Una herencia de la Corona española, para el mundo, en la que México tuvo gran participación
Independientemente de los signos de otras monedas, dentro de un contexto inespecífico, el símbolo de pesos –una S atravesada por una línea vertical– es el gráfico universal utilizado por excelencia para representar el dinero en general. Esto, quizá, tenga que ver con la gran influencia del dólar estadounidense a nivel mundial, ya que dicho signo también se ocupa para indicar esa divisa, al igual que el dólar canadiense o los pesos de otros países, como Argentina, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana y Uruguay.
Debido a la economía global, puede que la moneda norteamericana haya popularizado la grafía en el mundo actual; sin embargo, lo cierto es que, originalmente, ésta fue referente del peso, el cual primero la hizo famosa alrededor del orbe y que surgió poco más de 300 años antes que el dólar. ¿Y es que sabía que las monedas de muchos países se crearon basándose en el peso?; sí, el peso español, que floreció en la Nueva España. Incluso, otros símbolos de dinero, como el de centavos, el euro, la libra, entre otros, están inspirados en el de pesos.
Pero ¿cómo fue que se creó tal signo? Primero, es necesario entender cómo se originó la moneda del peso y por qué se llama así.
El valor de los metales
Antiguamente, en la Edad Media, los metales preciosos, como el oro y la plata, se empleaban como método de pago de mercancías entre los locales o con otras comunidades. Pero no existían las monedas con cierta denominación, como las de ahora, sino que se basaban en el peso de dichos metales. Así, cada producto o servicio valía cierto peso de oro o de plata, por lo que se usaba una balanza. Ahí, ya tenemos una primera pista.
Durante el siglo XIV y la mayor parte del XV, en España, la unidad monetaria era el castellano, también llamado peso de oro o, simplemente, peso, que equivalía a 4.6 gramos de oro. También, circulaba una moneda de plata, el real español, cuyo peso era de 3.4 gramos. Ambos se utilizaron conjuntamente hasta 1497, cuando los Reyes Católicos de Medina del Campo impulsaron una reforma (Pragmática de Medina del Campo) en la que se consideraban algunos cambios a las monedas existentes, como su emisión, acuñación, peso y medidas, así como la inclusión de monedas fraccionarias y múltiplos del real, con el fin de organizar la economía castellana y facilitar los intercambios en el siguiente siglo.
Cuando Carlos I llegó al trono español, en 1516, atendiendo a las reformas anteriores, introdujo una moneda de plata mucho más valiosa, que se volvería popular en todo el mundo: el real de a ocho, que equivalía a ocho reales, por lo que pesaba 27.468 gramos en total, de los cuales, 25.569 gramos eran auténtica plata, y tenía una pureza de .93055 %. Era una moneda gruesa, muy similar al thaler, el cual circulaba en los territorios del centro de Europa desde finales del siglo XV. De ahí, que el real de a ocho fuera conocido, también, como dólar español (dólar deriva de thaler).
Al principio, los grabados de la numismática de plata aludían a los Reyes Católicos: un escudo cuartelado, con el emblema de Castilla y León, y el de Aragón y Sicilia, con la leyenda FERNANDVS ET ELISABETH, en el anverso; y un yugo junto con un haz de flechas, con la inscripción REX ET REGINA CASTELLE LEGIONIS, en el reverso.
No obstante, en 1566, Felipe II decretó que, en adelante, la tipología de las monedas sería el escudo de Castilla y León, al frente; y las columnas de Hércules, con el Plus Ultra, en la parte posterior, como referencia a que los dominios de la Corona española se extendían más lejos del estrecho de Gibraltar. Esta es otra clave importante del origen del signo de pesos.
Desde el siglo XVI, la plata fue el metal más apreciado para el comercio internacional, pues el oro se reservaba para ser atesorado por las clases altas. Por ello, dadas sus características, el real de a ocho fue aceptado y muy valorado en distintas partes del mundo; no sólo circulaba en Europa y América, sino, también, en Asia, por lo que se convirtió en la moneda global, manteniendo esa posición hasta bien entrado el siglo XIX. A lo largo de ese tiempo, se le llegó a llamar, también, peso duro o, sencillamente, duro.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver nuestro país en todo esto? Resulta que, a raíz de la conquista de Tenochtitlan, la inmediata instauración del virreinato, en 1521, y el descubrimiento y explotación de yacimientos de plata en territorio mexicano, especialmente en lo que, hoy, es Taxco, Guanajuato y Zacatecas, la Corona española decidió que los reales de a ocho se fabricaran en la Nueva España.
De esta manera, el virrey Antonio de Mendoza llegó a la Nueva España, con la encomienda de establecer la primera Casa de Moneda de América, la cual se fundó en México, en 1535, y que, partir de ese momento, y durante tres siglos, se encargó de producir la moneda universal. De aquí, salían barcos cargados de reales de a ocho hacia Europa, Norteamérica, Suramérica y las Antillas. Las monedas llegaban a Asia a través del Galeón de Manila, que partía desde el puerto de Acapulco hacia Filipinas. Ahí, además de los cargamentos abastecedores, la plata se quedaba gracias al comercio, pues los novohispanos compraban porcelanas, sedas, especias y otros productos.
Fue tal la influencia del real de a ocho que las naciones lo tomaron como modelo para emitir su propia moneda de plata entre finales del siglo XIX y principios del XX. Tal es el caso de China, con el tahel, lanzado en 1899; el dólar canadiense, el yuan chino, el yen japonés, el peso filipino y el peso de los países americanos que se independizaron. De igual forma, las Trece Colonias de Norteamérica prefirieron la moneda española sobre la libra británica, y continuaron empleándola, incluso, después de su independencia (1776) y hasta 1857, cuando cambiaron al dólar estadounidense, el cual, también, se inspiró en el real de a ocho.
El origen del signo de pesos
La identificación y uso global del real de a ocho durante más de 300 años hizo que apareciera constantemente en los libros de cuentas de los comerciantes. Y como siempre se tiende a la simplificación, por cuestiones prácticas, se cree que el signo para referir al real de a ocho surgió de la imitación gráfica de las columnas de Hércules, con los listones de Plus Ultra, que aparecían al reverso de la moneda, que forman parte del escudo español.
Como puede verse, el listón, al entrelazarse en la columna (línea vertical), dibuja una S, lo que podría haber derivado en el trazo del signo de pesos ($).
Otras teorías apuntan a que la grafía derivó de la abreviación de la palabra ‘peso’, como llegó a decírsele al real de a ocho. Posiblemente, al inicio, se escribía PS, y esto, a su vez, pudo originar un signo en el que ambas letras estuvieran superpuestas, que fue simplificándose hasta terminar en el símbolo actual.
Algunas voces más señalan que se originó a partir del número ocho, en alusión al nombre de la moneda, el cual, para no confundirse con las cifras que le seguían, se cancelaba con la línea en vertical.
Posteriormente, al basarse las monedas de otros países en el real de a ocho, también, adoptaron su mismo signo para representarlas, como los demás tipos de pesos y, en su momento, el dólar.
Fue por ello que, tiempo después, surgió el estándar internacional ISO 4217, que otorga un código específico, de tres letras, para identificar a la divisa de cada país del mundo; esto, con el fin de evitar las confusiones derivadas por los signos o nombres que comparten las monedas de ciertas naciones, pero que tienen tipos de cambio diferentes. Así, las denominaciones para diferenciar entre el dólar estadounidense, el canadiense y el australiano son USD, CAD y AUD, respectivamente; mientras que, en el caso del peso argentino, el colombiano, el chileno y el mexicano, los códigos son ARS, COP, CLP y MXN.
¿Se había imaginado que una moneda española, fabricada en México, hubiera tenido tanta influencia a nivel mundial, al grado de ser la antecesora de ciertas divisas actuales?
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