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Perro komondor




Hay una frase popular que dice que todos los perros se parecen a su dueño. Si esto lo aplicamos a la raza canina komondor, podríamos pensar que sus amos son rastafaris, o bien, personas un tanto desaliñadas; y es que, luego de ver la curiosa apariencia de este can, no hace falta explicar el porqué de esta asociación.


Estos “mechudos” andantes son de origen húngaro y son de los más grandes, de los más melenudos y de los más extravagantes de entre todas las razas caninas que existen.


Características

Como puede verse, el principal distintivo del komondor es su pelaje blanco y grueso, de doble capa, en forma de rastas, flequillos o cordones, el cual lo protege de climas extremos. El largo promedio de sus rastas ronda entre los 20 y 27 centímetros. Es un perro que, originalmente, fue criado para la guía y protección de los rebaños ovejeros, por lo que la apariencia de su manto es similar al de las ovejas húngaras, permitiéndole poder camuflarse entre ellas. Cabe mencionar que su acordonada melena es propia de los ejemplares adultos, pues, cuando son cachorros, su pelo es suave y esponjoso, y comienza a “trenzarse” a partir de los nueve o 12 meses de edad.


Es un perro de gran tamaño, fuerte musculatura y con una presencia imponente. La estatura mínima de las hembras es de 25.5 pulgadas (64.77 centímetros) y su peso promedio es de 80 libras (36.28 kilos), mientras que los machos miden, aproximadamente, 27.5 pulgadas (69.85 centímetros) y pesan alrededor de 100 libras (45.35 kilos).


Temperamento

Es una raza amigable con los humanos, buena con los niños y muy apegada a los miembros de su familia; no le gusta perderlos de vista, por lo que tiende a seguirlos a todas partes. Esto se debe, además de por el cariño que desarrolla hacia ellos, en parte, por su instinto de protección hacia los suyos; y es que es un perro sumamente guardián, con un sentido de autonomía en la toma de decisiones al momento de cuidar a su manada, un rasgo característico y heredado de sus ancestros, que laboraban en el campo, al cuidado de los rebaños, y que debían actuar de acuerdo a lo que consideraran mejor para proteger y guiar al grupo.


Debido a lo anterior, la interacción del komondor con otros perros puede llegar a ser difícil. Es por ello que es preferible que sea el único perro de la casa y que se le socialice con cuidado y de la forma correcta con otros canes. Una de las ventajas de esta raza es que se adapta bien a los cambios o a las condiciones y es sencillo de entrenar, aunque esto requiere de mucha dedicación, siguiendo ciertas instrucciones para manejar el temperamento del perro.


Origen

Sus orígenes no son muy claros; sólo se mencionan de manera superficial. La versión más aceptada y difundida indica que los komondor son descendientes directos del aftscharka, una raza descubierta por los hunos, en las estepas meridionales, a su paso por Rusia. Luego, sin más detalles, se menciona que los komondor, ya como tal, fueron llevados al territorio de Hungría, alrededor del siglo XIV, por los magiares, un grupo étnico nómada que se estableció en esa zona y que es la base del actual pueblo húngaro.


Otras fuentes mencionan que fueron los cumanos (una tribu nómada proveniente de la Turquía occidental, a los alrededores del mar Negro) quienes introdujeron la raza en Hungría, en el siglo XIV, luego de establecerse en partes de la Europa central y oriental. Eran un pueblo ganadero, que criaba caballos, cabras, camellos y, por supuesto, ovejas, entre otro tipo de animales, lo que hace sentido con las características y rol del perro. Su gran tamaño y su abundante pelaje les ayudaba a defenderse de sus depredadores, como lobos y osos, y de los ataques de los humanos de otras tribus.


La página de Hill’s Pet no refiere un grupo en específico, pero señala que la raza se originó “en la región de la cuenca del Danubio (actual Hungría), alrededor del siglo IX”. Aunque las informaciones son un tanto confusas, lo cierto es que el origen de los húngaros es, también, un tema borroso y controvertido, pero todo tiene lógica, ya que los pueblos mencionados tienen algo de relación. Aun así, todas las fuentes, incluido el American Kennel Club (AKC), coinciden en que el antecesor del komondor es el aftscharka.


En la década de 1930, algunos ejemplares komondor fueron llevados a Estados Unidos, donde, pronto, el AKC reconoció la raza, en 1937. Estos perros fueron utilizados en la Segunda Guerra Mundial, como protectores de la guardia militar estadounidense; no obstante, al término del conflicto, las bajas y los pocos ejemplares que se tenían, ocasionaron una escasez de la raza en el país; además, la consecuente tensión en la política mundial, debido a la Guerra Fría, dificultó la importación de más perros komondor.


Éstos volvieron a llegar a Estados Unidos a finales de 1960, pero, aun así, no son una raza muy común de encontrarse por las calles de aquel país ni de otros en el mundo, como pudiera ser un labrador o un Golden, por ejemplo. Lógicamente, la excepción es Hungría, donde pueden encontrarse perritos de este tipo casi en cada esquina, caminando junto a sus dueños, haciendo bailar sus rastas. Ahí, esta raza está considerada como un tesoro nacional, y, como una medida de preservar su autenticidad, cualquier mejora o transformación está prohibida.


Cuidados

Como es de imaginarse, el cuidado del pelaje es uno de los mayores retos de los dueños de un komondor. Se necesita de mucho tiempo y paciencia para dejar a esos “mechuditos” completamente limpios. Los cordones o rastas del pelo son una característica fundamental, por lo que, cuando al cachorro le comienzan a crecer las primeras capas de pelo trenzado, que indica el paso a la etapa adulta, es preciso cortarlas, antes de que se arrastren, para que los cordones vuelvan a crecer con nudos más apretados y lograr una mejor calidad de los mismos.


Ya en la edad adulta y con su pelaje acordonado bien formado, se deben preservar las rastas, lavándolas a profundidad, cada tres semanas, que es cuando ocurre el baño regular del perro. Se deben limpiar casi de manera individual, para asegurarse de que no se enreden entre ellas y que no queden residuos de mugre entre las capas. Se debe usar un shampoo diluido y, al final del baño, es fundamental secar completamente cada cordón, desde la raíz de la piel hasta la punta, para evitar la formación de hongos. El cepillado de la melena no se hace de forma tradicional como ocurre con otras razas peludas, con ayuda de un cepillo, sino que las rastas deben separarse y acomodarse manualmente. Pese a ser, quizá, la raza con más pelaje del mundo, no suelta ni deja pelo por doquier; la muda del manto se da por un breve período, dos veces al año.


En cuanto al entrenamiento, éste debe iniciarse desde que el perro es cachorro, entre los cuatro y ocho meses de edad, especialmente si, durante su vida, va a convivir con diferentes personas, como visitas, amigos o familiares de los amos, o bien, con otros perros o mascotas de la casa.


Aunque los komondor son perros de trabajo en el campo y son ágiles, no requieren de mucho ejercicio, basta con dos caminatas al día, de entre 20 y 40 minutos, o dejarlos correr libremente, por un tiempo no muy prolongado, por un campo, terreno o parque cercado y solitario, sin ningún otro perro o persona alrededor, que pueda activar su instinto reactivo de protección.


En cuanto a la alimentación, resultaría lógico pensar que, al ser perros de talla grande, los komondor comen bastante, pero esto no es así. Una porción promedio de alimento es suficiente y, según el AKC, los criadores expertos señalan que hasta llegan a saltarse comidas durante el día.


No se conocen enfermedades específicas de esta raza, sin embargo, como suele suceder en los perros grandes, pueden presentarse casos de agrandamiento repentino del estómago, a veces, acompañado de torceduras, lo que puede ser potencialmente mortal.



Si, para los dos años de edad, el ejemplar no ha desarrollado los característicos cordones de su pelaje, se considera como un defecto.


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