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126 años de cine




Al intentar hablar del ‘nacimiento del cine’, lo más seguro es que, automáticamente, se nos vengan a la mente los hermanos Lumière. Y sí, estos franceses desempeñaron un papel muy importante en tal suceso, es por ello que la historia, en su afán por determinar un autor y una fecha específica para cada acontecimiento, los reconoce a ellos como los creadores del séptimo arte, el 28 de diciembre de 1895. Sin embargo, hay que decirlo, concederles todo el crédito es bastante injusto, pues antes de ellos, hubo otros personajes, sin cuyos aportes, la magia del cine no hubiera sido posible.


La fotografía como inspiración



Animación con el zoopraxiscopio
Animación con el zoopraxiscopio

Era la década de 1880; la fotografía ya existía 53 años atrás, y no conformes con esa tecnología de poder inmortalizar un momento de la realidad en una imagen fija (que no fuera la pintura), varios hombres, cada uno, por su parte, comenzaron a pensar en la posibilidad de captur


ar, también, el movimiento, partiendo de los principios fotográficos que ya conocían. En 1879, el británico Eadweard Muybridge había creado el zoopraxiscopio, un artefacto que reproducía rápidamente una sucesión de fotografías, dando la sensación de movimiento; el ejemplo más representativo de tal invento es la animación de un caballo galopando.


En 1884, el artesano neoyorquino George Eastman inventó la cinta de película, y en 1888, el francés Louis Le Prince filmó las primeras imágenes en movimiento, directamente desde una cámara que él mismo construyó, aunque ésta no era capaz de reproducirlas ni proyectarlas. Se conoce que hizo dos películas, de apenas unos segundos de duración; las primeras de la historia: una mostraba a su familia bailando en un jardín, mientras que la otra, al tránsito del puente de Leeds, en Inglaterra. Por esta razón, para muchos historiadores, él es el verdadero inventor del cine. Y, quizá, se le habría otorgado su merecido reconocimiento si no hubiera sucedido una tragedia. Y es que Le Prince tenía planeado presentar públicamente sus grabaciones en un teatro de Nueva York, en 1890, pero desapareció de forma misteriosa meses antes del evento, luego de abordar un tren con destino a París.



Grabación de Louis Le Prince



Fue así que, en 1891, William K. L. Dickson, por encargo de su jefe, el distinguido inventor estadounidense Thomas Alva Edison, y basado en el zoopraxiscopio, creó el kinetoscopio, una caja grande de madera, de más de un metro de alto, que contenía en su interior un kinetógrafo que filmaba las imágenes en una cinta de celuloide de 35 mm. Asimismo, tenía un visor de cristal en la parte superior, a través del cual una persona a la vez podía observar la película, pues ésta no podía proyectarse. Edison obtuvo la patente de su aparato en 1893, mismo año en el que lo presentó en la Feria Mundial de Chicago y en el que inauguró su estudio de producción, llamado Black Maria, en Nueva Jersey, siendo el primero en establecerse.


Dos años después, basándose en el kinetoscopio, Auguste y Louis Lumière crearon y patentaron el cinematógrafo, el cual funcionaba como cámara y proyector. Con él, hicieron su primera película, La salida de los obreros de la fábrica, de 46 segundos, y otras grabaciones que registraban escenas de la vida cotidiana, en planos abiertos y de corta duración. No obstante, luego, comenzaron a filmar actos de comedia ensayados. Ya con un copioso material, el 28 de diciembre de 1895, realizaron la primera proyección colectiva, en el salón Indien, del Grand Café de París, en la que presentaron al público las cintas que, hoy, se han convertido en íconos de su obra y de los inicios del séptimo arte, como La comida del bebé, Demolición de un muro y El regador regado. Sin embargo, la más destacada de todas ellas fue Llegada de un tren a la estación Ciotat, la cual causó una gran impresión en los espectadores, ya que, debido a que la escena había sido filmada en un ángulo que captaba la diagonal de la vía y ésta se cortaba por los límites del cuadro de la lente, consiguiendo profundidad visual, daba la impresión de que el convoy se salía de la pantalla. Así, este acontecimiento se considera como el día del nacimiento del cine, con los Lumière como sus creadores.



Llegada del tren a la estación Ciotat


¿Por qué no Le Prince o Edison?

Incluso, aunque no hubieran sido los Lumière quienes se llevaran la condecoración, resultaría difícil determinar al padre del séptimo arte. Ninguno de estos hombres, ni otros más que también hayan contribuido, inventó el cine por sí solo. Y es que, a pesar de lo estipulado como oficial, las opiniones de historiadores, críticos y aficionados continúan divididas. Como ya mencionamos, hay quienes argumentan que es Le Prince quien merece el crédito sobre todos los demás, por haber sido el primero en grabar, desde una cámara, imágenes continuas en una misma cinta, creando una película como tal.


Otros dicen que, dado que el trabajo de Le Prince no trascendió, a Edison le correspondería el título, por ser el responsable del artilugio en el que, luego, se basaron los Lumière, al igual que por realizar las primeras cintas reconocidas y por establecer el primer estudio de grabación. En contraparte, otras voces señalan que el mérito debería ser de Dickson, el colaborador de Edison, ya que él fue el verdadero inventor del kinetoscopio.


Pese a lo anterior, se les reconoce a los Lumière porque fueron ellos quienes inauguraron el concepto que, hoy, tenemos de ver cine; es decir, un grupo de personas reunidas en un teatro, frente a una pantalla, disfrutando de una película proyectada, para la cual pagaron un boleto de admisión.


Lo cierto es que, después de ellos, vinieron otros personajes que bien podrían reclamar el nombramiento, ya que el séptimo arte no es sólo una proyección, sino todo un conjunto de técnicas de realización (que incluye encuadres, planos, discursos, guion, diálogos, música, actuaciones, etcétera), el cual se fue construyendo con la creatividad y los aportes de muchas personas a lo largo de estos 126 años.

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