Es la figura femenina estadounidense más emblemática de mediados del siglo XX; la actriz de Hollywood, cantante y modelo que se convirtió en un símbolo de moda, belleza, estilo y sensualidad. Es uno de los íconos más representativos de la cultura pop y fue, quizá, la mujer más deseada de su tiempo.
Pero, no obstante estos logros, tuvo una vida marcada por la soledad y el abandono, pues no conoció a su padre, y, debido a los desequilibrios mentales que sufría su madre, pasó su infancia deambulando por hogares de acogida y orfanatos. A esto le siguieron tres fracasos matrimoniales, que al final le pasaron factura con fuertes episodios de depresión. Además, su exitosa pero corta carrera, de tan sólo 16 años, no estuvo exenta del escándalo y los excesos, ya que se le conocieron varias aventuras extraconyugales con personajes importantes, como Marlon Brando o los hermanos Kennedy; sin dejar de mencionar su muerte repentina y misteriosa.
Su verdadero nombre era Norma Jean Mortenson Baker y nació el primero de junio de 1926, en Los Ángeles, California. Su madre la llamó así en honor a la actriz de cine mudo Norma Talmadge, lo cual tal vez era una señal sobre el futuro de la pequeña como una exitosa estrella de Hollywood.
Su primer matrimonio fue con el escritor y policía James Dougherty, con quien se casó en 1942, a la edad de 16 años, para no tener que volver a los orfanatos. Tiempo después, a causa de la Segunda Guerra Mundial, el joven se enroló en la marina y Norma comenzó a trabajar en una fábrica de municiones, siendo ahí donde inició su…
Camino a la fama
Y es que, cierto día, un periodista se apareció en la fábrica con la intención de conseguir algunas fotografías para un artículo sobre las mujeres que trabajaban durante la guerra. Al conocerla, le aconsejó inscribirse en una agencia de modelos, ya que había visto en ella un gran potencial. Y tenía razón, pues, para 1945, Norma ya había aparecido en más de 30 revistas y pronto consiguió trabajo como actriz de reparto en la productora cinematográfica 20th Century Fox, pero las condiciones para poder firmar el contrato eran que debía estar soltera, así que se divorció en 1946.
Su nuevo empleo le demandaba tener un nombre artístico de impacto, por lo que un productor le sugirió utilizar “Marilyn”, por la actriz Marilyn Miller, y ella lo complementó con “Monroe”, el apellido de soltera de su abuela materna.
Sus primeros papeles fueron en las cintas The shocking Miss Pilgrim y Años peligrosos, ambas, de 1947, pero no tuvieron mucha aceptación. Un año después, firmó con Columbia Pictures y participó en Las chicas del coro, donde cantó su primera canción en el cine. No obstante, la película de suspenso La jungla del asfalto (1948), de la Metro Goldwyn Mayer, fue la que le permitiría desentrañar sus talentos para comenzar a hacerse de un buen lugar en la industria. Asimismo, recibió buenas criticas por su actuación en Eva al desnudo (1949), donde interpretó a una superficial aspirante a actriz.
En 1952, luego de realizar Encuentros en la noche y No estamos casados, debutó como protagonista en el filme Niebla en el alma, cuyo personaje era el de una niñera perturbada. A éste le siguió otro protagónico, en Monkey Business, en el que estrenó su icónica e inconfundible imagen con cabellera corta, rizada y teñida de rubio platinado. Sin embargo, su mejor año fue 1953, pues se lanzaron títulos destacables, como Niágara; Los caballeros las prefieren rubias, donde interpretó su famosa canción Los diamantes son los mejores amigos de una chica; y Cómo casarse con un millonario. Otros éxitos llegaron al siguiente año, con Luces de candileja y La tentación vive arriba, película que le otorgó un premio BAFTA.
También en 1954, contrajo segundas nupcias con el jugador de béisbol Joe DiMaggio, pero el matrimonio se disolvió a los nueve meses debido a la conducta libertina de la actriz. Además, la filmación de una escena para la película La comezón del séptimo año (1955) empeoró la relación: aquella donde el vestido blanco de Marilyn es levantado por el aire que se escapa de las rendijas de ventilación del metro, aunque se quedaría registrada en el imaginario colectivo para siempre, también generaría el descontento y la desaprobación de DiMaggio.
En cuanto a su carrera como modelo, en 1953, Marilyn se llevó el mérito de ser la primera mujer que apareció en la portada del primer número de la famosa revista Playboy; no obstante, pese a las ovaciones que se llevó por su derroche de natural belleza y sensualidad, su imagen fue catalogada como la de la clásica rubia tonta.
Bella por fuera y por dentro
Pero lo cierto es que Marilyn era mucho más que sólo una cara bonita; detrás de ese estereotipo, había una mujer verdaderamente inteligente, con ganas de aprender y con un enorme gusto por la lectura. Se dice que conservaba más de 400 libros de literatura clásica, filosofía, política, historia, psicología y arte, muchos de ellos, en sus primeras ediciones. También estudió arte y literatura en la Universidad de California y poseía un libro personal en el que escribía poemas.
Asimismo, tenía una faceta humanitaria y altruista, con un gran amor hacia los animales; se preocupaba por los derechos civiles y, en muchas ocasiones, encabezó eventos de beneficencia y caridad para ayudar a niños enfermos y a distintas fundaciones.
Símbolo de estilo
La forma de vestir, posar, hablar y moverse de Marilyn de inmediato se convirtió en un patrón a seguir por las mujeres de su época, dando cátedra, vigente hasta nuestros días, sobre cómo conjugar la sensualidad con la elegancia. Ella popularizó las prendas entalladas, atrevidas y sugerentes, pero sin caer en lo vulgar. Definió el estilo de la clásica chica pin-up, con corpiños de corte halter y bragas a la cintura. Su extravagancia la llevaba, incluso, hasta la hora de dormir, pues, según dicen, dormía desnuda, con únicamente cinco gotas de Chanel número 5 sobre su cuerpo.
Frente a las cámaras, aparecía con una pose característica, torso inclinado, mirada seria y los labios entreabiertos, a la que ella misma denominó “el look”. Pero fuera de las pantallas y los reflectores, tenía otra imagen, la sencilla, la de Norma Jean, que consistía en pantalones de tiro alto, faldas largas entubadas, blusas holgadas con cuello, abrigos con cinturón, y lentes de sol, tipo cat-eye.
El final de una estrella
El tercer matrimonio de Marilyn fue con el dramaturgo Arthur Miller, que duró de 1956 a 1961; el motivo de la separación fue una infidelidad por parte de la actriz con Yves Montand, su compañero de reparto en la película El multimillonario (1960).
En este período, aún casada, Marilyn se convirtió al judaísmo y fundó su productora Marilyn Monroe Productions, con la que rodó El príncipe y la corista (1957), pero las grabaciones la sometieron a un gran estrés que le causó un aborto espontáneo y la hundió en una profunda depresión, orillándola a buscar alivio en las drogas y el alcohol. Y es que, de todos sus sueños, ser madre fue el único que no pudo cumplir, pues tuvo problemas para embarazarse y se presume que sufrió dos abortos previos a éste.
En 1959, cuando regresó a los estudios para filmar la película Con faldas y a lo loco, su actitud ya no era la misma: llegaba tarde a los llamados y en malas condiciones físicas, tenía problemas para memorizar sus diálogos y constantemente solicitaba que se repitieran las escenas; pese ello, ganó un Globo de Oro por su actuación.
En 1961, durante el rodaje de Los inadaptados, cuyo guion fue escrito por su entonces esposo, donde proyectaba a una Marilyn autodestructiva, la rubia sufrió un agotamiento que la mantuvo hospitalizada por una semana y, luego de divorciarse, fue internada debido a una crisis depresiva.
La gala donde Marilyn le cantó Happy birthday al presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, tuvo lugar en 1962 y fue una de sus últimas apariciones públicas más célebres y recordadas. Cabe mencionar que, en 2018, el vestido que utilizó para este evento fue subastado a un precio de 4.8 millones de dólares, rompiendo un récord mundial.
Adiós a la diva de Hollywood
Al igual que el de muchos artistas, el fallecimiento de Marilyn encierra un gran enigma. La noche del 5 de agosto de 1962, fue hallada muerta en la habitación de un hotel de Los Ángeles. Su imagen estaba, por mucho, alejada de aquella sexy y glamurosa: no llevaba su dentadura, estaba desnuda, con moretones en todo el cuerpo, tenía las piernas sin depilar y el cabello deslavado. Por ese tiempo, la actriz se encontraba en medio de las grabaciones de Something’s got to give, la cual quedó inconclusa tras su deceso, a los 36 años de edad.
La versión oficial que se ha manejado sobre el hecho es que se trató de un suicidio, auxiliado por una sobredosis de barbitúricos y alcohol. No obstante, el detective encargado del caso jamás descartó la posibilidad de un asesinato, ya que, según él, la escena parecía alterada: el cadáver estaba acomodado y no se encontró el vaso con el que la actriz pudo haber ingerido las pastillas. Además, el ama de llaves de Marilyn, quien fue la que dio aviso a la policía, era la única presente en la habitación y tenía una actitud muy sospechosa, pues estaba lavando algo, como si estuviera tratando de desaparecer alguna evidencia. En esta misma línea del homicidio, las hipótesis apuntan el móvil del crimen a sus contactos con la mafia o a su cercanía con los Kennedy. Por todas estas irregularidades, el caso se reabrió dos décadas después del deceso de la rubia eterna y el desarrollo fue documentado en la miniserie Escandaloso: la muerte de Marilyn Monroe.
Enamorada de México
Meses antes de morir, Marilyn Monroe visitó México y se retrató en Teotihuacán y en el set de filmación de la película El ángel exterminador (1962), donde se entrevistó con grandes personajes del Cine de Oro mexicano, como Luis Buñuel y Emilio “El Indio” Fernández.
Pero la relación de la diva de Hollywood con nuestro país va mucho más allá de un simple viaje, pues su madre era mexicana, ya que nació en Piedras Negras, Coahuila. Además, la actriz se la pasaba constantemente de fiesta en Chihuahua, donde en varias ocasiones coincidió con Frank Sinatra y Jim Morrison, y fue ahí donde tramitó la anulación de su matrimonio con Miller. A principios de 1962, en uno de estos viajes, tuvo un fugaz romance con el guionista mexicano y director de cine José Bolaños Prado, quien fue su acompañante en una ceremonia de los premios Globo de Oro. Finalmente, existen unas fotografías en las que Marilyn luce un traje de china poblana, y otras, donde su única ropa es un suéter mexicano de lana.
Musa del arte
Fue objeto de inspiración para muchos artistas contemporáneos. El pintor surrealista Salvador Dalí realizó la obra Marilyn Monroe by Dalí, que es una especie de escenario cuyos elementos, en conjunto, forman el rostro de la actriz, destacando sus rasgos más característicos, como su cabello rubio, sus ojos, su nariz respingada y sus labios pronunciados, siempre pintados de rojo.
Por su parte, Andy Warhol, el mayor exponente del arte pop, realizó el Díptico de Marilyn, un mural compuesto por seis fotografías iguales de la actriz, pero, cada una, con una variación en la combinación de colores. Warhol terminó la pieza el mismo mes y año en que la diva murió.
A pesar de que han pasado 94 años de su nacimiento y 58 de su muerte, Marilyn Monroe no ha perdido vigencia, pues sigue siendo un referente de erotismo, belleza y glamour.
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