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María Elena Caso


La primera especialista en la fauna acuática de nuestro país



En el vasto escenario del océano, donde el tiempo se desliza con la paciencia de las mareas y la vida se reinventa en formas insospechadas, surgió una mirada capaz de ver más allá de las olas. María Elena Caso, una mujer que no sólo estudió a los equinodermos, también, los escuchó. Aprendió su lenguaje de simetría y espinas, de movimientos secretos en el fondo del mar, y convirtió su vida en un diálogo profundo con los misterios marinos.


Como una estrella de mar en la arena, discreta pero luminosa, María Elena dejó una huella indeleble en la ciencia mexicana. Fue pionera en tiempos donde pocas mujeres eran admitidas en los laboratorios del conocimiento, y lo fue con la firmeza de quien no busca reconocimiento, sino verdad. En cada erizo, en cada ofiura que examinó, encontró no sólo una especie, sino una historia milenaria, un testimonio de la vida que resiste, se adapta y se transforma.


Fundadora de saberes, sembradora de vocaciones, tejió, con paciencia y rigor, el mapa de los equinodermos en México. Su obra organizó especies, formó discípulos y elevó la biología marina al lugar que le corresponde en el corazón del país. Su pasión por lo vivo fue también un acto de amor hacia lo invisible, lo olvidado, lo profundo.


Esta biografía es un viaje al centro de ese océano interior donde María Elena Caso navegó con ciencia y con alma, dejando tras de sí una estela de asombro y sabiduría. Fue una destacada científica mexicana, pionera en el estudio de los equinodermos, que son un grupo fascinante de especies marinas que incluye a los pepinos de mar, erizos de mar, lirios de mar, ofiuras y las conocidas estrellas de mar.


Su trabajo marcó un pilar en la biología marina de México y Latinoamérica, consolidándola como una de las figuras más relevantes en la historia de la ciencia mexicana. Fue precursora de las ciencias biológicas en México y participó en la fundación del Centro de Ciencias del Mar y Limnología.


Formación académica y primeros pasos en la ciencia

Sabemos, gracias a algunas biografías escritas sobre su vida y trayectoria, como la de Biodiversidad Mexicana, titulada “Una historia natural mexicana, que  María Elena Caso nació en la Ciudad de México, el 18 de diciembre de 1915. Creció en un entorno intelectual enriquecido por la influencia de su padre, el filósofo Antonio Caso, y de su tío paterno, el arqueólogo Alfonso Caso, quienes fueron figuras destacadas que influyeron en su formación, en compañía de su madre, Josefina Muñoz, sumado a otros pensadores destacados de la época, como José Vasconcelos y Alfonso Reyes, lo que cultivó en ella una profunda curiosidad por el mundo natural y una conciencia crítica sobre el papel de la mujer en la sociedad.


Estudió en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre 1937 y 1943, donde obtuvo el grado de maestra en ciencias biológicas, con la tesis Contribución al conocimiento de los astéridos de México, una obra que marcó el inicio de una nueva etapa en el estudio de las estrellas de mar en el país. En 1977, se aceptó una publicación especial en el Centro de Ciencias del Mar y Limnología. María Elena Caso compartió sus estudios e investigaciones en la segunda monografía, sobre “el estudio del primer orden de los erizos irregularia, o sea, los Clypeasteroida del Pacífico de México”, en donde fueron estudiadas especies de las familias Clypeasteridae, Dendrasteridae y Mellitidae.


Otra biografía sobre la bióloga, publicada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales, indica que, en 1961, obtuvo el grado de doctora en ciencias biológicas, con la tesis Los equinodermos de México, una obra que representa una de las referencias más completas y detalladas sobre este grupo en el mundo . A lo largo de su carrera, describió numerosas especies marinas nuevas y fundó la Colección Nacional de Equinodermos, la más importante de América Latina, que, actualmente, lleva su nombre.


Ocupó diversos cargos académicos, incluyendo el de profesora de zoología y responsable del Laboratorio de Equinodermos de la UNAM, y fue miembro activo de la comunidad científica internacional, colaborando con instituciones en Estados Unidos.


En una época en la que las mujeres enfrentaban numerosas barreras para acceder a la educación y la investigación científica, María Elena Caso rompió moldes y demostró que la pasión y la dedicación no tienen género. Su vida y obra son testimonio de la importancia de la inclusión y la equidad en la ciencia. Al igual que otras mujeres pioneras, como Marie Curie o Rosalind Franklin, Maria Elena Caso abrió caminos para futuras generaciones de científicas, mostrando que el amor por el conocimiento y el compromiso con la verdad son cualidades universales. Su ejemplo continúa inspirando a mujeres y hombres a seguir sus pasos, demostrando que la ciencia es una herramienta poderosa para comprender y preservar nuestro mundo natural.


Su legado perdura en las instituciones científicas mexicanas, como el Centro de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, y la Biblioteca Regional en Ciencias del Mar, que, también, lleva su nombre, en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Su obra sigue siendo un referente en la biología marina y un testimonio del compromiso y la pasión de una mujer que desafió las convenciones de su tiempo, para contribuir al conocimiento científico.

 

 

La despedida de una pionera

El 6 de noviembre de 1991, a la edad de 76 años, Maria Elena Caso falleció, siendo una de las figuras más notables en la historia de la biología en México. Su muerte marcó el cierre de una vida dedicada con pasión y rigor al estudio del mar y sus criaturas. A lo largo de su vida, María Elena se entregó al conocimiento con humildad y determinación. Fundó caminos donde antes no existían y dejó un legado que aún palpita en las instituciones, los libros, y los mares mexicanos. Su labor científica y docente perdura en generaciones de biólogos que encontraron en ella a una gran maestra.


María Elena Caso Muñoz fue una científica excepcional, cuya pasión por el mar y su dedicación al estudio de los equinodermos dejaron una huella indeleble en la biología marina de México. Su vida y obra son un testimonio del poder transformador de la ciencia y del papel fundamental de las mujeres en su desarrollo. Su legado continúa vivo en las generaciones actuales y futuras de científicas, recordándonos que el amor por el conocimiento y el compromiso con la verdad son cualidades que trascienden el tiempo y el género.

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