¿Qué tan conveniente es convertir nuestra casa en una smart home?
Actualmente, estamos siendo testigos de que la realidad supera, por mucho, la ficción, pues el panorama futurista que nos presentaban la televisión y el cine se está convirtiendo en el entorno del presente. Hoy vivimos en un mundo en el que dominan la tecnología y los gadgets supersofisticados, mismos que, además, continúan perfeccionándose, volviéndose cada vez más inteligentes y casi autónomos.
Todos estos artefactos se han creado con el único fin de facilitar la vida de las personas. Así, las pantallas, por ejemplo, han pasado de ser simples proyectores de imagen a aparatos multitarea, que hasta pueden interactuar con nosotros; y lo mismo sucede con los teléfonos celulares u otros dispositivos. Incluso, se han inventado algunos, cuya única función es la de ser asistentes personales de los usuarios en los distintos ámbitos de la vida, como el trabajo, el entretenimiento y las actividades diarias en el hogar.
Un smart home u hogar inteligente es aquella casa que está equipada y opera a través de estos dispositivos electrónicos, que fueron hechos para realizar ciertas funciones que antes se ejecutaban de forma manual e independiente de otras, como el apagado y encendido de luces, el cierre y apertura de cerraduras, el manejo de electrodomésticos, llamadas telefónicas o de video, entre otras. Todo esto, controlado mediante sensores, programación, aplicaciones móviles y, sobre todo, internet.
Sin duda, la tecnología nos ahorra cierto esfuerzo; no obstante, dejarle toda la responsabilidad tiene tanto efectos positivos como negativos, los cuales conviene tener en cuenta antes de tomar la decisión de acondicionar nuestra casa con todos estos aparatos inteligentes.
Lo bueno
Comodidad: Es una de las principales ventajas de un smart home, pues, por ejemplo, el poder controlar la iluminación de las habitaciones con tan sólo un clic en nuestro teléfono o dictándole la instrucción a nuestro asistente virtual, nos ahorra la fatiga de tener que levantarnos a hacerlo nosotros mismos. De esta manera, nos es posible realizar varias actividades a la vez y a la distancia.
Accesibilidad: Se refiere a que la mayoría de estos dispositivos trabaja con un software integral pero simple a la vez, para que cualquier persona pueda manipularlos. Para esto, su interfaz y su lógica de uso son bastante intuitivas y ofrecen varias alternativas de control, como los comandos de voz, lo que facilita que niños, personas de la tercera edad o discapacitadas los utilicen.
La exclusividad: Dentro de estas alternativas de control, además de la voz, los dispositivos se pueden configurar y funcionan con ciertos datos que sólo el usuario tiene o conoce, como las clásicas contraseñas, huellas digitales, reconocimiento facial o lector de retina. Esto, además de permitirnos una administración exclusiva, genera, a su vez, una sensación de seguridad.
Lo malo
Inversión grande: Es preciso remarcar que intentar convertir nuestra casa en un smart home implica un derroche económico, pues los aparatos, al contar con lo último en tecnología y por tratarse de productos de novedad o catalogados como de gama alta, se venden a precios elevados. Además, muchas marcas han optado por hacer que sus equipos funcionen únicamente entre sí, es decir, que sólo tengan conectividad con otros del mismo desarrollador, lo que obliga al usuario a hacerse de gadgets específicos, imposibilitándole la opción de utilizar algún producto genérico o universal que sea un poco más asequible.
Conectividad y compatibilidad: El hecho de que la mayoría de las cosas funcione a través de internet supone una desventaja, pues si llegara a haber fallas en la red, todos los equipos se volverían totalmente inútiles. En cuanto a la compatibilidad, los aparatos inteligentes trabajan con actualizaciones de software que el desarrollador lanza para incrementar el potencial y la utilidad de los mismos, pero llega un punto en que los dispositivos ya no son compatibles con las nuevas versiones, por lo que se vuelven obsoletos.
Para contrarrestar las desventajas, muchos equipos aún conservan la alternativa de conectarse vía Bluetooth, lo que es bastante funcional si no tenemos acceso a internet; sin embargo, aunque suene un poco contradictorio, al no ser capaces de operar con datos o una red Wi-Fi, éstos no podrán manipularse desde ubicaciones que involucren largas distancias.
Software dañado: Aunque hablamos de dispositivos inteligentes, éstos no están exentos de tener errores y presentar fallas en su sistema o programación, sobre todo los nuevos lanzamientos, que vienen con versiones de prueba o beta. Incluso, muchas veces, las actualizaciones de software pueden traer problemas que imposibilitan el buen desempeño que nuestros aparatos ya tenían.
Seguridad expuesta: La configuración de los dispositivos, en su mayoría, por no decir todos, está ligada a una cuenta de correo electrónico que involucra contraseñas o datos personales. Al estar expuestos en la amplia red de internet, existe la posibilidad de que puedan ser hackeados, comprometiendo su seguridad y exponiéndose a una situación de peligro; y es que, si sus equipos están sincronizados, por ejemplo, con las cerraduras de su casa o con el sistema de monitoreo por televisión, su casa quedaría en total vulnerabilidad.
Queda claro que utilizar la tecnología nos facilita cantidad de cosas y hace nuestra vida mucho más sencilla, sin embargo, debido a las desventajas que también presenta, quizá no sea tan buena idea confiarle el 100 % el funcionamiento de nuestra casa. No obstante, sea cual sea su decisión, siempre tenga en cuenta todos estos puntos.
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