendo la autora de la tecnología en la que se basan los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS, las redes móviles, el wifi y el bluetooth. De la mano de su carrera como actriz en Hollywood, después de que abandonara Europa, huyendo de un tóxico matrimonio, y con estudios de ingeniería, durante la Segunda Guerra Mundial, notó que la señal que controlaba los torpedos podía ser fácilmente interferida. Así, con el entendimiento de que se puede cambiar de frecuencia de la misma forma en que se hace con las teclas de un piano, diseñó un sistema de transmisión con saltos de frecuencia, es decir, la comunicación entre emisor y receptor se daría mediante 88 frecuencias en el espectro, alternando constantemente entre ellas, para evitar intervenciones, y así crear torpedos teledirigidos. Vendió su patente a la armada estadounidense, pero su invento no fue utilizado, sino hasta 1962, durante la Guerra de los Misiles en Cuba.
Marie Tharp (1920-2006. Estados Unidos)
Geóloga y cartógrafa oceanográfica
Al lado de su colega Bruce Heezen, trabajó en varios proyectos que involucraban la exploración del fondo del mar, como la localización de barcos hundidos en la Segunda Guerra Mundial y la elaboración de mapas del relieve. Para ello, él se encargaba de emitir señales de audio hacia el suelo y de recolectar los datos que generaban las variaciones sonoras del eco, mientras que ella, en tierra firme (pues las investigaciones a bordo de un barco no estaban permitidas para las mujeres), interpretaba la información y la traducía en forma de imágenes. En 1957, publicaron el primer mapa topográfico del Atlántico Norte, evidenciando la existencia de las dorsales medioceánicas, elevaciones submarinas que se ubican a la mitad de los océanos; y en 1977, presentaron la primera cartografía del todo el suelo oceánico. Su trabajo reforzó la Teoría de la Deriva Continental y contribuyó al desarrollo de la Teoría de la Tectónica de Placas.
Franklin (1920-1958. Inglaterra)
Química y cristalógrafa
Gracias a ella se conoce la estructura del ADN. Con la ayuda de las técnicas de difracción de los rayos X, de las que tenía un conocimiento profesional previo, logró tomar la famosa “foto 51”, en la que descubrió que la molécula del ADN tiene forma de doble hélice; un hallazgo que transformó a la medicina moderna. Su compañero de laboratorio, Maurice Wilkins, mostró la imagen a otro colega, sin consentimiento de Franklin, y ambos la utilizaron para completar su propio trabajo, arrebatándole el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, en 1962.
Vera Rubin (1928-2016. Estados Unidos)
Astrónoma
Su investigación se enfocó en el análisis de la rotación de las galaxias, la cual la llevó a descubrir la existencia de la materia oscura. A finales de los años 70, mientras observaba el comportamiento de Andrómeda, notó que las estrellas situadas en los bordes se movían a la misma velocidad que las del centro, lo que debía ser imposible, ya que contradecía las leyes de Newton sobre el movimiento de los cuerpos. Rubin concluyó que la única explicación al fenómeno debía ser la presencia de una materia invisible que influyera en la rotación, de modo que, si esa materia se distribuye por todas las partes de la galaxia, en lugar de concentrarse al centro, las fuerzas de gravedad y orbitacional serían las mismas.
Jane Goodall (1934. Inglaterra)
Antropóloga, etóloga y primatóloga
Durante más de medio siglo, estudió a los chimpancés salvajes a través de investigaciones de campo en la selva de Gombe, en Tanzania, lo que ha contribuido a tener una mejor comprensión sobre su biología y su interacción social, así como su relación y similitud con el ser humano, pues son la especie genéticamente más cercana al Homo sapiens. Su amor y curiosidad por estos primates surgió desde que era pequeña, a raíz de que su padre le regaló un chimpancé de peluche, al que nombró Jubilee. Ha escrito alrededor de 26 libros y artículos científicos, y ha trabajado en más de 20 producciones de cine y televisión para divulgar sus hallazgos. También es una activista que lucha en favor de la protección y el respeto a los animales y al medio ambiente.
Françoise Barré-Sinoussi (1947. Francia)
Bioquímica
Es la descubridora del VIH. A principios de la década de los 80, se detectaron los primeros casos de la enfermedad de SIDA, que pronto se convirtió en pandemia; sin embargo, nada se sabía sobre las causas y el tratamiento para ella. Con esa inquietud, en 1983, la científica, experta en retrovirus, junto con su colega Luc Montaigner, descubrió al agente causal del padecimiento, al detectar actividad de la transcriptasa reversa en glóbulos blancos y ganglios en los pacientes infectados: el virus de inmunodeficiencia humana. A partir de ese momento, ha orientado sus esfuerzos a prevenir, controlar y erradicar el SIDA, mediante el desarrollo de fármacos para el tratamiento y la creación de una vacuna.
Como mencionamos al principio, falta el nombre de muchas mujeres, como Maria Sibylla (1647-1717), quien fue entomóloga e ilustradora de las etapas de vida de los insectos, como la metamorfosis de las mariposas; Alice Ball (1892-1916), química estadounidense, creadora del único tratamiento contra la lepra antes de la llegada de los antibióticos, en 1940; Valentina Tereshkova (1937), quien, en 1963, se convirtió en la primera mujer en llegar al espacio exterior; Inge Lehmann (1888-1993), una sismóloga que estudió las magnitudes de los movimientos telúricos y sus consecuencias, y descubrió que la Tierra no es una esfera compacta, sino que posee un núcleo que arde a 2 mil 700 grados centígrados; y Mary Somerville (1780-1872), matemática y divulgadora de la ciencia, quien fue la primera fémina a la que se le aplicó el título de “científica” y contribuyó al descubrimiento de Neptuno.
Y, por supuesto, no podíamos terminar esta nota sin mencionar a las representantes de nuestro país. Además de la conocida literata Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695), destacamos a Matilde Petra Montoya (1859-1938), la primera médica mexicana, que logró que las mujeres pudieran asistir a la escuela de medicina; Helia Bravo Hollis (1901-2001), que se dedicó al estudio de las cactáceas de México; María Elena Caso (1915-1991), investigadora y especialista de equinodermos; y Ana María López Colomé (1994), quien se distingue por sus trabajos sobre la retina y sus características.
¿Conocía de ellas y su aportación a la ciencia?
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