Ocurrió el miércoles 19 de noviembre de 1969, en el partido entre los equipos brasileños: Santos, cuya estrella era Edson Arantes do Nascimento, mejor conocido como Pelé, y el Vasco da Gama. En ese momento, el currículum del futbolista, de 29 años de edad, registraba 999 goles, resultado de partidos oficiales y amistosos. El escenario fue el estadio Maracaná, en Río de Janeiro, entonces el más grande del mundo. Había grandes expectativas en el también jugador más valioso de la Selección Brasileña de que consiguiera su milésima anotación. Tuvo su primera oportunidad; tiró a gol, pero la pelota pegó en el travesaño. Transcurrió el juego sin ningún evento destacable, salvo que ambos equipos habían igualado el marcador 1-1; sin embargo, cuando faltaban 12 minutos para finalizar el encuentro, Pelé fue derribado dentro del área de penalti por un defensa contrario; el árbitro marcó la falta; era el momento de que el astro afianzara su luz. Tomó posición, más nervioso que nunca, con los reflectores y las miradas de aficionados, rivales y la prensa sobre él. Entonces, corrió hacia el balón, y antes de golpearlo, hizo una pausa; luego, lo pateó, y éste, rozando el poste, logró entrar a la portería. ¡Gooooool!, pero no era uno cualquiera, era el número mil de Pelé, el cual dedicó a todos los niños, convirtiéndose en el primer futbolista en toda la historia en conseguir esa cantidad.