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Evangelina Villegas Moreno, la mujer que desarrolló un maíz con alta calidad proteica


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El maíz, conocido científicamente como Zea mays L., es uno de los cultivos alimentarios más importantes a nivel global y ha sido, durante milenios, el eje de la alimentación en América, en especial, en México, donde se domesticó hace más de 9 mil años, a partir del teocintle, llamado por los antiguos indígenas como “cincocopi”.

 

Los teocintles son las especies silvestres más cercanas al maíz moderno. Estas gramíneas, originarias de Mesoamérica, representan los antecesores evolutivos del maíz. A través de un proceso milenario de selección artificial, llevado a cabo por los pueblos originarios de la región, en especial, en lo que hoy es el sur de México, estas plantas silvestres fueron transformadas, de forma gradual, en un cultivo agrícola fundamental.


En América Latina, el maíz es un símbolo cultural, la base de la cocina tradicional y motor económico para muchas comunidades rurales. Su importancia va mucho más allá de la nutrición, ya que está estrechamente vinculado a la identidad, la seguridad alimentaria y el desarrollo social de la región.


La domesticación del maíz, a partir del llamado teocintle, dio origen a uno de los alimentos más cultivados y consumidos en el mundo actual, junto con el trigo y el arroz. Estos alimentos tan importantes forman parte de la base nutricional de miles de millones de personas, y se estima que más de 4 mil 500 millones de individuos en todo el mundo dependen de este cereal para obtener una parte significativa de sus calorías diarias.

Ahora, si nos enfocamos desde el punto de vista nutricional, de acuerdo con un informe de la Food and Agriculture Organization, el maíz es rico en carbohidratos, en particular, por el almidón; contiene entre 8 y 13 % de proteínas, además de aportar grasas, fibra dietética, minerales y vitaminas del grupo B.


 

Sin embargo, las variedades convencionales de maíz presentan deficiencias en aminoácidos esenciales, como la lisina y el triptófano, lo que limita su valor proteico en la dieta humana. Esta carencia afectaba la nutrición de las poblaciones que dependían casi exclusivamente de este cereal.

 

Fue en este contexto donde Evangelina Villegas Moreno, bioquímica mexicana y una de las mentes científicas más trascendentes del siglo XX en América Latina, dedicó su vida profesional al estudio de esta semilla milenaria, que ha sido considerada el “alimento de los dioses” desde las culturas prehispánicas de Mesoamérica, como los mexicas y mayas, siendo la base fundamental de su cosmovisión.


El trabajo de Evangelina Villegas, en colaboración con el investigador Surinder K. Vasal, condujo al desarrollo de una variedad mejorada de maíz, conocida como “maíz de alta calidad proteica” (QPM, por las siglas en inglés de Quality Protein Maize). Esta innovación permitió corregir las deficiencias nutricionales del maíz tradicional, al aumentar el contenido de lisina y triptófano, mejorando, de manera significativa, su valor proteico.


Vida, legado y reconocimiento


Nacida el 24 de octubre de 1924, en la Ciudad de México, Evangelina fue una pionera en un mundo donde pocas mujeres podían serlo. Dedicó sus estudios a la química y la biología, en el Instituto Politécnico Nacional; y se menciona que obtuvo su maestría en ciencia con especialidad en tecnología de cereales, en la Universidad Estatal de Kansas, en 1962, y su doctorado en química de cereales y fitotecnia, en la Universidad Estatal de Dakota del Norte, en 1967. Fue en esa época donde comenzó a gestarse su visión. Ella quería resolver los problemas nutricionales a través del alimento más consumido por la población.


En 1950, fue cuando inició su labor como investigadora en el Instituto Nacional de Nutrición y en la Oficina de Estudios Especiales, participando en un programa respaldado conjuntamente por la Fundación Rockefeller y la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Con el tiempo, esta oficina se transformaría en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), institución en la que Evangelina llevaría a cabo la mayor parte de su trayectoria profesional, según información de Mujeres con ciencia. Desde aquí, fue que colaboró, de manera estrecha, con el genetista Surinder Vasal, para desarrollar una de las innovaciones más importantes en la historia de la alimentación: el maíz de alta calidad proteica, mejor conocido como QPM, en la década de 1980.


Evangelina entendió que no era suficiente con llenar estómagos; ella quería nutrir, sin imponer cambios que chocaran con la cultura ni depender de soluciones industriales. En un tiempo en el que la biotecnología avanzaba, Evangelina Villegas eligió un camino más lento, utilizando variedades naturales, como el maíz opaco-2, que contiene más lisina y triptófano —dos aminoácidos esenciales—, comenzando un proceso riguroso y prolongado de cruzamientos selectivos, permitiendo la mejora genética natural dentro de la especie y biofortificación, y ofreciendo 90 % del valor nutricional en relación a la leche, de acuerdo con Archivos Latinoamericanos de Nutrición.


Lo que hizo fue, generación tras generación, cruzar plantas de la misma especie, seleccionando sólo aquellas que conservaran las proteínas mejoradas, sin perder el sabor, la textura ni la resistencia agrícola del maíz tradicional. El impacto fue inmenso, sobre todo en países donde el maíz es prácticamente el único alimento diario. Así, el QPM disminuyó los índices de desnutrición, mejoró el crecimiento infantil y potenció el desarrollo cognitivo en niños y niñas. Y lo hizo sin cambiar sus hábitos y sin imponerles un nuevo alimento extraño. Evangelina les ofreció el mismo maíz de siempre, sólo que más generoso y más nutritivo. Fue así que su trabajo fortaleció las iniciativas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), una organización fundamental para la seguridad alimentaria mundial, que se localiza en la actualidad en el Estado de México.


En el año 2000, Evangelina Villegas recibió el Premio Mundial de la Alimentación (World Food Prize), junto con Vasal, convirtiéndose en la primera mujer en obtenerlo. Falleció a los 92 años, el 24 de abril de 2017, dejando a este mundo un gran legado que vive en cada rincón donde el maíz es vida.


“Me gustaría, con este premio, que el mundo fuera consciente de lo que hemos desarrollado. Porque, como mexicana, el mayor honor para mí sería ver todos los campos de México rebosantes de QPM”, expresó Evangelina Villegas Moreno al recibir el premio Word Food Prize, en el año 2000.

 

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