En México, hay una raza canina originaria del país, que no es muy conocida: el calupoh o perro lobo gris mexicano. Este híbrido surgió desde el México prehispánico y estuvo presente en el territorio mexicano hasta el siglo XVI, ya que se fue perdiendo con el paso de los años. No obstante, desde la década de 1990, se empezó a realizar un proyecto genético, en el cual se hicieron cruzas entre perros y lobos, para, así, poder iniciar el rescate cultural de este can.
La unión de estas dos especies fue posible porque hay una enorme similitud genética entre ambas, lo cual hizo viable que, tras un intenso trabajo arqueozoológico, se pudiera recuperar esta raza, en 1999, con el nacimiento de un nuevo primer ejemplar.
Su papel en la Antigüedad
Gracias a restos encontrados de calupohs, en lugares como los templos más característicos de las antiguas civilizaciones mexicanas, se tiene el conocimiento de que la cruza entre perros y lobos no se dio de forma aleatoria o por casualidad. Se sugiere que los habitantes de aquellas épocas, bajo un contexto espiritual, intervinieron en la creación de este nuevo tipo de perro.
Así como, en varias culturas, se tiene en estima a ciertos animales, por sus características (como lo fue el gato en el antiguo Egipto), también, en el territorio mexica, pasaba lo mismo. El lobo se asociaba con los sacrificios (los cuales, hay que recordar, eran muy importantes a un nivel religioso, por lo que no tenían una connotación negativa), la milicia y la noche, ya que, desde siempre, ha sido un animal poderoso, sigiloso, social y nocturno. Por su parte, el perro se asociaba con la fecundidad, y es que su ciclo reproductivo se superponía con los ciclos de la lluvia y el agrícola, lo que dio como resultado que se le relacionara directamente con la fertilidad y la buena fortuna.
En la cosmovisión prehispánica, la unión de ambas especies originó un híbrido que reunió la suma de sus cualidades simbólicas. Es por eso que el calupoh era utilizado en ritos en los que su condición dual era fundamental; por ejemplo, era ideal para aquellos que se dedicaban a la agricultura y a la guerra.
El resurgimiento
Con esta recuperación, gracias al proyecto genético que empezó hace más de 30 años, se ha completado el espectro de subespecies caninas del territorio mexicano, las cuales son: el perro Chihuahua, el xoloitzcuintle y, ahora, el calupoh –el perro lobo mexicano–, reconocido, desde 2016, por la Federación Canófila Mexicana, como la tercera raza exclusiva de México, que, como antes lo hacían nuestros antepasados, hoy en día, podemos tener en nuestra vida diaria a este hermoso ejemplar.
El responsable de esta realidad es el ingeniero Jorge Hank Rohn, quien, al tener el conocimiento de esta raza desaparecida, se decidió a buscar la manera de que se pudiera volver a criar esta clase de perros. Su entusiasmo, pronto, se contagió a sus colegas, quienes se han sentido orgullosos de ser mexicanos y de participar en este proyecto, que tiene como fin el regresar un antecedente histórico a la actualidad.
Para lograr el objetivo, primero, tuvo que lograrse la cruza entre lobos y perros, pero no cualquier raza de lobo, tenía que ser el lobo gris mexicano. La razón principal, aclaró Ricardo Forastieri (médico veterinario y director del Criadero Caliente), es porque esta especie en particular ha existido desde hace más de 500 años entre México y Canadá, además de que es considerado como el origen de todas las variedades de lobos; “podríamos decir que todos los lobos del mundo vienen de México”, declaró.
Ahora, es oportuno mencionar que, desde 2016, la Federación Canófila Mexicana autorizó la raza calupoh. Y se presentaron mil 551 ejemplares con el registro de los padres, abuelos y tatarabuelos de los calupoh.
Hoy en día, esta raza de perros puede encontrarse en diversos países, como España, El Salvador, Guatemala, Estados Unidos, Canadá, Francia, Chile y Uruguay. Y su precio está por arriba de los 10 mil pesos mexicanos, sin embargo, el costo puede variar dependiendo del criadero.
Características
Si uno piensa en comprar un ejemplar de esta asombrosa raza, tiene que fijarse en que el criadero cuente con su registro de pedigrí, ya que, si no se encuentra registrado, no puede pertenecer a este grupo de perros y, posiblemente, se trate de una estafa.
Los futuros dueños de este ejemplar deben estar conscientes de que es una raza de talla grande (hasta 75 centímetros de altura) y, aunque noble, es temperamental, además de que necesita suficiente espacio para correr y ejercitarse. De no entender y cubrir las necesidades del calupoh, es recomendable no adquirirlo, pues, como es tan común en México, puede acabar en situación de calle, como otras razas de pedigrí en el país o cualquier otro perrito.
Lo anterior está ligado a la razón principal de por qué hay polémica con la creación y rescate de esta raza. Hay algunos grupos animalistas que están en contra de la crianza de canes de raza, ya que la consideran maltrato animal; su influencia ha sido tanta que, en Nuevo León, por ejemplo, está prohibida la venta de perros, promoviendo la adopción. Este es un tema complejo, porque, si bien rescatar una raza que se había perdido a través de los años, y que es un símbolo cultural, es acertado, no deja de ser ambigua la moralidad en este tema, tal y como lo señala el médico veterinario Antero Carmona Omaña, subdirector de inspección de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente.
A manera de resumen, se puede decir que, mientras, de verdad, se tenga la intención de rescatar una raza que formó parte de nuestra historia e identidad, con fines históricos y de cultura, está bien; pero si sólo se quiere reproducir esta especie para lucrar con ella, entonces, no es válido hacerlo. Ojalá, en un futuro próximo, se cuenten con protocolos, lineamientos y normas que regulen a los criaderos, y que haya más leyes que vean por el bienestar de nuestros compañeros de vida, nuestras mascotas.
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