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Las Voyager 1 y 2, mensajes para la vida extraterrestre 



 

Las Voyager son dos sondas espaciales gemelas, que fueron lanzadas por la NASA, en 1977; la Voyager 2, el 20 de agosto; y la Voyager 1, el 5 de septiembre. Su objetivo inicial era explorar los planetas más lejanos del Sistema Solar (Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón); sin embargo, han sido capaces de ir más allá y adentrarse en el llamado espacio interestelar, siendo los únicos objetos hechos por el hombre en lograr tal hazaña.

 

El espacio interestelar es aquella inmensa zona fuera del área de nuestro Sistema Solar (heliosfera), donde los efectos del Sol ya no tienen alcance.
Dicho de otro modo, imagine que el Sistema Solar está dentro de una burbuja llamada heliosfera. Esa burbuja es creada por el campo magnético solar y el flujo constante de partículas impulsado por el Sol. El área fuera de la heliosfera es lo que denominamos espacio interestelar; y la capa que divide ambas zonas se llama heliopausa.

 

A 47 años de su lanzamiento y aún en operación, su misión es, hasta el momento, la más longeva de la NASA. A lo largo de este tiempo, lograron tomar miles de imágenes de los planetas objetivo, capturando a detalle, por ejemplo, las nubes y tormentas de Júpiter y la estructura de los anillos de Saturno; de este último, también, descubrieron volcanes activos en Io, una de sus lunas; entre otros hallazgos. En el año 2012, la Voyager 1 cruzó la heliopausa, mientras que la Voyager 2 lo hizo en 2018; y, desde entonces, han enviado información valiosa sobre las zonas espaciales más remotas.

 

Por ahora, las sondas continúan su viaje por el espacio interestelar, transmitiendo datos. De acuerdo con el portal Space Place, de la NASA, ambas naves tienen suficiente combustible y energía para seguir operando este año y, quizás, un poco más; no obstante, habrá algún momento –cada vez más cercano– en el que ya no podrán comunicarse con la Tierra y, a menos que sean interceptadas por algo o alguien, se perderán y deambularán por el inmenso espacio durante miles y millones de años.

 

Foto: NASA
Foto: NASA

Mencionamos esto porque las Voyager, además de estar equipadas con la tecnología necesaria para la exploración y transferencia de datos, también, son una especie de carta o mensaje amistoso para los extraterrestres, pues, pensando en que, en algún momento, éstos pudieran encontrarlas, la NASA le colocó a cada una un disco chapado en oro, de 12 pulgadas, llamado Golden Record, el cual contiene material visual y sonoro sobre la vida en la Tierra y sobre nuestra especie. La parte posterior del disco funciona como un instructivo gráfico, que indica cómo reproducirlo. Así, además de ser exploradoras, son cápsulas en el tiempo.

 

¿Qué es lo que contienen?

De acuerdo con el blog de la NASA, cada disco posee 115 imágenes, entre variedad de fotografías de paisajes y de las culturas que habitan en nuestro planeta, y diagramas de principios científicos básicos; así como audios, que incluyen diversos sonidos de la naturaleza terrestre, saludos en 55 idiomas diferentes, 90 minutos de música de diversos tipos, culturas y épocas, y un mensaje de Jimmy Carter (presidente de Estados Unidos en la época en la que se lanzaron las sondas) y de Kurt Waldheim (el entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas [ONU]).

 

El contenido de los discos fue cuidadosamente seleccionado por un grupo representativo de científicos de la NASA, que, a su vez, fue asesorado por un comité de la Universidad de Cornell, a cargo de Carl Sagan, astrónomo, astrofísico y divulgador científico estadounidense, quien tuvo la idea de incluir este proyecto en las sondas.

 

Los discos contienen la misma información, la cual está organizada en tres secciones:

 

Primera sección. Los saludos

Son las grabaciones de saludos y mensajes amables diferentes, en los 55 idiomas seleccionados; lo curioso es que algunos de ellos son lenguas antiguas –como el acadio (que se hablaba en Mesopotamia), el arameo, hitita, el latín y el sumerio–; o son dialectos derivados del chino –como el amoy, el cantonés, mandarín y el wu–.

 

El resto de los idiomas incluidos son: alemán, armenio, bengalí, birmano, checo, inglés, francés, neerlandés, griego, gujarati, hebreo, hindi, húngaro, ila (Zambia), indonesio, italiano, japonés, canarés, quechua, coreano, luganda, maratí, nepalí, el nguni y el nyanja (África), oriya, persa, polaco, portugués, punjabi, rayastani, rumano, ruso, serbio, cingalés, sesoto, español, sueco, télugu, tailandés, turco, ucraniano, urdu, vietnamita y el galés. En español, el mensaje es: “Hola y saludos a todos”.

 

Segunda sección. Sonidos de la Tierra

Los audios contenidos en esta sección son de dos tipos; el primero es sobre sonidos del ambiente, de animales o de diversos objetos. Son 19 pistas que muestran el sonido de un pulsar, del llanto de un bebé, del motor de un auto, un tren, un caballo, del código Morse, de un tractor, de las ovejas, del ladrido de un perro, del viento, de la lluvia, de los grillos y las ranas, de los pájaros, de los elefantes, la risa de una hiena, de un chimpancé, el sonido de los pasos, del latido del corazón, de la risa y del fuego.

 

El segundo tipo corresponde a 27 canciones y/o melodías de diversas partes del mundo. Orgullosamente, la música mexicana fue tomada en cuenta, pues se incluyó la canción El cascabel, interpretada por Lorenzo Barcelata y su banda de mariachi. Entre las otras piezas universales célebres incluidas, destacan el Concierto de Brandeburgo No. 2 en fa, de Bach, y la Quinta sinfonía, de Beethoven (Alemania); Johnny G. Goode, de Chuck Berry (Estados Unidos); La consagración de la primavera, de Stravinsky (Rusia); La flauta mágica, de Mozart (Austria), entre otras.

 

 

Tercera sección. Imágenes

Se trata de fotografías relacionadas a diferentes temáticas y que presentan distintas situaciones; por ejemplo, construcciones cualesquiera, así como de recintos reconocidos, como la Casa de la Ópera de Sídney, el Taj Mahal y la Muralla China. También, incluye retratos de familias y personas de diversas razas, niños en la escuela, deportistas, de automóviles en la carretera, un avión, imágenes de la anatomía humana, de animales, del Sol, de diversos objetos, fórmulas matemáticas y diagramas.

 

¿Se cumplirá la otra misión?

Podría decirse que un objetivo secundario de la misión de las Voyager –que se mueve entre la realidad y la fantasía; entre la realidad y la ficción– es, precisamente, que sean encontradas por vida inteligente extraterrestre. Sin embargo, pese a las intenciones optimistas del proyecto, muchos expertos coinciden en que las probabilidades de que tal cosa suceda son mínimas; prácticamente, cero. Esto, porque las sondas son objetos diminutos en comparación con la inmensidad del espacio, de modo que es casi imposible que se atraviesen en el camino de algún extraterrestre que también esté haciendo un viaje por el espacio. La esperanza se reduciría aún más en el momento en el que las naves agoten su energía, pues ya no serán capaces de producir ondas electromagnéticas que llamen la atención, convirtiéndose en simple “basura espacial”.

 

 

 

 

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