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El viaje histórico de “abracadabra”

 

Una de las fórmulas mágicas más célebres, símbolo de la fascinación humana por el poder de las palabras

 



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Si pensamos en palabras que evocan hechizos, encantamientos y actos de magia, pocas son tan reconocidas y universales como “abracadabra”. Desde los circos hasta las películas y los libros de fantasía, esta palabra se ha convertido en un sinónimo de lo mágico, lo inexplicable y lo encantador.

 

A primera vista, puede parecer una simple palabra sin sentido, utilizada por magos de escenario y en cuentos infantiles. Sin embargo, su historia es mucho más profunda y se remonta a antiguas civilizaciones, donde no era un truco de ilusionismo, sino una herramienta de poder, una llave para sanar y proteger.

 

El conjuro romano contra la malaria

 

El rastro más antiguo que tenemos de "abracadabra" se encuentra en un poema del siglo II, escrito por Sereno Sammónico, un médico romano del emperador Caracalla. En su obra Liber Medicinalis, recomendaba una cura inusual para la malaria y la fiebre, que era, justamente, llevar un amuleto con la palabra inscrita, de una manera muy particular.

 

En su obra Liber Medicinalis, Sammónico incluyó diversos tratamientos, remedios y antídotos. Entre ellos, figura uno para combatir “la mortal fiebre que los griegos llamaban hemitritaion”, enfermedad que, hoy, identificamos como malaria y que azotó con fuerza a la antigua Roma.

 


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Para curarla, el erudito aconsejaba lo siguiente: "Escriba en una hoja (de papiro) la palabra ABRACADABRA, repítala debajo, pero omita la última letra, de modo que cada vez faltarán más letras individuales en las líneas (...) hasta que quede una sola letra, como el extremo estrecho de un cono”.

 

Es decir, la palabra se escribía repetidamente, pero se le quitaba una letra en cada línea, formando un triángulo invertido, similar a una pirámide invertida. Este patrón, conocido como "triángulo decreciente", no era una simple decoración; se creía que, al igual que las letras se desvanecían, la enfermedad también se iría debilitando hasta desaparecer por completo.

 

Abracadabra y el poder creador de la palabra

 

A lo largo de la historia, la palabra ha aparecido en diferentes culturas y contextos, lo que ha dado lugar a varias teorías sobre su etimología, mismas que han fascinado a lingüistas e historiadores. Las más aceptadas provienen del hebreo, el arameo y el griego, que revelan la creencia compartida en el poder de la palabra para crear la realidad.

 

Teoría hebrea: Una de las explicaciones más aceptadas sugiere que abracadabra proviene de la frase hebrea abreg-hadabra, que significa "crearé a medida que hablo". Esta interpretación se alinea con la creencia en el poder de la palabra hablada, un concepto fundamental en la Cábala y otras tradiciones místicas. La idea es que, al pronunciar la palabra, el individuo no sólo conjura un efecto, sino que literalmente lo crea con sus palabras. Otra hipótesis apunta al hebreo abreq ad habra, que se traduce como “envía tu fuego hasta la muerte”, asociando la palabra con rituales de invocación y protección.

 

Teoría aramea: Otra posibilidad la relaciona con la frase abra-ke-dabra, que, en arameo, significa "yo creo como la palabra". Esta teoría también enfatiza la capacidad de la lengua para manifestar la realidad, reflejando una profunda conexión entre el pensamiento, el lenguaje y la acción mágica. El origen etimológico de abracadabra es incierto.

 

Teoría griega: Algunos eruditos creen que la palabra podría derivar del término griego abrasax, un nombre místico asociado con Abraxas, una deidad o entidad gnóstica. Esta figura representaba la totalidad del cosmos, y la palabra abrasax se utilizaba en amuletos gnósticos llamados “piedras de Abraxas”, para invocar protección y poder. La similitud fonética es notable, y el uso de amuletos con inscripciones místicas en ambas tradiciones sugiere un posible vínculo.

 

Entre curanderos y alquimistas

 

Con el tiempo, abracadabra dejó de ser un talismán médico para convertirse en un elemento central de la cultura popular de la magia. Durante la Edad Media, los clérigos y curanderos seguían utilizando talismanes con la palabra inscrita, sobre todo en forma de triángulos decrecientes, pero, ahora, con la intención de proteger contra el mal de ojo, los demonios y las desgracias cotidianas.

 

En los libros de conjuros medievales, aparecía junto a otras fórmulas latinas y símbolos místicos, lo que reforzaba la idea de que el poder de las letras podía tejer un escudo invisible contra fuerzas malignas.

 

En el Renacimiento, con el resurgimiento del interés por el hermetismo, la cábala cristiana y la alquimia, abracadabra adquirió un nuevo significado como palabra mágica, vinculada al conocimiento oculto. Se le encontraba en grimorios —manuales de magia— y en prácticas alquímicas, donde se utilizaba como invocación para atraer protección, fortuna o sabiduría.

 

Ya no se trataba de curar fiebres, sino de conectar con energías superiores, ordenar el caos o invocar entidades espirituales. El Renacimiento, con su fascinación por lo misterioso y lo esotérico, consolidó la transición de abracadabra hacia el imaginario colectivo de la magia más cercano al que conocemos hoy.

 

De la sanación al espectáculo

 

A medida que el mundo avanzaba hacia la modernidad, la creencia en la magia como una fuerza real y poderosa comenzó a desvanecerse bajo el peso del pensamiento científico y la medicina racional. Con ello, el propósito original de abracadabra perdió vigencia como fórmula de sanación y protección. Sin embargo, lejos de desaparecer, la palabra encontró un nuevo destino en la imaginación y el espectáculo.

 

Durante los siglos XVII y XVIII, en plena era de los espectáculos públicos y el auge del ilusionismo, abracadabra fue adoptada por los magos de escenario como la expresión por excelencia para anunciar lo extraordinario. Su sonoridad enigmática y su herencia cargada de misterio la convirtieron en el grito que marcaba el instante clave del truco, el momento en el que lo imposible se volvía visible ante los ojos del público.

 

Desde entonces, más que un conjuro auténtico, se transformó en un símbolo universal de lo mágico, un puente entre la tradición esotérica y el arte del entretenimiento, que aún hoy conserva su fuerza evocadora.

 

 

Hoy, abracadabra sigue siendo un eco de su pasado místico. Es un recordatorio de una época en la que las palabras no eran sólo sonidos, sino fuerzas vivas capaces de influir en la realidad. La próxima vez que escuche a un mago decir abracadabra, recuerde que está escuchando un susurro de la antigua Roma, un eco de la Cábala y una pieza de la historia humana de la magia y la creencia.

 

 

A lo largo del tiempo, la palabra ha sido un título recurrente en el mundo del entretenimiento. Desde películas como Abracadabra (2017), la comedia española de Pablo Berger, hasta el clásico estadounidense Hocus Pocus (1993), conocido en Hispanoamérica, precisamente, como Abracadabra, la palabra ha servido para evocar misterio y encanto. Incluso, ha dado nombre a obras teatrales y espectáculos infantiles en distintas partes del mundo.

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