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La enciclopedia del cubrebocas



Aunque aún hay controversia sobre si es necesario que todas las personas porten cubrebocas o no, lo cierto es que se han convertido en uno de los productos más cotizados en estos tiempos de pandemia, y al parecer, en adelante, se volverán un accesorio fundamental. Al respecto, cabe recordar que, para la población en general, la OMS recomienda únicamente el uso de las mascarillas bajo dos condiciones: 1) si la persona fue diagnosticada con COVID-19 o presenta síntomas leves, como tos y estornudos, o 2) si cuida a un paciente enfermo. En el caso particular de México, desde que dio inicio el período de la “nueva normalidad”, es obligatorio utilizar cubrebocas en el transporte y espacios públicos, como un elemento adicional a las medidas de prevención que ya se conocen.

En el ámbito sanitario y de salud, existen tres tipos de cubrebocas, cuyo diseño, características y uso están orientados a diferentes escenarios y niveles de exposición a los agentes y partículas. La principal diferencia entre ellos es la capacidad de filtración:


Higiénicos

Son los modelos hechos de tela. Se distinguen por ser lavables y reutilizables. Sirven para contener y evitar el salto de las gotículas que se expulsan al hablar, toser o estornudar. Pueden usarse aun estando sanos, como medida de higiene, o si se tiene alguna infección, para no contagiar; sin embargo, no representan una barrera contra los agentes externos, es decir, no previenen de contraer la enfermedad. Su capacidad de retención dependerá del tipo de tela con que estén confeccionados.

Para la elaboración casera de un cubrebocas higiénico de tres capas, los Institutos de Física y Geofísica de la UNAM y la SECTEI, con base en un estudio que realizaron, proponen dos modelos con telas diferentes: el primero, con poliéster en las tres capas (bloquea el paso de microgotas respiratorias mayores a 0.65 micrómetros), y el segundo, con tela de licra en la capa exterior; algodón en la intermedia; y poliéster en la interior (bloquea microgotas de 0.68 micrómetros). Se recomienda lavarlos con jabón y agua caliente, a una temperatura mínima de 60 °C.

Quirúrgicos

En este grupo entran los cubrebocas sencillos, plisados y termosellados, elaborados con textiles especiales, como telas SMS, quirúrgicas o pellón. Son útiles para evitar la transmisión del virus y no generar un contagio, pero no protegen del mismo; esto es que, al igual que los de tela, retienen las partículas que la persona expulsa, mas no filtran el aire inhalado, por lo que los agentes contenidos en él pueden atravesar la barrera e ingresar al organismo. Son desechables, con un tiempo de vida aproximado de cuatro a ocho horas, y deben tirarse a la basura cuando ya estén húmedos.

Aunque están recomendados para las personas enfermas, la importancia de su uso en estos tiempos tiene un carácter preventivo, ya que existen muchos pacientes asintomáticos, que no saben que portan el virus, pero son potenciales contagiadores.


De alta eficiencia

Están elaborados con materiales especiales que bloquean en un alto porcentaje la entrada de los microorganismos provenientes del exterior (gotículas menores a cinco micras). Algunos modelos contienen filtros o válvulas de exhalación que ayudan a intensificar su función y a hacerlos útiles contra los aerosoles. Se les considera un equipo de alta protección (EPI), porque, a diferencia de los anteriores, éstos sí son capaces de protegernos de un contagio. Su tiempo de vida es de ocho horas.


Con base en su capacidad de filtración (FFP, Filtering Facepiece), se distinguen tres tipos, calificados en una escala del 1 al 3, considerando que entre más alto es el número, su porcentaje de eficiencia es mayor, el cual varía entre el 78 %, en las mascarillas FFP1; 92 %, en las FFP2; y 98 %, en las FFP3. Estas dos últimas son las más recomendadas únicamente para el personal médico que atiende a un paciente con coronavirus o que está expuesto a entornos donde se generan aerosoles, como los hospitales. No obstante, cabe mencionar que una persona infectada NO debe utilizar un cubrebocas FFP3, ya que éste, adicional al filtro, contiene una válvula de respiración que, al exhalar, permite la salida del aire, contaminando el ambiente.

Las mascarillas N95 y KN95 forman parte del grupo de alta eficacia. La “N” incluida en su nombre es una abreviación del término inglés Non-oil, y se refiere a que son capaces de filtrar sólidos o aerosoles, pero no los aceites; por su parte, el “95” indica el porcentaje de efectividad. El modelo N95 cuenta con las certificaciones estadounidenses por parte del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), mientras que el KN95 está evaluado por el Servicio Nacional de Acreditación de China para la Evaluación de la Conformidad (CNAS) y también por la FDA.


Uso correcto del cubrebocas


Es importante remarcar que el cubrebocas es únicamente un auxiliar en el cuidado de la salud, su uso debe conjugarse con un correcto lavado de manos, limpieza de los espacios y la sana distancia. Así evitaremos caer en la “falsa seguridad”, donde existe el pensamiento erróneo de que, por el simple hecho de portar una mascarilla, ya estamos protegidos.

Los pasos a seguir al momento de colocarse un cubrebocas son:




1. Lavarse las manos, con agua y jabón, en un proceso de 20 segundos de duración. Si no se tienen a la mano estos productos, entonces sanitizarlas con gel antibacterial.

2. Ubicar el derecho y el revés del cubrebocas, asegurándose de que la costilla para ajuste nasal quede hacia arriba.

3. Tomar el cubrebocas de los elásticos, y colocarlo en el rostro, abarcando boca, nariz y parte de la barbilla.

4. Ajustar la costilla a la forma de la nariz, de manera que quede cómodo.



Importante
El cubrebocas no debe usarse como diadema ni colocarse debajo de la barbilla o como gargantilla; si esto sucede, su utilidad se pierde, además de que se propicia la diseminación de los microorganismos contenidos. Cada que sea necesario quitárselo, debe desecharse y usarse uno nuevo.

Para retirarlo, se sigue el mismo procedimiento, pero a la inversa:


1. Higiene de manos, con agua y jabón o gel antibacterial.

2. Tomar los elásticos del cubrebocas, y retirarlo con cuidado, sin manipularlo bruscamente, para evitar la diseminación de los agentes contenidos. Tampoco debe colocarse sobre ninguna superficie.

3. Una vez retirado, debe introducirse en una bolsa plástica con sellado hermético. Si es un cubrebocas de tela, debe doblarse por la mitad, con la parte interna hacia adentro, meterlo a la bolsa y sacarlo con cuidado cuando se vuelva a usar.

4. Desechar la bolsa.

5. Lavarse las manos otra vez.

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