Dentro de las medidas en la atención primaria de la salud, se encuentran las acciones para el diagnóstico oportuno de enfermedades. Es por ello que constantemente se están buscando nuevos métodos que faciliten y eficienticen dicha tarea. Como parte de esos esfuerzos, se ha considerado la ayuda de algunos animales, ya que poseen ciertas capacidades más desarrolladas con las que son capaces de identificar ciertas anomalías; tal es el caso de los perros, con su olfato.
Pero, ¿qué pensaría si le dijéramos que las hormigas también poseen esa habilidad? Científicos franceses, liderados por Baptiste Piqueret, de la Universidad Sorbona París Norte, recientemente, realizaron un estudio en el que demostraron que estos insectos pueden detectar el cáncer, con fiabilidad.
¿Cómo lo hacen?
Al igual que los perros, las hormigas tienen un fino sentido del olfato –especialmente la Formica fusca– y también pueden ser entrenadas para identificar ciertos olores; en este caso, los de las células tumorales. Éstas se caracterizan por un metabolismo alterado, el cual produce patrones únicos de compuestos orgánicos volátiles (COV), los cuales son gases y digamos que tienen un olor característico. Así, pueden utilizarse como biomarcadores del cáncer.
La metodología del experimento
Primero, los investigadores injertaron células tumorales de cáncer de mama humano en ratones. Por otro lado, en tres ensayos distintos y a base de recompensas de azúcar, entrenaron a un grupo de hormigas de la especie Formica fusca para que asociaran el olor de las células tumorales.
Después de haber concluido con el entrenamiento, las dejaron libres en una superficie de arena, la cual contenía tanto la orina de ratones sanos como la de aquellos portadores de las células tumorales. Pretendían recrear un entorno ‘normal’, por lo que ya no tenían recompensa de azúcar.
En esas condiciones, el equipo observó el comportamiento de las hormigas y se dio cuenta de que estos insectos pasaban un mayor tiempo –alrededor del 20 % más– cerca o al lado del estímulo que habían aprendido a reconocer, es decir, la orina con las células tumorales, en comparación con la sana.
Con lo anterior, los investigadores concluyeron que las hormigas, si se les entrena adecuadamente, poseen un gran potencial para actuar como biodetectores del cáncer, pudiendo ser un medio eficaz y barato. Los detalles del estudio fueron publicados en enero pasado, en la revista Proceedings of the Royal Society B. Biological Sciences, en un artículo titulado (en inglés) ‘Las hormigas actúan como biodetectores olfativos de tumores en ratones con xenoinjertos derivados de pacientes’.
Sobre la Formica fusca
Abunda en Europa, Norteamérica y partes de Asia. Se le conoce coloquialmente como hormiga esclava, y esto es porque, a menudo, es víctima de hormigas esclavistas, como la Formica sanguinea y la Polyergus rufescens. Su tamaño varía dependiendo de la función de cada ejemplar: la reina mide entre 10 y 12 milímetros; los machos, de 8.5 a 9.5 milímetros; y las obreras, de 4 a 8 milímetros. Su colonia puede llegar a conformarse hasta de 5 mil miembros y puede llegar a tener varias reinas.
Habita en campos abiertos, debajo de rocas y troncos. Se alimenta de insectos más pequeños, de secreciones de pulgones y del néctar de las flores. Se caracteriza por su movimiento rápido y nervioso, y cuando se siente en peligro, suele lanzar ácido fórmico como medio de defensa.
Como curiosidad, la Formica fusca se automedica en caso de infección por hongos, tomando el compuesto ROS después de haber estado expuesta a la infección.
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