Es una variante del vino, que se elabora con tres tipos de uva y se caracteriza por su consistencia burbujeante. Pese a que hoy es una bebida de lujo, en sus inicios fue considerada una versión defectuosa, pues surgió por accidente el 4 de agosto de 1693, cuando un monje benedictino, de nombre Dom Pierre Pérignon, intentaba obtener vino blanco a partir de uvas tintas. No obstante, el color no fue el problema, sino las burbujas que se producían, las cuales, irónicamente, trató de evitar porque “ensuciaban” su creación. Sin embargo, cuando la probó, quedó tan sorprendido del sabor, que llamó a sus colegas y les dijo: “¡Estoy probando las estrellas!
El nombre de la bebida proviene de Champagne, pueblo francés donde se suscitó la preparación y que, según los monjes, su suelo tenía las condiciones óptimas para sembrar la vid. Por otro lado, el clima también fue un factor determinante para la creación de este vino, pues, al ser una zona fría y húmeda, las uvas debían dejarse madurar más tiempo y la fermentación se interrumpía cuando las temperaturas descendían aún más, por lo que, para conservar el jugo, debía embotellarse. En tiempos de calor, el proceso continuaba, pero ya dentro de la botella, de manera que el gas producido no podía escapar. Más tarde, Dom Pierre descubrió que podía generar las burbujas si añadía azúcar en la segunda etapa del fermentado.