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¿Cómo evitar caer en el greenwashing?





En un intento por contribuir a reducir la contaminación de nuestro planeta, desde hace ya algún tiempo, las marcas de todo tipo de giros han modificado sus productos o han sacado nuevos bajo la promesa de ser sostenibles, ya sea en sí mismos o sus empaques, los cuales, en muchas ocasiones, se dice que no contienen plásticos o que son reciclables, biodegradables o compostables.


Como consumidores responsables, comprometidos, también, por el bienestar del medio ambiente, compramos esos productos ecológicos, como una forma de poner nuestro granito de arena, pero ¿cómo sabemos que aquello es, en realidad, lo que el proveedor nos dice que es, o sea, sostenible, biodegradable, etcétera, y no se trata sólo de una estrategia de venta?


Esa duda nos lleva a tocar el concepto del greenwashing, que es cuando las marcas, organizaciones, gobiernos o cualquier otra entidad promueven una imagen de conciencia y compromiso ecológico, sin tenerlos verdaderamente, y engañan a la gente acerca de la sostenibilidad de sus productos o servicios.


Es cierto que muchas compañías recurren al greenwashing como un medio efectivo para promover la compra masiva de sus productos y generar mayores ganancias; sin embargo, algunos analistas y estudiosos del tema reconocen que puede que algunas empresas que llevan a cabo esta práctica no lo hagan de forma malintencionada, sino que caen en ella de manera ‘accidental’ debido a que no conocen a profundidad qué es la sostenibilidad y lo complejo del concepto, y, por ello, lo utilizan equivocadamente; aunque ello no debe ser motivo de justificación.


Es por eso que debemos estar atentos a lo que compramos y consumimos, pues esta modalidad de engaño se presenta en todos los niveles, desde las grandes empresas hasta los negocios más pequeños e independientes, y puede adoptar distintas formas. La intención de esta nota es ayudarlo a identificar el greenwashing, para evitar caer en él y para que aprenda a seleccionar productos que realmente sean ecológicos o lo más transparentes posible, para que las buenas acciones a favor del planeta, de verdad, se reflejen y no se trate sólo de una apariencia.


Signos de alerta

Natalia Lever, directora de The Climate Reality Proyect de América Latina, organización dedicada a luchar contra la crisis climática, explicó, en entrevista para CNN, cuáles son los principales focos rojos para detectar el greenwashing.


  • Lenguaje vago e información muy maravillosa: Es común encontrarnos con productos que tienen impreso en sus etiquetas, con tipografía grande y llamativa, los términos ‘100 %’ y ‘natural’, lo que hace que seamos más propensos a dejarnos llevar para comprarlos. No obstante, si en las letras pequeñas no hay una explicación más detallada y precisa que avale esas aseveraciones, entonces, puede ser que estemos frente a un caso de engaño. Y es que las empresas que verdaderamente impulsan y llevan a cabo acciones ecológicas acostumbran a hacer pública toda la información.


Por otro lado, los conceptos muy maravillosos, como lo es el 100 %, también son motivo de desconfianza, pues, como dicen los expertos, ningún producto procesado puede ser completamente sustentable; lo mejor sería indicar el porcentaje real; eso da más credibilidad. Además, la palabra ‘natural’ se emplea mucho porque es muy ambigua y apela a una interpretación equivocada de su significado, pues es tomada casi como sinónimo de saludable o verde, y eso no necesariamente es así; el petróleo y el arsénico son naturales, por ejemplo, pero no sustentables.


  • La etiqueta verde no siempre es garantía: La publicidad se apoya mucho en la teoría del color para referir visualmente las características de los productos, como el azul claro para todo lo light o, en este caso, lo verde para lo ecológico; sin embargo, los colores de la etiqueta no deben ser motivo suficiente para dar por hecho que un artículo es sustentable.


¿Qué hacer?


  • Investigar: Si identificamos estos factores y creemos que estamos ante un caso de greenwashing, debemos tomarnos el tiempo de investigar más sobre el producto en cuestión o sobre aquellos que estemos interesados en comprar. Podemos empezar por leer las etiquetas, para buscar información más detallada que confirme lo que dicen las letras grandes. Si no la encontramos ahí, se puede recurrir a la página electrónica de la marca o a sus redes sociales, pues, como comentamos anteriormente, cuando una empresa está llevando a cabo acciones benéficas, hacen públicos los detalles por todos los medios.


  • Buscar sellos o certificaciones: Una forma de verificar que el artículo que estamos comprando es confiable en cuanto al tema de la sustentabilidad es buscar que cuente con alguna certificación, como el Sello B, que avala que la empresa o entidad cumple con las normas y requisitos de transparencia sobre sus impactos sociales y ambientales, que asume un compromiso de mejora continua y que hay una coherencia entre sus promesas ecológicas y sus acciones. Aunque las certificaciones son un buen parámetro, si una empresa no cuenta con alguna, no significa que sea un engaño o que no realice labores de sostenibilidad; sin embargo, hay otras muchas opciones de transmitirlo a su público; por ello, la investigación es muy importante.


  • Experimentar: Si un producto dice que su empaque es reciclable o compostable, lo más lógico es que pongamos a prueba si eso es verdad, para dar fe de ello o no, a partir de nuestra propia experiencia.


  • Alzar la voz: Si se tienen dudas, siempre, está la opción de ponerse en comunicación con las marcas, empresas o proveedores, para solicitar más información de sus productos o para brindarles una retroalimentación, queja o sugerencia; y, por supuesto, ante casos comprobados de engaño, se puede acudir con las autoridades correspondientes, como la Procuraduría Federal del Consumidor.


Ahora, ya lo sabe: ser un consumidor responsable y comprometido con el medio ambiente va mucho más allá de comprar productos sostenibles sólo porque su etiqueta dice que lo son; es nuestro deber conocer qué es lo que estamos llevando a casa. Por su parte, las empresas deben ser más cuidadosas con lo que expresan, entender los conceptos de ecología, sustentabilidad, reciclaje, compostable y biodegradable, y usarlos correctamente.

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