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Criaturas mitológicas mexicanas


 

(Tercera y última parte)




 


Con el objetivo de dar a conocer más sobre las cosmogonías de las diferentes civilizaciones prehispánicas, que forman parte de la herencia cultural de nuestro país y que están llenas de dioses, personajes y seres extraordinarios, desde la edición de febrero, comenzamos una pequeña lista de las criaturas y bestias mexicanas, en donde, recapitulando, hemos hablado de las serpientes de fuego, Waay chivo, Cihuacóatl, los aluxes, Cipactli, sinsimito, Ahuízolt, Xicalcóatl, Tukákame y Utsa, Xochitonal, los nahuales, Dzulúm y la serpiente de siete cabezas.

 

Finalmente, cerramos esta “breve” antología, mencionando a…

 


Waay Pop o Waay Poop

De acuerdo con el libro Monstruos mexicanos, de Carmen Leñero, es una bestia de la mitología maya. Tiene la forma de una enorme y horrorosa ave de rapiña, con gigantescas y filosas garras; es de color negro y tiene alas grandes, hechas de petate y vestidas de filosas navajas de pedernal. Su aleteo produce un sonido escalofriante. Es una criatura sanguinaria y cruel, que habita en montes, campos y praderas de Yucatán, aunque se le ha visto cerca del cenote sagrado de Chichen Itzá. Caza y devora a seres humanos vivos; es un farsante experto, contrabandista de sustancias tóxicas y vendedor de esclavos. Se dice que, para derrotarlo, hay que cazarlo en pleno vuelo y quemarlo en una hoguera.



Maquizcóatl

Fray Bernardino de Sahagún, en el Códice Florentino, describe que es una serpiente de dos cabezas; una, en cada extremo de su cuerpo. Dentro de la mitología mexica, era considerada un ser augural o vaticinador, por lo que causaba gran temor encontrarse con un ejemplar. Y es que, según la creencia, quien viera a alguna, debía recogerla y colocarla en su brazo, a modo de brazalete; si la serpiente se acomodaba bien, significaba que la persona en cuestión moriría, pero si no se ajustaba al brazo, entonces, seguiría viviendo. De esta práctica deriva su nombre, el cual se compone de la palabra maquiztli, que significa ‘brazalete’.

 

De acuerdo con el texto «Maquizcóatl, “serpiente de brazalete”», de Manuela Hermann, publicado en la revista Arqueología Mexicana, las representaciones de este ser en códices, cerámicas, esculturas, relieves y en ornamentos arquitectónicos son comunes en las zonas mayas, en Oaxaca y en el centro de México, aunque se desconoce si su significado es el mismo en todas las culturas.

 



Dtundtuncan

Su nombre significa “el que va por el cielo”, aunque, también, es referido como Kakasbal, que significa “pájaro del mal”. Es una criatura que pertenece a la cultura maya y se dice que es un ave corpulenta, de brilloso plumaje; tiene una sola pata y carece de ojos, de modo que sus cuencas oculares están vacías. No canta, sólo emite un graznido fuerte y tenebroso, parecido al de los cuervos. Es temida por los habitantes porque se alimenta de la esencia vital o de las almas de los bebés y de los niños pequeños. La creencia es que, durante el día, esta malvada ave sobrevuela en lo alto del cielo, esperando a que caiga la noche, cuando niños y padres se van a dormir. Una vez ocurrido esto, entra a la habitación del infante, sin hacer ruido, y sopla, en su boca, un viento venenoso, que le ocasiona la muerte.

 

Según la leyenda, esta criatura, originalmente, era un hombre brujo, quien, despechado por no ser correspondido por la mujer que amaba, asesinó al hijo de ésta. Como castigo, los dioses lo transformaron en ese horrible y malvado pajarraco.

 


Youaltepuztli

Es un ser de la cultura nahua, a la que pertenecen los mexicas, asociado a Tezcatlipoca, una deidad importante y compleja, dios de la providencia, lo invisible, la oscuridad, creador del cielo, la tierra y señor de todas las cosas. Se le describe como una entidad con cuerpo de hombre, sin cabeza y con una enorme herida abierta en el pecho, dejando el corazón a la vista. Solía aparecerse por las noches, haciendo un ruido similar al que produce un hacha al cortar madera. Se dice que quien se encontrara con él podía tener dos suertes, ya fuera que la criatura le otorgase todo lo que le pidiera, o bien, quitándole todo y dándole pobreza.

 

Serpiente Tsukán

Es una criatura de la cultura maya; no es mala en sí, pero es implacable en sus labores de protección. También llamada Hapaikán, que significa “culebra o serpiente chupadora”, su cuerpo es largo y grueso como el tronco de un árbol. Tiene una cabeza con crines y ojos de caballo, y alas gigantes de murciélago. Cuando vuela, desprende un fulgor rojizo, siendo la única forma de identificarla, ya que es huidiza, de modo que no es fácil verla. Habita en grutas, cenotes y pozos de Yucatán, pero, al envejecer, se muda al mar. Tiene mal carácter y es rebelde; su misión es custodiar los tesoros de las cuevas y cuidar las aguas sagradas de los pozos y cenotes. Por ello, tiene la habilidad de aspirar o chupar con inmensurable fuerza a todos los seres o criaturas que vuelen por sus zonas protegidas. También, causa parálisis en las piernas, altas fiebres y, en ocasiones, la muerte a quienes se encuentran con ella. Es capaz de resucitar, de manera que es inmortal.

 

Ixpuxtequi

Es un monstruo de la mitología nahua, considerado una deidad infernal. Tiene forma humanoide y es alto, con la piel pegada a los huesos; carece de la mandíbula inferior, tiene patas de águila y utiliza un bastón para caminar. Se aparece por las noches, en medio de los bosques o por las calles, andando jorobado y cubierto con un sarape, para ocultar su rostro deformado. A lo lejos, da la impresión de ser un adulto mayor inofensivo; así es como atrae a las personas, quienes se acercan a él, con la intención de ayudarlo. Es entonces cuando este monstruo aprovecha para arrancarles el corazón y devorarlo cuando tiene hambre. Sin embargo, quienes sobreviven a un encuentro con él quedan marcados por un destino lleno de mala suerte.

 

Las criaturas mencionadas en esta y en las dos ediciones anteriores son sólo algunas de los cientos que pertenecen a las diferentes mitologías prehispánicas que conforman nuestra cultura; es bueno y muy enriquecedor conocerlas.

 

 

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