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Osos panda mexicanos



La única dinastía en su tipo, que se volvió un emblema de la conservación de esta especie en nuestro país y en el mundo, tristemente, está llegando a su fin




El oso panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) es endémico de China; habita, particularmente, en los bosques de bambú del sudoeste de dicho país, que incluye las provincias de Gansu, Shaanxi y Sichuan hasta el este de la planicie tibetana. La zona de la cuenca del río Yangtsé es donde se encuentra su principal hábitat.


Por lo anterior, la especie es símbolo nacional de aquel país asiático, y todos los ejemplares que viven en cautiverio en otras naciones del mundo son propiedad del gobierno chino, excepto la familia de pandas que habitaba en México, de la cual ya sólo queda un miembro: una hembra, llamada Xin Xin.


¿Por qué es esto?

Después de la Segunda Guerra Mundial, China retomó e impulsó un viejo programa de relaciones exteriores, conocido como ‘la diplomacia panda’, el cual consistía en regalar osos a distintos países, con el objetivo de proyectar una imagen positiva nacional y como un gesto de amistad y de intercambio cultural. Así, el 10 de septiembre de 1975, llegó a México, al zoológico de Chapultepec, una pareja joven de pandas: Pe Pe, el macho, y Ying Ying, la hembra. A lo largo de su vida, éstos procrearon siete crías en total –de las que sobrevivieron sólo cuatro– y tuvieron una nieta, que es la que existe hasta nuestros días.


De este modo, nuestro país fue el primero del mundo en el que nacieron osos panda en cautiverio fuera de China, lo que se convirtió en un gran evento no sólo en México, sino, también, a nivel internacional, que abrió la puerta al mejor conocimiento de esta especie, para su preservación.


Primero, en 1980, nació Xen Li, una osezna que sólo vivió ocho días, ya que murió accidentalmente, aplastada por su madre mientras dormían. Al año siguiente, llegó otra hembra, Tohui, quien logró sobrevivir, convirtiéndose en casi una celebridad del momento debido a lo que dicho suceso representaba. Su nombre es de origen tarahumara y significa ‘niño’ (no niña); esta curiosa situación se dio porque el nombre fue escogido en un concurso a nivel nacional, lanzado antes de que se supiera que la cría era hembra. Tohui es especial, también, porque es el único ejemplar de toda la familia de pandas mexicanos que lleva un nombre indígena de nuestra tierra, y no uno chino.


El tercer bebé fue Liang Liang, un macho, cuyo nombre significa ‘brillo’. Después, vinieron dos embarazos de gemelos. Del primero, sólo se logró una cría, una hembra, llamada Xiu Hua, ‘flor de diente de león’; y del segundo, aunque sí nacieron ambos ejemplares, uno de ellos, Ping Ping (macho), murió a los pocos días, sobreviviendo su hermana Shuan Shuan, que significa ‘doble doble’. Ella fue la séptima y última cría de Pe Pe y Ying Ying.


De los cuatro hermanos sobrevivientes (Tohui, Liang Liang, Xiu Hua y Shuan Shuan), Tohui fue la única que tuvo descendencia. A finales de los 80, se apareó con Chia Chia (‘el mejor’), proveniente del zoológico de Londres. Así, el primero de junio de 1990, nació Xin Xin (‘esperanza’), una hembra, que es el único ejemplar de la segunda generación de pandas nacidos en México, que, actualmente, tiene 32 años.





Cambio de políticas

A finales de la década de los 80, comenzó a presentarse una reducción importante en la población de pandas, al grado de estar en peligro de extinción. Ante esto, como parte de las acciones por salvar y preservar a la especie, el gobierno chino modificó las políticas de la ‘diplomacia panda’ y estableció que, a partir de ese momento, todos los ejemplares que se enviaran a otros países (para ayudar a la causa), así como su descendencia, seguirían perteneciendo a China. En otras palabras, se les otorgarían en calidad de ‘préstamo’, para lo cual, además, debían pagar una cuota.


Sin embargo, los pandas de México quedaron exentos de los nuevos lineamientos, ya que los dos ejemplares que iniciaron la dinastía llegaron a nuestro país antes de que se estipularan los mismos; por lo tanto, ellos, sus hijos y nieta son de nacionalidad mexicana, sin dejar de mencionar que, además, son los únicos de toda Latinoamérica.


Dicha normativa sigue vigente y el dinero recaudado de las cuotas se destina a programas de reproducción y conservación de los osos panda en China. Los esfuerzos han dado resultado, ya que, de acuerdo con datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por las siglas en inglés de World Wildlife Fund), según el último censo realizado por el gobierno chino, en 2015, la población de pandas salvajes aumentó en 268 ejemplares en una década. Esto representó un crecimiento del 16.3 % en comparación con el censo anterior, en 2003. Por su parte, en 2016, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) informó que la situación de esta especie había cambiado de ‘en peligro de extinción’ a ‘población vulnerable’.


El fin de una era

Naturalmente, con el paso del tiempo, los pandas mexicanos fueron muriendo, a causa de la edad o por enfermedades. Las únicas que quedaron fueron Shuan Shuan y su sobrina, Xin Xin, quienes, en junio de este año, cumplieron 35 y 32 años, respectivamente.


La esperanza de vida promedio de los osos panda en libertad es de 15 años, y lo doble, para los que están en cautiverio, de modo que Shuan Shuan y Xin Xin han roto un récord de edad. De hecho, de acuerdo con información de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), sólo el 2 % de los pandas gigantes en cautiverio viven arriba de 30 años; hay siete de ellos en todo el mundo, y México, actualmente, posee a uno, lo que ha sido posible gracias a la labor de investigadores, veterinarios, biólogos y cuidadores.


Y es que Shuan Shuan, tristemente, murió el 6 de julio pasado, y fue despedida “con un inmenso agradecimiento, por enseñarnos sobre la conservación de su especie; una panda que representó un símbolo de la amistad de México y China”, de acuerdo con el mensaje publicado por la Sedema.


Dicha secretaría recordó que Shuan Shuan nació el 15 de junio de 1987 y que se caracterizó por ser una osa muy activa, comelona y juguetona, aunque, también, podía pasar horas, descansando sobre su tarima. Su último cumpleaños lo celebró con un enorme pastel, hecho de dátiles y manzana.


La única sobreviviente, entonces, de los pandas mexicanos es Xin Xin; y con ella, lamentablemente, termina la dinastía, ya que ni ella ni Shuan Shuan tuvieron descendencia. Los encargados del zoológico de Chapultepec, por muchos años, trataron de que se reprodujeran, pero no lo consiguieron. A Shuan Shuan se le trajo un macho del extranjero e, incluso, fue enviada durante un tiempo a Japón, con estos fines; sin embargo, no se tuvo éxito. En el caso de Xin Xin, en su juventud, se hicieron varios intentos de inseminación artificial, los cuales fracasaron. Ahora, es una panda de la tercera edad, pues tiene un equivalente a más de 100 años humanos.


Está muy consentida –al igual que Shuan Shuan, en su momento, y los pandas anteriores–; come bambú de diferentes especies y etapas de maduración, complementado con croquetas de fibra, manzana, zanahoria y arroz cocido. ¡Te queremos mucho, Xin Xin!


Si usted desea conocerla, sólo tiene que acudir al zoológico de Chapultepec, de martes a domingo, en un horario de 9:00 a 16:30 horas.


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