La felicidad suena así
- paginasatenea
- 1 sept
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Las 10 canciones más alegres del mundo, según la neurociencia

¿Se ha preguntado alguna vez por qué ciertas canciones, sin haber un contexto personal detrás, nos hacen sonreír sin que podamos evitarlo al momento en el que empiezan a sonar? No es sólo por la letra pegajosa ni es casualidad; la música tiene la sorprendente capacidad de conectar directamente con nuestras emociones más profundas. La ciencia nos regala una respuesta a la pregunta anterior… y una playlist para comprobarlo.
La sinfonía cerebral del bienestar
La música no sólo se escucha; se siente, se vive y, sobre todo, se procesa en múltiples zonas del cerebro, que, al activarse, generan una experiencia emocional completa. La neurocientífica Miriam Albusac, experta en psicobiología musical, lo resume así: “El cerebro no interpreta la música como un estímulo externo cualquiera; la procesa como un mensaje emocional que involucra memoria, placer, movimiento y cognición social”.
En una entrevista para Fundación Aquae, Albusac explicó que la música activa el sistema límbico, el hipocampo, la amígdala y la corteza orbitofrontal. Estas regiones están estrechamente ligadas a la gestión de las emociones, la memoria autobiográfica y la motivación. Además, se libera dopamina, el neurotransmisor del placer; baja el cortisol, la hormona del estrés; se activan zonas motoras, lo que nos invita a movernos y a bailar, incluso, sin darnos cuenta; y si cantamos o compartimos la experiencia, también, se liberan oxitocina y endorfinas, asociadas al vínculo social y la alegría. Cuando escuchamos una canción, el cerebro la procesa como si fuera una historia emocional: decodifica su estructura (ritmo, armonía, melodía) y la convierte en una vivencia sensorial completa.
La playlist más alegre
A sabiendas del efecto positivo que la música tiene en el cerebro, hace tiempo, el neurocientífico holandés Jacob Jolij realizó un estudio cuyo objetivo era determinar cuáles son las canciones que más felicidad generan en el ser humano. Para ello, analizó cómo ciertos elementos musicales provocan respuestas emocionales positivas en el cerebro; y aunque admitió que no hay una “receta universal para la felicidad musical”, encontró tres factores clave:
Tempo rápido: Alrededor de 140 a 150 BPM (pulsaciones por minuto).
Tonalidad mayor: Se relaciona con sensaciones optimistas o luminosas.
Letras positivas, absurdas o sin conflicto ni drama: Evocan libertad, fiesta, diversión o superación.
“Una canción puede ser como una pequeña dosis de dopamina si cumple con ciertos requisitos musicales. El cerebro responde a estos estímulos de forma automática, incluso, aunque no estemos prestando atención activa”, explicó Jolij. Al escuchar esos temas, se activan regiones cerebrales relacionadas con el placer y la motivación, como el núcleo accumbens, que es el mismo que se enciende cuando comemos chocolate o nos enamoramos. El investigador desarrolló, incluso, una “fórmula matemática de felicidad musical”, con la que analizó decenas de canciones populares, cruzando datos con estudios sobre neurociencia emocional, psicología positiva y percepción musical.
Así, identificó 10 canciones que, por su estructura musical, letra, energía y estilo, tienen un efecto más inmediato y poderoso sobre la percepción de felicidad.
1. Don’t stop me now (Queen): Aunque los primeros 30 segundos son tranquilos, con una melodía agradable de piano, el resto de la pieza es un estallido de energía. Según Jolij, es la canción que más activa zonas de placer cerebral.
2. Dancing queen (ABBA): Melodía nostálgica y liberadora, con un tempo moderadamente alto, que invita al movimiento.
3. Good vibrations (The Beach Boys): Es un collage sonoro, que mezcla bloques rápidos y lentos, que transmiten alegría pura y ganas de bailar.
4. Uptown girl (Billy Joel): Ligera, divertida y optimista, es un himno a los amores imposibles, pero con ritmo alegre y motivador.
5. Eye of the tiger (Survivor): Es la representación sonora de la motivación y determinación en estado puro. Ideal para empezar el día, vencer la pereza, para celebrar los logros y para recordarnos lo fuertes y capaces que somos en aquellos momentos en los que lo hayamos olvidado.
6. I’m a believer (The Monkees): Optimismo sesentero que no envejece. Breve, pegadiza y contagiosa.
7. Girls just want to have fun (Cyndi Lauper): Feminismo pop en clave festiva. Desinhibida, ruidosa y liberadora.
8. Livin’ on a prayer (Bon Jovi): Pieza de rock esperanzadora, que se canta con fuerza. Euforia garantizada en el estribillo.
9. I will survive (Gloria Gaynor): Un clásico del empoderamiento. La resiliencia hecha canción disco.
10. Walking on sunshine (Katrina & The Waves): Por supuesto que esta canción debía estar incluida, pues el ritmo y la letra se alinean para producir alegría inmediata.
Cabe recordar que esta lista, aunque está basada en patrones científicos comunes, no deja de ser un tanto subjetiva, o bien, incompleta, ya que puede haber muchas otras canciones que cumplan también perfectamente con los criterios antes mencionados. Asimismo, resaltar que la música es profundamente personal y no hay una única fórmula para ser feliz con ella, por lo que la “canción feliz” de cada persona puede ser una balada de los 90, un reguetón de verano o una melodía infantil, pues las emociones que nos provoca están ligadas a experiencias, recuerdos, asociaciones y momentos vitales únicos. Jolij lo aclara desde el principio: “Cada persona asocia emociones distintas a las canciones según su historia de vida, recuerdos, cultura o experiencias personales”.
Así que, sea cual sea su canción, si le alegra el día, su cerebro está haciendo su trabajo: ayudarlo a sentirse mejor a través del sonido.
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