México es un país lleno de historia y multiculturalidad, pues se sabe que, antes de que llegaran los europeos al continente americano, los pueblos mesoamericanos ya tenían una estructura social y cultural completa. Se tiene el conocimiento de que su cosmovisión tenía como base el politeísmo, y debido a ello, realizaban una serie de rituales y festividades para rendir tributo a sus dioses y tenerlos contentos, con el fin de seguir recibiendo sus favores, como su protección o una buena cosecha.
Es importante tener presente que, tan sólo en la cultura mexica, había 15 deidades principales y 114 dioses más, pero de menor jerarquía. Las fuentes históricas dan a entender que estas últimas, en realidad, eran advocaciones diferentes del mismo dios; y si se pensaba que tenían un politeísmo desorganizado, lo cierto es que las deidades estaban muy bien categorizadas; tanto así que se pueden dividir en tres grandes grupos: creadores y providentes, del placer y de la fertilidad agrícola y humana, y de la energía cósmica, la guerra y los sacrificios humanos.
Ahora bien, aunque creyeran en múltiples dioses, tenían uno principal, pues, en sus oraciones, solían utilizar expresiones monoteístas. Un claro ejemplo lo podemos encontrar en la poesía de Nezahualcóyotl, en la cual, cuando se centra en los cantos divinos, es perceptible cómo se dirige a una entidad creadora, a un dios arbitrario, uno que es el creador del universo, pero que apenas interviene en el mundo.
Con flores escribes, Dador de la vida,
con cantos das color,
con cantos sombreas
a los que han de vivir en la Tierra.
Después destruirás a águilas y tigres,
sólo en tu libro de pinturas vivimos,
aquí sobre la tierra.
Con tinta negra borrarás
lo que fue la hermandad,
la comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la Tierra.
-Nezahualcóyotl-
Otro elemento importante a tomar en cuenta es que las civilizaciones que suelen ser politeístas tienden a ser más flexibles al momento de adoptar nuevas deidades a su panteón; es decir, los pueblos (como el mexica), al conocer dioses de otras culturas, los sincretizan con los propios o hacen su advocación, para que, así, sean parte de su cosmovisión; al contrario de aquellos que practican el monoteísmo y, generalmente, imponen su religión, como el caso de los españoles, que vinieron a colonizar las tierras mexicanas.
Los frailes del siglo XVI tenían como misión evangelizar a los indígenas, y, en la actualidad, sabemos que tuvieron éxito. Consiguieron que acudieran en masa a las iglesias, se bautizaran y participaran en actividades católicas, como procesiones y rezos, además de hacerlos construir las iglesias y monasterios para practicar la fe católica.
El encuentro de estas dos civilizaciones fue un completo choque de culturas; por parte de los europeos, había cantidad de preguntas sobre las personas que habitaban las tierras mesoamericanas, entre ellas ¿cuál era la fe que profesaban? Al ver que eran pueblos politeístas y que su cosmovisión era tan importante en su vida, no tuvieron más opción que arrancarla de raíz si querían que ellos adoptaran al dios cristiano.
Fue así que destruyeron los textos históricos y religiosos indígenas (los códices), así como sus templos; además, prohibieron sus cultos y doctrinas. Se podría decir que secuestraron su fe, pues ya no tenían acceso a sus deidades tutelares, lo que provocó que se desestabilizara su vida ritual y política, porque sus dioses patrones eran los ejes que definían su historia, su identidad y su fuerza; ya no había quién viera por la cosecha o les brindara su fuerza a los ejércitos.
Sin embargo, esta táctica no fue la única que ayudó a la conversión de los originarios. Como se mencionó, los mexicas, al ser politeístas, estaban dispuestos a conocer y a hacer al dios cristiano parte de sus deidades, así como a todos los santos, vírgenes y ángeles. Con lo que no contaban es que uno de los principios del catolicismo es la creencia en solo dios todo poderoso, además de una completa intolerancia a cualquier otra deidad que pudiera tomar ese lugar.
Por otro lado, después de los enfrentamientos bélicos, se dio por hecho que los dioses europeos eran más poderosos que los de las tierras americanas. En la historia, quedó marcado que los españoles derrotaron a los mexicas y a su temible dios guerrero, Huitzilopochtli, con la ayuda del santo patrono de los conquistadores, Santiago Matamoros. Bajo ese entendimiento, en las crónicas, se narra que los tlaxcaltecas y, después, otros pueblos, se hicieron creyentes de Santiago Matamoros y pedían su protección, para así evitar tener el mismo triste destino que los mexicas.
Con este panorama, queda más claro por qué los indígenas parecieron adoptar tan rápidamente las creencias católicas; no obstante, hay que aclarar, no dejaron de creer en sus propios dioses, tajantemente. Así que es en este punto donde empieza el sincretismo de la fe. Los nativos empezaron a adorar a los santos cristianos, aunque, también, los veían como advocaciones de sus dioses o los consideraron como nuevas deidades tutelares; sus divinidades en otras formas.
Por ejemplo, los habitantes de Tlalmanalco sustituyeron a Tezcatlipoca por San Juan Bautista, para preservar el lucrativo negocio de su centro de peregrinación. De igual manera, hay textos antiguos, de pequeñas comunidades del Valle de México, que relatan sueños, revelaciones y milagros por parte de santos católicos, aunque éstos los incentivaban a rebeliones y les hablaban en su lengua materna, fuera náhuatl o tzeltal. Lo mismo ocurrió con el pueblo maya, en el siglo XIX, donde todas sus rebeliones fueron encabezadas por un santo, por la Virgen María o por Cristo.
El dios y los santos que las comunidades indígenas coloniales adoraban eran deidades propias, hechas a partir de una base católica, pero mezclada con su propia cosmovisión.
Aunque se haya perdido la devoción por los antiguos dioses, a causa del adoctrinamiento o porque las nuevas generaciones los comenzaron a olvidar, es posible ver este sincretismo en la actualidad. A continuación, enlistamos algunas figuras católicas que tienen como similitud o reflejo a una deidad prehispánica.
Quetzalcóatl / Jesucristo
Quetzalcóatl es una de las deidades principales en la cosmovisión del mundo prehispánico, ya que fue él quien creó al hombre, el que entregó el maíz, el pulque y el calendario a la humanidad.
Al igual que Jesucristo, representaba la dualidad entre lo mundano y lo espiritual, y, como hombre, se le describía como una persona de tez clara, barbada y de cabellos rubios. La leyenda cuenta que llegó al pueblo tolteca y, ahí, se ganó el respeto de lo ciudadanos, quienes lo nombraron “Serpiente Emplumada”. Fue así que se convirtió en un gobernante y semidios para esta civilización.
Cuando Quetzalcóatl estaba en su apogeo, fue engañado por tres dioses: Tezcatlipoca, Huitzilopochtli y Xipe Tótec. Ellos lo embriagaron con pulque e hicieron que tuviera relaciones sexuales con su hermana. Quetzalcóatl, al darse cuenta de lo ocurrido y lleno de vergüenza, se embarcó hacia el mar, pero no sin antes prometer que regresaría.
Esta última parte de su leyenda recuerda, en gran medida, la historia de Jesucristo, pues, como él, viajó al mundo de los muertos, para resucitar y emprender su partida al cielo.
“Cuando llegó a la orilla del mar divino, al borde del luminoso océano, se detuvo y lloró. Tomó sus aderezos y se los fue revistiendo: su atavío de plumas de quetzal, su máscara de turquesas. Y cuando estuvo aderezado, él, por sí mismo, se prendió fuego y se encendió en llamas. […]
Cuando cesaron de arder sus cenizas, ya a la altura del corazón de Quetzalcóatl, en él entró. Los viejos dicen que se mudó en lucero del alba, el que aparece cuando la aurora. […] Esta es la causa de que lo llamen ‘El que domina en la aurora’. […]
Que cuando su muerte, por cuatro días sólo no fue visto, fue cuando al Reino de la Muerte fue a vivir, […] y ocho días más tarde, vino a aparecer como magna estrella. Y es fama que hasta entonces se instaló para reinar”.
(Garibay, Ángel María. Historia de la Literatura Náhuatl).
Fueron estas coincidencias las que los españoles recalcaban para tratar de hacerlos ver como la misma deidad y que así fuera más fácil hacer la transición de adorar a Jesús en vez de Quetzalcóatl.
Tláloc / El Niñopa
Tláloc es el dios mexica de la lluvia, pero, también, es la deidad de los cerros, del agua y de la fertilidad. Además, se le adjudica el poder de manipular los fenómenos meteorológicos, como las tormentas eléctricas, el granizo y los relámpagos. Por sus características, fue un dios que, se pensaba, era habitante del paraíso terrenal y el responsable de brindarle a la humanidad los recursos necesarios para la vida.
Como se sabe, los cultivos dependen de la lluvia y, por ende, el que haya abundancia en los alimentos para el consumo humano. Es por eso que era de suma importancia hacer los rituales pertinentes para ganar el favor de Tláloc y que no hubiera sequía o inundaciones en los sembradíos y en las ciudades.
La leyenda cuenta que, en 1573, en una figura del niño Jesús, se colocó una estatuilla pequeña de Tláloc, para así convencer a los nativos para que adoraran la imagen católica. A esta figura del niño Jesús se le conoce como Niñopa y se encuentra en Xochimilco.
Después de casi 500 años, se dice que esta imagen es muy milagrosa y que es capaz de cumplir cualquier pedido si se le reza con fe suficiente. Por ello, es una representación católica muy venerada, a la cual, cada año, el 2 de febrero, los fieles le realizan su fiesta y sus ofrendas.
Este ejemplo, de cómo se escondieron esculturas de los dioses prehispánicos en figurillas católicas, nos hace preguntarnos cuántos casos hay más como este, donde la iglesia es muy visitada, pero no precisamente por ella misma, sino por una tradición prehispánica que trataron de ocultar.
Tonantzin / Virgen de Guadalupe
El nombre Tonantzin es una palabra náhuatl que significa ‘nuestra madre venerada’. Algunos investigadores aseguran que este término se ocupaba para referirse a distintas deidades femeninas prehispánicas, como Coatlicue, Cihuacóatl y Tocih. De hecho, el cronista Bernardino de Sahagún menciona que Cihuacóatl es la diosa principal de los mexicas, y, en dos ocasiones, dice que ella es a la que llaman Tonantzin.
Por estas narraciones y otros textos, se teoriza que hay una superposición entre las distintas diosas a las que se les puede dar el nombre de Tonantzin, por ejemplo, Tocih es la diosa de la salud, la señora de la maternidad y de las hierbas medicinales; Coatlicue es la diosa de la Vía Láctea, señora de las estrellas; Cihuacóatl es la diosa del nacer y de la muerte, señora de los médicos y parteras; y otras más, que son parte del panteón mexica.
Tan importante era esta deidad en la época prehispánica que tenía su templo en el Tepeyac, y varios fieles hacían peregrinaciones, cada año, para rendirle ofrendas y plegarias. Cuando los españoles se dieron cuenta de este fervor religioso, derribaron el templo de Tonantzin y, con la ayuda de la leyenda de Juan Diego y el ayate, edificaron una ermita, pero, esta vez, dedicada a la Virgen de Guadalupe.
No obstante, los nahuas siguieron acudiendo al sitio donde anteriormente se encontraba el templo a Tonantzin, para seguir adorándola.
Su devoción es sospechosa porque en todas partes hay muchas Iglesias de Nuestra Señora y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.
-Fray Bernardino de Sahagún, Códice Florentino
Actualmente, quienes acuden al Cerro del Tepeyac han olvidado a Tonantzin y le rinden culto exclusivo a la Virgen de Guadalupe; hay tantos devotos y creyentes de ella que, cada 12 de diciembre, se genera una de las peregrinaciones más grandes del mundo, pues miles de personas llegan a este lugar, a rendir tributo.
Tezcatlipoca-Telpochtli / San Juan el Bautista
Un caso interesante de sincretismo lo podemos ver en Telpochtli (una advocación de Tezcatlipoca) y San Juan el Bautista.
Por un lado, Tezcatlipoca es un dios supremo, aquel que está en todas partes, el que da y quita riquezas, quien, también, es capaz de generar problemas y otorgar enfermedades. Se le considera una deidad generosa y negativa, caprichosa y voluble. Su advocación Telpochtli, cuya traducción sería ‘el joven’, era visitado por peregrinos que venían de tierras lejanas, para ofrendarle en uno de los grandes adoratorios cerca del volcán Popocatépetl, en el pueblo de Tianquizmanalco.
Dado que uno de los atributos de Telpochtli era el ser joven y virgen, los españoles creyeron que sería buena idea sincretizarlo con Juan el Bautista, ya que poseía esas mismas características. Fue así que los católicos empezaron a tomar la fiesta de esta deidad mexica, para celebrar a San Juan Telpochtli, que, con el paso del tiempo, se convirtió en la festividad de San Juan Bautista.
Actualmente, es posible que algún templo cristiano del siglo XVI haya suplantado a un adoratorio a Tezcatlipoca –como es el caso del templo principal de Coyoacán– o a alguna de sus advocaciones, pues este dios tenía más de 300 nombres o maneras de dirigirse a él, tal y como se lee en el Libro VI, del Códice Florentino, de Sahagún.
Oztoteotl / Cristo de Chalma
Otra advocación de Tezcatlipoca es Oztoteotl, el Señor de las Cuevas y protector de los cazadores. Por él, venía la gente de todas partes del Anáhuac al actual Estado de México. A este dios, que se encontraba oculto entre acantilados y barrancas, se le hacían danzas rituales y ofrendas, las cuales, se cuenta, eran sacrificios humanos y de sangre, con el fin de mantener el equilibrio del universo.
En 1539, cuando se descubrió el centro ceremonial, los monjes agustinos decidieron llevar y colocar ahí la cruz. La leyenda, por su parte, dice que, cuando los indígenas llegaron al sitio, vieron al Cristo crucificado y que, en el piso, se hallaban los fragmentos de la representación de Oztoteotl.
A ellos no les importaba que la imagen hubiera sida puesta por los católicos o por los ángeles, más bien, se fijaron en que su dios Tezcatlipoca-Oztoteotl había sido derrotado y esto no había provocado la destrucción o el fin del mundo. Fue así que el Santo Señor de Chalma tomó el lugar del Señor de las Cuevas, quedándose con todos sus adeptos; por lo tanto, la peregrinación que era para Oztoteotl fue para el Cristo.
Ahora bien, estos no fueron los únicos casos de sincretismo, así lo mencionó el mismo Sahagún en sus crónicas:
Bien creo que hay otros muchos lugares en estas Indias, donde paliadamente se hace reverencia y ofrenda a los ídolos, con disimulación de las fiestas que la Iglesia celebra a Dios y a sus santos.
Por ello, sería prudente preguntarnos si aquella iglesia que tiene su fiesta patronal, en realidad, fue antes un oratorio a una deidad prehispánica.
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