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Los mandalas


El simbolismo y el poder terápéutico de la geometría



Los mandalas son dibujos que suelen tener forma circular, que están compuestos por patrones repetitivos y figuras geométricas organizadas de manera concéntrica. El término "mandala" proviene del sánscrito y significa "círculo" o "rueda". Son representaciones cargadas de un gran simbolismo, que se utilizan en diversos rituales, como herramienta de meditación, expresión artística y conexión espiritual. Actualmente y desde hace tiempo, debido a sus características, se han empleado mucho como terapia de relajación y de reducción del estrés, en pro de la salud mental y bienestar emocional.


Origen

El origen de los mandalas es muy antiguo y se encuentra principalmente en las culturas orientales, aunque elementos similares aparecen en muchas otras tradiciones del mundo, siendo símbolo de lo sagrado, del orden y la estructura del cosmos y de la conexión entre lo humano y lo divino.

En el hinduismo, el Yantra es un tipo de mandala utilizado en prácticas devocionales, la meditación y la concentración mental. En el budismo, los mandalas representan el palacio de una deidad y se utilizan en meditaciones visuales. Un ejemplo famoso es el Mandala Kalachakra, una representación visual de las enseñanzas tántricas budistas, que simboliza el tiempo y el ciclo de la vida.


En las culturas indígenas americanas, africanas y celtas, se encuentran símbolos similares, como el "círculo de la vida" o los laberintos celtas. En la alquimia europea medieval, se usaban formas circulares como símbolos de la totalidad, el alma y el proceso de transformación.


Geometría con significado

Aunque los mandalas se basan en una estructura circular, se construyen a base de diferentes figuras y trazos, de modo que el dibujo final puede adquirir diferentes formas, con una lógica geométrica y simétrica, asemejándose a los patrones de distintas flores, copos de nieve, estrellas de múltiples picos, entre otros. Sin embargo, todos los mandalas se componen de los siguientes elementos:


Círculo: Es la “retícula” o patrón de todo mandala; representa la totalidad, el infinito, lo eterno, el ciclo de la vida, la perfección y el cosmos o el universo.


Centro o punto central: Los trazos parten de y alrededor de este punto; desde aquí, se organizan las líneas hacia el exterior, en capas o niveles. Simboliza el origen del ser, el yo interior, la fuente de la conciencia o el núcleo espiritual.


Radios o líneas: Parten del centro y dividen el círculo en secciones simétricas, como los pétalos de una flor o los rayos del sol. Representan las direcciones cardinales, los caminos de crecimiento o fases de la existencia.


Formas geométricas: Son las que van dando forma al mandala; entre más capas de éstas se vayan trazando alrededor del centro, más grande será la imagen final. Las formas geométricas incluyen triángulos, los cuales pueden ir orientados hacia arriba o hacia afuera, representando la dirección espiritual; o bien, hacia dentro o abajo, simbolizando la receptividad. Los cuadrados remiten a estabilidad, estructura y al mundo material; mientras que los hexágonos, espirales, estrellas, flores de loto aportan diversos niveles de complejidad simbólica y belleza estética.


En su mayoría, los mandalas son siempre simétricos, lo que refleja el orden, el equilibrio y la armonía interna. Representa la búsqueda del ser humano por la estabilidad y la integración personal. La simetría radial (como la de una flor o una estrella) es la más común.

Muchos mandalas están basados en los principios de la geometría sagrada, una tradición que asocia ciertas formas y proporciones con significados espirituales y universales. Por ejemplo, la famosa Flor de la vida es un patrón formado por puros círculos superpuestos, considerado sagrado en muchas culturas; así como el Yantra, compuesto por triángulos entrelazados, que simbolizan la creación y el universo.


Efecto psicológico y terapéutico

El efecto terapéutico de los mandalas ha sido ampliamente reconocido en disciplinas como la psicología, el arteterapia y la meditación. Carl Jung fue pionero en el uso terapéutico de los mandalas, como herramienta para explorar el inconsciente, ya que los consideraba representaciones del "uno mismo", la totalidad de la psique. Según él, dibujar o contemplar mandalas ayuda a la autorreflexión y a encontrar el equilibrio interior.


Se ha demostrado que dibujar, colorear o admirar mandalas puede tener un impacto profundo en el bienestar mental y emocional, ayudando a reducir el estrés, mejorar la concentración y promover la autorregulación emocional; asimismo, fomenta la atención plena, lo que disminuye los pensamientos intrusivos o ansiosos. Y es que el enfoque repetitivo y calmado reduce la activación del sistema nervioso simpático (el de "lucha o huida") y mejora la claridad mental. Por su parte, elegir colores y crear patrones permite una expresión artística libre sin necesidad de habilidades técnicas, lo que puede liberar bloqueos emocionales o creativos.


En arteterapia, crear mandalas resulta útil en casos de trauma, depresión o ansiedad, ya que permite a los pacientes expresar sentimientos difíciles de verbalizar. El contenido simbólico de las formas y colores elegidos puede reflejar estados internos, permitiendo al terapeuta trabajar con ellos.


Por otro lado, el proceso de crear un mandala es introspectivo; invita a la persona a mirar hacia adentro. Muchos individuos usan mandalas en diarios creativos o prácticas espirituales.


En entornos educativos, se usan para mejorar la atención y el autocontrol en niños; son una herramienta didáctica para enseñar concentración, geometría e, incluso, valores culturales.


Aunado a sus efectos terapéuticos y el impacto que tienen en el bienestar emocional, muchas personas utilizan mandalas como decoración de sus hogares o entornos preferidos, generalmente aquellos lugares en los que se encuentra y/o se necesita paz y tranquilidad, como el espacio de trabajo o la recámara. De igual manera, ya sea por su simbolismo, o bien, simplemente por su belleza simétrica, hay quienes deciden tatuarse un mandala.

No obstante, no se debe olvidar que los mandalas son mucho más que figuras estéticas o atractivas a la vista; son herramientas simbólicas que conectan al ser humano con lo profundo, con el orden del universo y con nosotros mismos.

 

 


 

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