Dr. Ignacio Madrazo Navarro
- paginasatenea
- 5 ago
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El primer trasplante de células nerviosas en México

En el corazón de la Ciudad de México, el 23 de diciembre de 1942, nació uno de los médicos más influyentes en la historia reciente de la neurocirugía latinoamericana: el Dr. Ignacio Madrazo Navarro, médico cirujano, por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), neurocirujano, investigador y académico. Su legado se ha entrelazado con algunos de los avances más significativos en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, con una convicción inquebrantable de servicio en los momentos más críticos del país.
La neurocirugía, rama especializada de la medicina, que se ocupa del diagnóstico y tratamiento quirúrgico de enfermedades del sistema nervioso central y periférico, ha sido fundamental para abordar patologías que comprometen funciones vitales del cuerpo humano. En el caso de las enfermedades neurodegenerativas, la neurocirugía se ha convertido en una vía esperanzadora para intervenir estructuras cerebrales profundamente afectadas, cuando los tratamientos farmacológicos resultan insuficientes.
El trabajo pionero del Dr. Madrazo, basado en el trasplante celular para restaurar funciones neurológicas, representó un salto científico sin precedentes. Su audacia quirúrgica, su compromiso con el paciente y su convicción de que el cerebro puede ser reconstruido desde dentro lo convierten en una de las figuras más visionarias de la medicina contemporánea.
Desde su graduación, en 1963, como médico cirujano y su posterior especialización en neurocirugía, en el Hospital General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), concluida en 1973, el Dr. Ignacio Madrazo no dejó de profundizar en su formación académica. En 1983, obtuvo la maestría en ciencias médicas, recibiendo el honoris causa, por la Universidad, en 2013. Integrando una visión científica y organizacional que marcaría su liderazgo institucional, su carrera fue construyéndose entre quirófanos, laboratorios y aulas, pero, también, en contextos extremos donde la medicina era un acto urgente de humanidad. A lo largo de los años, su figura se consolidó como símbolo de excelencia clínica, compromiso social y pensamiento innovador. Pero su contribución más revolucionaria se dio en un terreno que, hasta entonces, la ciencia consideraba inalterable: la regeneración neuronal.
En la década de los 80, el Dr. Madrazo y su equipo exploraron una idea que parecía ciencia ficción: que el cerebro humano pudiera recuperar funciones dañadas mediante trasplantes de células. Fue así como, tras años de investigación y observación clínica, propusieron intervenir quirúrgicamente a pacientes con Parkinson, utilizando células vivas que produjeran dopamina, el neurotransmisor cuya deficiencia provoca los síntomas motores de la enfermedad.
El proyecto comenzó en octubre de 1986, cuando el Dr. Ignacio Madrazo y el Dr. René Drucker Colín llevaron a cabo, en el Hospital La Raza, el primer trasplante en México de células de la glándula suprarrenal —rica en dopamina— al núcleo caudado del cerebro. Esta glándula, ubicada sobre los riñones, se utilizó como fuente alternativa de células dopaminérgicas, con el objetivo de mejorar la movilidad y calidad de vida de pacientes con enfermedad de Parkinson. El procedimiento implicó una delicada combinación de neurocirugía avanzada y manipulación celular y consolidó un avance en la medicina regenerativa, aportando conocimientos fundamentales para el estudio y desarrollo de terapias celulares en enfermedades neurodegenerativas. Si bien, el Parkinson aún no tiene cura, el trabajo del Dr. Madrazo ayudó a abrir nuevas líneas de investigación que continúan en la actualidad, orientadas a entender mejor la fisiopatología de la enfermedad y a buscar tratamientos que detengan o reviertan el deterioro neurológico progresivo.
Sabemos que parte de este trabajo fue documentado en el capítulo “Trasplante neural (autoadrenal, nigral fetal y suprarrenal fetal) en la enfermedad de Parkinson: la experiencia mexicana”, publicado en la reconocida serie académica Progress in Brain Research, editada por Elsevier, donde se presenta el seguimiento clínico de 42 pacientes intervenidos mediante distintas variantes de trasplante neuronal. El trabajo fue reconocido de manera internacional como la investigación de la última década, dirigida hacia el trasplante de células al cerebro atrofiado. Se estima que, en esa década, se realizaron más de mil operaciones similares a partir del modelo experimental propuesto. En un simposio celebrado en Madrid, en 1989, neurocientíficos de todo el mundo reconocieron públicamente el aporte mexicano como uno de los avances más significativos en la comprensión de la regeneración cerebral y, actualmente, se siguen realizando investigaciones y estudios al respecto.
A lo largo de su trayectoria
El Dr. Ignacio Madrazo Navarro no ha sido únicamente un investigador. Su carrera como formador de médicos y científicos es igualmente vasta. Fue profesor titular en la UNAM, jefe de neurocirugía en el Hospital La Raza y director del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional del IMSS. De 1991 a 1996, encabezó el área de investigación neurológica del IMSS. Publicó más de 200 artículos científicos, escribió varios libros y, de acuerdo con el Science Citation Index, ha sido citado en más de 2 mil 300 ocasiones, situándose entre los científicos mexicanos más influyentes de su tiempo. Publicó, junto a un equipo de investigadores, el estudio “Efectos neuropsicológicos del autoinjerto cerebral de tejido medular suprarrenal para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson”, en la revista Neurology, en 1988.
Cuenta con múltiples distinciones, entre ellas, la Medalla al Mérito Científico; el reconocimiento del Instituto Karolinska como conferencista Nobel, en Suecia, 1988; y diversas preseas nacionales, como los premios Gonzalo Castañeda, Francisco Montes de Oca y Aida Weiss. En suma, fue considerado uno de los 12 científicos mexicanos más citados en la década de 1981-1991, por el Life Sciences & Clinical Medicine Institute for Scientific Information.
Más allá de las medallas, su visión filosófica del cerebro, “ese órgano que nos personaliza y da identidad”, como solía decir, el doctor ha dejado una huella en la manera de entender el tratamiento del daño neurológico: no como una sentencia irreversible, sino como un territorio aún fértil para la medicina regenerativa.
Hoy, hablar del Dr. Ignacio Madrazo Navarro es hablar de una figura que conjugó el bisturí con la esperanza, el rigor científico con la compasión, y la audacia experimental con la ética del cuidado. Su trabajo pionero reconfiguró los límites de la neurocirugía moderna. Su legado continúa siendo faro e inspiración para las nuevas generaciones de médicos que, como él, creen que, aun en el terreno más frágil del cuerpo humano, el cerebro, es posible volver a sembrar vida.
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