Si hay personas que tienen cantidad de historias asombrosas para contar, son las exploradoras, aquellas que se desplazan, que viajan por el mundo y se adentran en las más alocadas situaciones, siendo testigos de eventos extraordinarios. Un claro ejemplo de ello son los marineros antiguos, quienes, en su afán por descubrir nuevos horizontes, acumulaban un sinnúmero de aventuras con las que podían crear antologías de varios tomos.
Los navegantes escandinavos de la Edad Media, por ejemplo, hablaban sobre sus constantes enfrentamientos con una feroz criatura marina, de dimensiones colosales, que habitaba en las profundidades del océano Atlántico y el mar de Noruega. La describían semejante a un pulpo gigante, con ocho kilométricos y pesados tentáculos, que cuando flotaba, parte de su cuerpo podía confundirse con una isla. Excretaba una sustancia venenosa de color negro y era capaz de devorar ballenas y navíos enteros. No sabían exactamente qué era, pero le atribuían alta peligrosidad y señalaban que se trataba de un ser incluso más fuerte y letal que el leviatán; por ello, utilizaron el término kraken para referirse a él, que en las lenguas eslavas significa “algo retorcido” o “bestia gigante”.
A lo largo del tiempo, las historias alrededor de esta criatura fueron intensificándose y cada vez le otorgaban nuevos y más exagerados elementos a su descripción, los cuales causaban confusiones sobre su “verdadera” anatomía. Referían que tenía ocho ojos, o simplemente uno, con el que hipnotizaba a otros animales; o bien, que era capaz de electrificar a los barcos con sus ventosas de dos metros de diámetro. De esta manera, el kraken se convirtió en el mayor temor hasta de los marinos más valientes y los piratas más despiadados, y se ganó un lugar privilegiado en los bestiarios nórdicos antiguos, dando origen a un mito.
En 1735, el naturalista sueco Carl von Linneo (1707-1778) incluyó al kraken en su Systema naturae, una publicación en la que describe y cataloga a diferentes especies de animales y plantas. No obstante, sobre la bestia, todavía no existía una investigación científica certera, por lo que tal información fue aceptada con desconfianza.
En 1752, las costas del Atlántico se tiñeron misteriosamente de negro, y el obispo de Noruega, Erik Pontoppidan, señaló que tal suceso sólo podía ser responsabilidad del kraken, un monstruo que, según su Historia natural de Noruega, medía una milla de longitud y sólo subía a la superficie cuando sentía que el fuego del infierno lo quemaba.
Por su parte, Pierre Denys de Montfort, naturalista francés, en su Historia natural, general y particular de los moluscos (1801), afirmó que las criaturas más grandes del océano eran el pulpo colosal y el kraken. Puesto que se basó únicamente en los testimonios de los marinos, se ganó el descrédito por parte de su gremio.
Más allá de la ficción
Aunque quizá todas esas historias suenen demasiado exageradas, pueden tener algo de verdad; y es que, para poder imaginar una criatura fantástica como el kraken, hay que tener un punto de referencia, una inspiración. Se dice que algunos marineros hablaban del llamado “diablo rojo”, un calamar gigante que devoraba náufragos, pero que sólo alcanzaba una longitud de 30 metros; estos testimonios ya indicaban algo tal vez más creíble.
En 1953, las leyendas comenzaron a hacerse realidad, al menos parcialmente, pues en una playa danesa se encontraron los restos en descomposición de un cefalópodo gigante, aunque no de las proporciones del kraken. Este hallazgo sugería que podía ser el animal con el que se habrían encontrado los marinos nórdicos, alrededor del cual crearon toda una leyenda.
Estudios posteriores concluyeron que se trataba de un ejemplar de calamar gigante, denominado Architeuthis dux, que vive en una zona comprendida entre los 250 y los mil 500 metros de profundidad, lo que dificulta que pueda ser estudiado a detalle; la mayoría de la información que se tiene sobre esta especie ha surgido a raíz de los cadáveres que arriban a las costas. Se sabe que mide entre 14 y 18 metros de longitud (gran parte de ellos corresponde a sus tentáculos), siendo las hembras las de mayor tamaño, y su peso va de los 230 a los 250 kilogramos. Se alimenta de peces y otros calamares, no obstante, es el festín del cachalote, su único enemigo marino.
Puesto que habita en la penumbra, el calamar gigante posee un único ojo, el más grande de todo el mundo animal, con un diámetro de aproximadamente 30 centímetros, que le es útil para detectar a su depredador; y es que cuando los cachalotes descienden, el plancton a su alrededor produce una bioluminiscencia que le permite al molusco ver cuando éstos se acercan. Asimismo, la tinta que secreta ayuda a nublar la vista y a inhibir el sentido del olfato de la ballena.
Al calamar gigante se le ha visto en aguas cercanas a España, Dinamarca, Namibia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Canadá y Japón. Las únicas razones por las que sube a la superficie son: 1) porque está herido por encuentros con depredadores; 2) porque fue capturado por alguna red pesquera, aunque, por no ser comestible para los humanos, es devuelto al mar; y 3) porque se desorientan por las explosiones marítimas que se realizan para la extracción de gas (el ruido producido puede llegar a los 260 decibeles, cuatro veces el volumen del sonido de una discoteca). En 2012, dos investigadores japoneses filmaron un ejemplar en su hábitat, en el océano Pacífico. Se trataba de una exploración financiada por la cadena Discovery Channel y en las escenas capturadas, puede verse al calamar en plena caza de un pequeño cardumen, no obstante, le faltaban dos tentáculos y sólo medía siete metros de longitud.
En la localidad de Luarca, en Asturias, España, se encuentra el Centro del Calamar Gigante, que hasta hace unos años funcionaba como museo en el que se podían apreciar los cuerpos de nueve ejemplares en perfecto estado de conservación, entre ellos, el de una hembra que, con apenas siete meses de edad, ya alcanzaba una longitud de 13.70 metros. En febrero de 2014 una tormenta azotó la costa asturiana, causando considerables daños, por lo que el lugar permanece cerrado hasta nuevo aviso.
Salón de la fama
Pese a que ya se ha develado la verdadera identidad del kraken, lo cierto es que éste se ha convertido en un monstruo mitológico que, actualmente, más que asustar, causa fascinación y se pone a la altura de otros monstruos ficticios, como pie grande, el yeti o el leviatán. Es el antagonista preferido de las historias marítimas y de piratas tanto en el cine como en la literatura. Por ejemplo, tiene un importante papel en la novela de Víctor Hugo, Los trabajadores del mar (1866), y Julio Verne lo menciona en las Veinte mil leguas de viaje submarino (1869), donde narra el encuentro entre el kraken y el capitán del navío francés Alecton, en las aguas del Atlántico.
En cuanto al cine, aparece en Furia de titanes, en las versiones de 1981 y 2010; en Piratas del Caribe: el cofre de la muerte y Kraken: tentáculos de lo profundo, ambas, estrenadas en 2006, sólo por mencionar algunas películas.
Hasta el momento, sabemos que el kraken es sólo una figura de fantasía, pero, quién sabe, el mar es un mundo aparte, tan extenso como profundo, que parece casi infinito. Puede que, en alguna zona de sus aguas, se oculte ese gran ser del que los escandinavos hablaban, a la espera del momento perfecto para resurgir.
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