Por Dra. Dulce Izeth Varela
La galactosemia es una enfermedad genética, de herencia autosómica recesiva, caracterizada por reducir la capacidad para convertir la galactosa de la dieta en glucosa, debido a una alteración en la actividad de una de las tres enzimas de la vía de Leloir; por consiguiente, se distinguen tres tipos de galactosemia:
1. Galactosemia clásica, secundaria a la deficiencia de galactosa-1-fosfato uridiltransferasa (GALT), considerada el tipo más común y severo de esta enfermedad.
2. Galactosemia por deficiencia de galactoquinasa (GALK).
3. Galactosemia por déficit de UDP-galactosa-4-epimerasa (GALE).
Dada la gran variedad de datos clínicos, a continuación se mencionará cada tipo de galactosemia, enfatizando sus hallazgos y particularidades.
Galactosemia clásica
Se origina por el déficit de la enzima galactosa-1-fosfato uridiltransferasa, lo que deriva en la acumulación de galactosa-1-fosfato, galactosa y galactitol, responsables de alteraciones hepáticas, renales y cerebrales. El cuadro clínico es variable, con capacidad de presentar todos o algunos de los siguientes hallazgos: vómito, letargia, irritabilidad, hipoglucemia, convulsiones, ictericia, hepatomegalia, falta de aumento de peso, cataratas, hiperbilirrubinemia, transaminasemia, coagulopatía, insuficiencia hepática, encefalopatía, aminoaciduria, septicemia producida por E. coli, e, incluso, muerte. Los síntomas comienzan típicamente alrededor del tercer día de vida, sin embargo, el diagnóstico se realiza habitualmente dentro de las dos primeras semanas de vida, a través del screening neonatal. Cabe destacar que, si el diagnóstico no se hace precozmente, las lesiones hepáticas y cerebrales se agravan progresivamente, tornándose irreversibles.
A nivel fisiopatológico, el aumento de los niveles de galactosa-1-fosfato en los tejidos, actúa como inhibidor competitivo de la enzima fosfoglucomutasa, que cataliza la conversión de glucosa-1-fosfato en glucosa-6-fosfato, que es la vía para convertir el glucógeno en glucosa, lo que explica la producción de hipoglucemia. A su vez, se sabe que la galactosa-1-fosfato es hepatotóxica y produce lesión cerebral por acción directa o por la hipoglucemia; en cambio, el exceso de galactosa, al transformarse en galactitol y acumularse, deriva en el desarrollo de cataratas.
Por eso, resulta fundamental establecer el diagnóstico e instaurar un tratamiento. El primero se establece mediante la medición de galactosa-1-fosfato (Gal-1-P) y de la actividad de galactosa-1-fosfato uridiltransferasa (GALT) en eritrocitos; los resultados observados para galactosemia clásica demuestran una actividad enzimática GALT menor del cinco por ciento del valor promedio en individuos sanos y la Gal-1-P mayor a 10 mg/dl. El tratamiento específico debe iniciarse en las primeras semanas de vida, mediante:
· Eliminación de la galactosa de la dieta, ante la menor sospecha clínica o resultados positivos en el tamiz neonatal, con el objetivo de prevenir las secuelas irreversibles o la muerte en la etapa neonatal.
· Fórmula infantil con base en aislado de proteína de soya.
· Micronutrimentos, vitamina D y calcio.
Galactosemia por déficit de galactoquinasa
El dato clínico característico es la formación de cataratas a muy temprana edad. De manera normal, la galactoquinasa o galactocinasa, como también es denominada, permite la fosforilación de la galactosa, convirtiéndola en galactosa-1-fosfato. No obstante, si esta enzima no presenta actividad, el exceso de galactosa se convierte en galactitol, metabolito que se acumula en el cristalino, causando edema y desnaturalización de las proteínas, originando cataratas. Debido a que la herencia es autosómica recesiva, los padres y hermanos heterocigotos pueden tener valores intermedios de la actividad enzimática, sin manifestaciones de la enfermedad.
El diagnóstico se sospecha al encontrar galactosa en la sangre u orina, mientras que el diagnóstico de certeza se establece determinando la actividad de la galactocinasa en los eritrocitos, que generalmente está por debajo de los valores detectables. El tratamiento consiste en instaurar de forma precoz una dieta libre de lactosa, galactosa y derivados, con lo que se busca evitar la formación de cataratas.
Galactosemia por déficit de UDP-galactosa-4-epimerasa
Según el déficit de la enzima, existen dos formas clínicas de este trastorno metabólico, por lo cual, será generalizado o no. En la forma benigna, el paciente no presenta manifestaciones clínicas, detectándose la enfermedad sólo por el screening neonatal, al encontrarse niveles sanguíneos elevados de galactosa-1-fosfato en los eritrocitos, siendo normal la actividad de la uridiltransferasa y de la galactocinasa.2
Clínicamente, estos niños no tienen problemas de crecimiento y desarrollo, y su evolución puede ser normal aun sin restricciones en la dieta. En la forma grave, hay un déficit generalizado en la actividad de GALE, y debe sospecharse en los pacientes con signos y síntomas similares a los presentes en la galactosemia clásica, pero con actividad normal de la uridiltransferasa.
BIBLIOGRAFÍA
1. Guía de práctica clínica. Tratamiento nutricional del paciente pediátrico y adolescente con galactosemia. CENETEC, IMSS-536-12.
2. Ponton, Raúl Alberto. (2003). Errores congénitos del metabolismo: galactosemia. Invenio. Vol. 6 (11): 113-120.
3. Cornejo E., Verónica y Raimann B., Erna. (2004). Alteración del metabolismo de la galactosa. Revista Chilena de Nutrición. Vol. 21 (S1): 170-176.
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