Las redes sociales, no tan sociales, a veces
- paginasatenea
- 8 abr
- 4 Min. de lectura
Cómo pueden afectar a la autoestima de los usuarios

Las redes sociales se han convertido en una parte integral de la vida moderna, ofreciendo una plataforma para la conexión, la comunicación y la expresión personal. Sin embargo, se han realizado diversos estudios que demuestran su impacto y su fuerte influencia en la autoestima de los usuarios, por lo que es importante comprender cómo estas plataformas pueden influir en nuestra percepción de nosotros mismos.
Comparación constante y la ilusión de la perfección
Las redes sociales, a menudo, nos presentan una versión idealizada de la vida de los demás, donde sólo se muestran los momentos más destacados y positivos, transmitiendo a los contactos o seguidores la apariencia de tener una vida perfecta. Esta constante exposición a la "perfección" de los demás puede llevar a la persona a hacer comparaciones constantes entre su vida y la de los otros, generándole sentimientos de insuficiencia, baja autoestima, fracaso, envidia, entre otros.
La presión por proyectar una imagen perfecta en redes, de agradarle a los otros y la búsqueda de validación por parte de los demás puede conducir a la edición exagerada de fotos, la creación de perfiles falsos, la publicación excesiva de cosas, incluso, no tan reales o que no van del todo con la forma de ser y pensar de la persona, sometiéndola a un estado de estrés y de intranquilidad mental.
Igualmente, las redes sociales pueden generar una sensación de exclusión y ansiedad al ver constantemente que otros están participando en actividades divertidas o logran cosas que parecen inalcanzables, provocando sentimientos de soledad o de no estar a la altura de las expectativas sociales.
Cyberbullying y acoso
De alguna manera, al hacer pública nuestra vida (ya sea con el perfil abierto o compartiendo sólo con contactos) y permitirle a las personas que interactúen con nosotros, quedamos expuestos a comentarios de todo tipo, tanto positivos como negativos.
Escribir detrás de una pantalla brinda a las personas cierto anonimato e, incluso, la seguridad de expresar lo que en una situación presencial no se atreverían a hacer o a decir; esto facilita el cyberbullying y el acoso, que pueden tener un impacto devastador en la autoestima y la salud mental de los usuarios. Los malos comentarios, las críticas malintencionadas, las burlas y el acoso en línea pueden generar sentimientos de vergüenza, humillación y ansiedad, conduciendo al aislamiento y a la depresión.
Necesidad de validación
La desesperación por recibir la aceptación y reconocimiento de los otros, medibles a través de los likes y los comentarios en las publicaciones e, incluso, en la cantidad de seguidores que se tienen y que se ganan puede generar una dependencia de la aprobación externa, lo que puede afectar negativamente la autoestima y la percepción de uno mismo. En consecuencia, la falta de interacción o la recepción de comentarios negativos ocasionan sentimientos de rechazo y baja autoestima.
Rechazo a la propia imagen corporal y la presión por la apariencia física “ideal”
Las redes sociales, a menudo, promueven estándares de belleza poco realistas, lo que puede generar inseguridad y baja autoestima en relación con la imagen corporal. La exposición constante a imágenes de cuerpos "perfectos" puede llevar a la comparación y la insatisfacción con la propia apariencia.
Pareciera, entonces, que las redes sociales, lejos de ser medios para facilitar la comunicación a distancia y el acercamiento con los demás, son un escenario para exhibirse, un campo de batalla entre los usuarios, que luchan por ver quién es mejor que quién.
Adicción
El uso excesivo de las redes sociales puede llevar a la dependencia, lo que puede generar una sensación de vacío cuando no se está conectado, incrementando la intranquilidad, la ansiedad y el miedo.
¿Cómo evitar ser víctimas?
Primero, es fundamental ser conscientes de que lo que se ve en las redes sociales no es del todo real y que las vidas perfectas, de color de rosa, no existen; siempre tienen matices. Lo segundo es reconocer cuando las redes, más allá de representar un medio de distracción, esparcimiento y/o entretenimiento, nos están provocando estados de ansiedad y estrés, que afectan a nuestra salud mental. Una vez identificando esto, se recomienda tomar las siguientes acciones en pro del autocuidado, estableciendo límites:
Discriminación de contenido: Se refiere a consumir y exponernos al contenido que nos gusta y que nos hace sentir bien o que nos aporta algo positivo, desde una risa hasta aprendizaje, etcétera; y, en consecuencia, dejar de seguir a aquellas páginas o personas que ya identificamos que nos hacen sentir mal.
Fomento de la autoestima: Implica reconocer que la vida no son las redes sociales, sino, por el contrario, está fuera de ellas. Invita a reforzar la práctica de actividades fuera del plano online y más dentro del plano real, que fortalezcan la autoestima y la confianza en uno mismo, tal como hacer ejercicio, aprender cosas nuevas, tomar cursos, salir con amigos y la familia, bailar, cantar, ir al cine, etcétera.
Buscar ayuda profesional: En casos de cyberbullying, acoso o baja autoestima significativa, es importante buscar apoyo profesional de un psicólogo o terapeuta.
Darse una pausa: Relacionado con el punto tres, es fundamental reconocer la dependencia a las redes y, entonces, comenzar con el proceso de desintoxicación. Esto implica establecerse horarios para revisar las redes sociales o, si se considera necesario, suspender nuestras cuentas por algún tiempo, para enfocarnos en otras cosas.
Las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa para la conexión y la comunicación, pero es fundamental utilizarlas de manera consciente y responsable, protegiendo nuestra autoestima y bienestar emocional. Recuerde, nada está por encima de nuestra salud mental.
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