Ante el constante recordatorio sobre una buena higiene de manos, para prevenir la transmisión del nuevo coronavirus y el contagio de COVID-19, las palabras jabón y gel antibacterial adquieren un valor importante, sin embargo, vienen acompañadas de algunas interrogantes, las cuales pretendemos resolver a continuación, para entender por qué estos elementos, cotidianos y simples en apariencia, son tan efectivos contra un virus que, hasta el momento, ha infectado a poco más de 7 millones de personas en todo el mundo.
¿Cuál de los dos es mejor?
Se ha demostrado que ambos productos tienen un efecto neutralizador, capaz de desactivar al virus, no obstante, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), la OMS y otras instituciones especializadas en salud recomiendan la técnica milenaria del jabón y el agua por encima del gel antibacterial, debido al poder de la espuma, que desintegra las cadenas de grasa con las que están formados la mugre en general, los virus y las bacterias, y elimina completamente los residuos de las superficies. El gel, por su parte, puede usarse como un recurso de emergencia cuando no se tiene acceso inmediato al jabón.
¿Cómo funciona exactamente el jabón?
Para responder a la pregunta, es preciso mencionar primero la estructura de los patógenos. Los virus no tienen vida propia, pero las moléculas que los conforman permiten que sus cualidades infecciosas se mantengan activas durante un tiempo si no se han alojado todavía en un huésped. En este caso, los coronavirus están compuestos por un núcleo de material genético ARN, proteínas, que les ayudan a adherirse a las células, y una membrana de lípidos (grasa), que envuelve al núcleo y auxilia a que el virus se propague.
Por su parte, las moléculas de jabón tienen una naturaleza polar y funcionan como una especie de imán; están compuestas por una cabeza hidrófila, que se pega al agua con facilidad, y una cola lipófila o hidrófoba, que se siente atraída hacia las grasas.
Cuando el jabón se mezcla con el agua y se frota sobre la superficie contaminada, en este caso las manos, se produce la espuma, cuya acción consiste en que la cola se adhiere a la membrana lipídica del coronavirus, mientras que, por otro lado, la cabeza trata de unirse a las moléculas de agua. Debido a la tensión que se produce entre los dos polos de la molécula de jabón, la fuerza de la cabeza gana, generando el quiebre y el desprendimiento de la capa grasa del virus y, por lo tanto, su inactivación y destrucción; aquí, la importancia de enjabonar y tallar profundamente cada área de nuestras manos. Así, al momento de enjuagar, todos los residuos del virus y otras grasas se eliminan en su totalidad.
¿Qué ocurre con el gel antibacterial?
También funciona, porque está elaborado a base de alcohol, el cual altera la composición de la membrana de grasa del virus, destruyéndola. Sin embargo, los expertos no lo recomiendan como primera ni única opción para la higiene de manos, sino como auxiliar o de emergencia, ya que, si bien desactiva al virus, no elimina los residuos completamente. Por tal motivo, cada que sea necesario sanitizarse las manos con gel, se debe ser todavía más meticuloso, frotando todas las áreas, y repetir el procedimiento tres veces seguidas, para asegurarse de eliminar los remanentes. Asimismo, señalan que, para que el gel sea verdaderamente efectivo, debe estar elaborado con alcohol al 70 %.
Elizabeth Scott, profesora de microbiología de la Universidad Simmons, en Boston, explica que ese porcentaje es el indicado debido a que no se evapora tan rápido como el alcohol puro, por lo que tiene el tiempo suficiente para actuar sobre la membrana lipídica. Además, no está tan concentrado, tiene la porción justa de alcohol y de agua, la cual juega un papel importante en la sanitización. En contraparte, utilizar alcohol con una concentración menor al 70 % también resulta poco óptimo.
En esta situación donde la higiene es lo más importante, le aconsejamos cargar con un kit que contenga un jabón pequeño de tocador y una botellita de gel antibacterial, para que esté protegido en todo momento.
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