
Como lo mencionamos en la edición pasada, las personas de todas las edades son susceptibles a sufrir enfermedades oculares, que pueden afectar la visión en distintos grados; a veces, de forma permanente.
Las estructuras más anteriores del ojo, como la córnea o el cristalino, la mitad posterior, la retina y el nervio óptico, pueden verse afectadas por anomalías refractivas, lesiones o enfermedades que causan problemas de visión. Estas alteraciones suelen ser la causa de casos graves de pérdida de visión.
Las enfermedades oculares que afectan a la órbita, el conducto lagrimal, los párpados y los músculos extraoculares también pueden dañar la parte exterior del ojo y la zona que rodea al globo ocular.
Adicional a las enfermedades presentadas en el número pasado, las siguientes son otros ejemplos de las enfermedades oculares más comunes que se pueden padecer:
Conjuntivitis
Es una de las enfermedades oculares más prevalentes e inflamatorias. Sus causas son numerosas e incluyen el uso de lentes de contacto, alergias, infecciones bacterianas, fúngicas, virales y químicas, entre otras.
Se caracteriza por la inflamación de la conjuntiva, la membrana mucosa que recubre el interior de los párpados y la superficie del ojo. Si la causa es una infección, la conjuntivitis, que puede afectar a uno o ambos ojos, suele manifestarse de forma agresiva, con secreción.
La formación de abundantes cantidades de líquido o secreción amarillenta es una característica de la conjuntivitis infecciosa bacteriana. Además, muestra cómo las papilas se originan en la conjuntiva palpebral, dando origen a la inflamación del párpado.
El tipo más común, la conjuntivitis infecciosa viral, generalmente, es provocada por un adenovirus y tiene menos drenaje de líquido, pero, también, puede afectar la córnea. Es muy contagiosa y, si bien, normalmente, desaparece por sí sola, se recomiendan lavados repetidos con solución salina fisiológica y un tratamiento tópico, para los síntomas.
La conjuntivitis alérgica es una reacción exagerada de nuestro organismo a un factor externo (alérgeno). Suele ser estacional y se caracteriza por secreción de moco y picor intenso. En ocasiones, coexiste con rinitis. El polen, los ácaros del polvo y otros alérgenos comunes pueden causar conjuntivitis alérgica. Sin embargo, también, puede estar provocada por el pelo y la descamación de animales domésticos, hongos, cosméticos o antibióticos, como la estreptomicina, las sulfamidas o la penicilina.
La conjuntivitis irritativa, también, puede ser consecuencia de una reacción excesiva de la conjuntiva a un estímulo externo, normalmente, un irritante, como el humo o los vapores.
Cataratas
Uno de los síntomas de las cataratas es la pérdida gradual y progresiva de la visión, que suele afectar a uno o ambos ojos, a lo largo de meses o años. Los pacientes con cataratas pueden tener una percepción reducida del color y deslumbramiento, especialmente, por los faros de los coches en la noche. La ubicación y la densidad de la opacidad determinan los síntomas individuales, aunque la opacidad del cristalino (que, normalmente, debería ser transparente) es el signo más distintivo. Existen tres tipos de cataratas:
Nuclear: Se caracteriza por la presencia de una coloración amarillenta o marrón en la parte media del cristalino. En general, la discapacidad visual es más notoria cuando se mira de lejos que cuando se mira de cerca.
Subcapsular posterior: Las opacidades se encuentran cerca de la superficie posterior del cristalino y, con frecuencia, adoptan la forma de una placa. La retroiluminación contra el reflejo de fondo rojo es la mejor forma de verlas. Las dificultades de lectura y el deslumbramiento son frecuentes. La inflamación ocular, el uso prolongado de esteroides, la diabetes, los traumatismos o la radioterapia pueden acompañarlo. Por lo general, caracteriza más a los individuos jóvenes.
Cortical: Opacidades que irradian hacia afuera desde el borde del cristalino y encierran sus regiones anterior y posterior. Con frecuencia, son asintomáticas hasta que se manifiestan alteraciones centrales.
Chalazión
Se trata de una protuberancia benigna e indolora que aparece en el párpado cuando las secreciones de las glándulas de Meibomio se acumulan debido a un bloqueo en su drenaje. Este nódulo se desarrolla porque la secreción se mantiene en el interior en determinadas situaciones.
El chalazión suele ser indoloro, pero, si se agranda, puede resultar molesto y forzar el ojo, lo que puede provocar astigmatismo y visión borrosa. Cuando se inflama y se infecta, lo llamamos orzuelo.
El líquido graso producido por las glándulas de Meibomio, que se encuentran dentro del párpado, contribuye a la formación de la película lagrimal. La secreción no se drena y se acumula, creando un quiste graso cuando se obstruyen las aberturas de drenaje de estas glándulas.
Orzuelo
Se trata de una protuberancia roja, dolorosa, pequeña y muy visible en el párpado, que puede contener pus. También, puede deberse a una inflamación de las glándulas de Zeiss (glándulas sebáceas situadas en el borde del párpado), aunque las causas más comunes son la obstrucción e inflamación de las glándulas de Meibomio, que se encuentran en el interior del párpado. Puede aparecer en la superficie externa o interna del párpado.
La diferencia entre el chalazión y el orzuelo es que éste último es doloroso. Ocasiona diversos síntomas, como la sensación de objeto extraño, párpados inflamados, dificultad en la abertura palpebral, hipersensibilidad a la luz y lagrimeo.
Ojo seco
Se trata de una afección frecuente que se produce cuando la superficie del ojo carece de lubricación y humedad, ya sea por una producción insuficiente o deficiente de lágrimas. Entre las molestias que experimenta el paciente, se encuentran el picor, la sensación de arena en los ojos, el cansancio, la mala visión o la fotosensibilidad. En los peores casos, puede derivar en lesiones en la superficie del ojo, así como en graves problemas visuales.
Alrededor de 100 millones de personas en todo el mundo padecen esta dolencia, también conocida como queratoconjuntivitis seca. Es una de las afecciones más habituales en las consultas oftalmológicas y suele afectar a ambos ojos.
El origen del ojo seco se debe a que las glándulas de Meibomio de los párpados superior e inferior funcionan mal, lo que provoca graves molestias. Los lípidos secretados por estas glándulas sebáceas lubrican e hidratan los ojos, al mismo tiempo que impiden que las lágrimas se evaporen de la película lagrimal que protege y cubre el ojo.
Además de los ojos secos, los síntomas del síndrome del ojo seco incluyen: ojos llorosos, sensación de ardor o escozor en los ojos, enrojecimiento de los ojos, pesadez en los párpados, presencia de una mucosidad viscosa en los ojos o alrededor de ellos, sensibilidad a la luz, sensación de tener arena en el ojo, visión borrosa, fatiga visual, que dificulta las tareas cotidianas, como leer o conducir, inflamación e irritación de los ojos.
El paso más importante para tratar las afecciones oculares más comunes es acudir a una revisión con el médico oftalmólogo, al menos, una vez al año. Esto puede evitar las complicaciones de la mayoría de los trastornos oculares.
Sin embargo, las afecciones oculares más frecuentes tienen una variedad de opciones de tratamiento que dependen de la edad, el sexo, el estilo de vida, la alimentación, las afecciones médicas subyacentes e, incluso, la herencia de la persona.
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