
Desde hace tiempo, cada vez más, la población mundial ha comenzado a preocuparse y a ser más consciente sobre lo que come, a la vez que se buscan nuevas formas de producir alimentos, que sean naturales y amigables con el medio ambiente. En este sentido, en los últimos años, han cobrado importancia los cultivos hidropónicos, los cuales son un ejemplo de agricultura sostenible, con grandes beneficios en las cosechas y en la alimentación de la gente; y lo mejor de todo es que se pueden tener en casa.
¿Qué es la hidroponía?
Se refiere a una forma de hacer crecer vegetales, frutos y plantas y flores comestibles, medicinales y ornamentales por medio, únicamente, del agua y la luz, sin la presencia de suelo agrícola, es decir, tierra. En este caso, los nutrientes se depositan en el agua y son absorbidos directamente por las raíces.
Los cultivos hidropónicos son considerados como la producción de alimentos del futuro debido a que son mucho más económicos de mantener que los tradicionales, además de que poseen múltiples ventajas; por ejemplo:
Al no requerir de tierra, las plantas son mucho menos vulnerables a presentar enfermedades, plagas, bacterias y parásitos relacionados con el suelo o por los pesticidas. De igual manera, se reducen los problemas de erosión, lo que genera productos más limpios y saludables.
Existe un ahorro de agua, en proporción de hasta 10 veces, en comparación con los cultivos agrícolas, pues la hidroponía propicia que los excedentes del líquido vital se recolecten y se reutilicen, en vez de sólo drenarlos y desecharlos, al igual que los nutrientes disueltos.
La producción es hasta 80 veces mayor que en los cultivos de tierra, en el mismo espacio; y, con los cuidados adecuados, las plantas crecen hasta un 30 % más rápido.
Los cultivos hidropónicos se pueden implementar en cualquier lugar, en cualquier época del año, sin que se dependa de un clima específico. Esto, a su vez, permite que tengamos mayor control de los elementos necesarios para el crecimiento de las plantas y de todo el proceso, de modo que las cosechas son de mejor calidad.
Montar un huerto hidropónico en el hogar es, relativamente, barato (aunque los costos dependerán del tamaño y de la sofisticación que se le quiera dar). Se puede realizar con materiales caseros o de fácil acceso y sólo se necesita una mínima inversión para aquellos aditamentos que hagan falta. El ahorro económico, también, se verá traducido en la cuenta del supermercado, ya que, al producir nuestros propios alimentos, no tendremos que comprarlos a precios, muchas veces, elevados.
Existen dos tipos de sistemas de hidroponía:
· Sustrato inerte: Es similar a crecer una planta en maceta, pero, en lugar de tierra, se utiliza un sustrato, que le da estabilidad y soporte a la raíz y al tallo. Los nutrientes llegan a través del agua de riego. La irrigación debe ser constante, cuidando las cantidades según las necesidades de cada planta o vegetal.
· Raíz flotante: Como su nombre lo indica, las raíces de la planta se mantienen sumergidas en el agua, la cual, debe oxigenarse y drenarse periódicamente, para evitar asentamientos y formaciones de moho o algas.
Para montar un cultivo hidropónico, se necesita acceso a una fuente de luz natural, sin embargo, hay algunos diseños que se adaptan a espacios cerrados, en los que se emplean luces led. Estos huertos pueden ser tan sencillos como sofisticados y, dependiendo de ello, será el nivel de atención y tecnología que requieran; por ejemplo, los restaurantes acondicionan grandes espacios para el cultivo hidropónico avanzado de diferentes alimentos. En casa, quizá, no podamos tener uno de tales dimensiones y refinamiento, pero eso no imposibilita que podamos cosechar frutas y verduras con este método.
Los sustratos son medios sólidos, cuya función es darle estabilidad a las raíces y a la planta, protegerla del sol, permitir su respiración, retener los nutrientes y ayudarle a absorber éstos. Es por ello que deben tener una textura porosa y que, además, conserve la humedad, entre otras características.
Hay tres clases de sustratos: los inorgánicos, como la grava, la piedra pómez, la roca volcánica, arena de río, perlita, vermiculita, arcillas expandidas o lana de roca; los orgánicos, que provienen de la recuperación de desechos vegetales, como el aserrín, la fibra de coco, la cascarilla de arroz, cáscara de café o Peat Moss (un tipo de musgo); y los sintéticos, como el gel o las espumas de polietileno, poliuretano, poliestireno o fenólica.
¿Cómo hacer un cultivo hidropónico casero?
Antes que cualquier cosa, lo primero es determinar qué tipo de sistema de hidroponía queremos mantener y, con base en ello, después, delimitar el espacio que ocupará. Una vez definido eso, podemos pensar en el diseño de nuestro cultivo, especialmente, si deseamos uno de raíz flotante, ya que se pueden montar de distintas formas. A continuación, le mencionamos lo que necesita para cada tipo.
Para cultivos de raíz flotante
Materiales:
Una cubeta o recipiente que tenga una profundidad de 20 a 30 centímetros, que sea de color negro y que tenga tapa. Si no se cuenta con esta última, se puede utilizar una madera de las mismas dimensiones de la superficie del refractario.
Un tapón de goma.
Una pequeña bomba de oxigenación de agua, con manguera, de las que se usan para las peceras. Las venden en tiendas de mascotas o de jardinería.
Solución nutritiva y fertilizante natural. Estos productos se pueden encontrar ya preparados en tiendas de jardinería y botánica. Las cantidades dependerán de las instrucciones del fabricante. El más común es el humus de lombriz.
Un vasito vacío y limpio de yogur.
Sustrato; de preferencia, orgánico o inorgánico.
Semillas o la planta que desea crecer.
Montaje:
1. En la base del recipiente, hacer un orificio del tamaño del tapón de goma, e insertar este último en él, a modo de que se forme una cerradura.
2. Por otro lado, hacer pequeñas perforaciones –de medio centímetro de diámetro, aproximadamente– en la base y paredes del vasito de yogur.
3. Con ayuda de un taladro, hacer un hoyito cerca de un extremo de la tapa del recipiente, cuyo diámetro sea ligeramente mayor que el de la manguera de la bomba de oxigenación. Después, a lo largo del área restante de la tapa, crear orificios del tamaño de la circunferencia de los vasitos de yogur, de modo que éstos se puedan introducir ahí.
4. Disolver los nutrientes en el agua y llenar el recipiente.
5. Aparte, rellenar cada vasito de yogur (en caso de que sean varias plantaciones), con el sustrato, e introducir ahí las semillas o las raíces de la planta. Después, tapar el recipiente y colocar los vasitos en cada uno de los orificios destinados a este fin.
El mecanismo de acción es que el agua mantendrá húmedo el sustrato, de donde las raíces o la semilla obtendrán los nutrientes para crecer. El agua contenida en el balde tiene que mantenerse en oxigenación constante; para ello son la bomba y el orificio hecho en un extremo de la tapa. El bombeo debe hacerse de dos a tres veces al día y el agua debe drenarse cada 10 días. ¡Ojo! Ésta no se tira, sino que se ocupa para regar otras plantas, o bien, se verifica que esté apta para volverse a utilizar en el sistema.
En cultivos más sofisticados, esa agua está en constante circulación por todo el circuito hidropónico a base de tuberías, de manera que no es necesario el uso de más y más cantidad. Para un correcto crecimiento de la planta, son necesarias seis horas diarias de luz solar.
El diseño descrito anteriormente es sencillo y fácil de hacer, aunque, también, son comunes para este sistema los montajes con canales de PVC, que sustituyen al recipiente. Se les llama cultivos de raíz flotante porque, conforme va creciendo la planta, sus raíces se extienden por afuera de los vasitos de yogur, quedando sumergidas en el agua.

Para cultivos de sustrato inerte
Materiales:
Una maceta con orificios de drenaje en la base, con su respectivo recipiente o platito de recolección.
Un sustrato de su preferencia.
Solución de minerales y fertilizantes naturales que se mezclarán con el agua.
Semillas del vegetal que se desea crecer, o bien, la planta ya con una ligera raíz.
Agua y regadera.
Montaje: Rellenar la maceta con el sustrato y enterrar, a una profundidad media, la semilla (si es cultivo desde cero) o las raíces de una planta ya nacida. Luego, regar constantemente el sustrato, con el agua (con los nutrientes previamente diluidos en ella), sin dejar que se seque en ningún momento; exponer la plantación al sol, por alrededor de seis horas diarias. Poco a poco, la planta irá creciendo y comenzarán a salir los frutos. El agua que se acumula en el recipiente de recolección de la maceta se puede reutilizar en las irrigaciones futuras.
Cabe mencionar que, en las tiendas especializadas para el hogar o de jardinería, venden kits de diferentes diseños de cultivos hidropónicos, que contienen todo lo necesario para que lo arme en su casa. ¡Inténtelo!, verá lo satisfactorio que es poder comer un alimento cosechado por usted mismo, además de que esta práctica ayuda a valorar y a ser conscientes de la gran labor que hacen los agricultores y trabajadores de las actividades primarias.
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