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Ponche mexicano. La historia de una bebida exquisita



Los festejos navideños en México están llenos de tradiciones especiales, que incluyen, entre tantas cosas, las posadas, los villancicos, las piñatas, la representación de pastorelas y la degustación del delicioso ponche de frutas. Esta bebida, preparada generalmente con caña de azúcar, tejocotes, manzanas, guayabas, jamaica, tamarindo, canela y ciruelas pasas, es muy reconfortante, pues, con su sabor y aroma exquisitos, nos hace sentir la magia de la Navidad.


En el país, existen más de cien recetas diferentes de ponche, que se elaboran en distintos lugares; cada una es una mezcla de especias propias de cada región, que da como resultado una explosión de sabores, irresistible al paladar.


Sin embargo, ¿sabía que esta bebida, que muchos consideramos totalmente mexicana, en realidad, no se creó en tierras aztecas, sino al otro lado del globo?


La verdadera receta

Aunque el origen del ponche es difícil de determinar con exactitud, sí se sabe que su nombre, probablemente, proviene del sánscrito. Por ello, la sabiduría común señala que este delicioso brebaje surgió en la India, donde se le nombró pãc, que se traduce como ‘cinco’, en referencia a sus cinco ingredientes esenciales: vino de palma, azúcar, limón, té y agua.


No obstante, algunos historiadores consideran que el ponche tiene sus raíces en los antiguos pueblos persas que habitaban en Oriente Medio, quienes consumían una bebida muy similar, a la que llamaban panch o panj, elaborada con agua, limón, hierbas, azúcar y ron.


Otros señalan que los marineros ingleses de la Armada británica solían preparar un delicioso zumo a base de la combinación de ron con azúcar; y que, en cierta ocasión que su barco se atracó en la India, comenzaron a mezclarlo con frutas y especias de la región, creando una preparación aún más exquisita.


La primera referencia escrita conocida en torno al ponche aparece en una carta enviada el 28 de septiembre de 1632, por un hombre llamado Robert Addams, quien residía en la India y trabajaba para la Compañía Británica de las Indias Orientales. Al comunicarse con un colega sobre su respectivo alojamiento, escribió: “Espero que mantengamos una buena colaboración y bebas ponche sin mesada”.


De este tiempo (1638), también, data la primera receta de ponche de la que se tiene registro, por obra de Johan Albrecht de Mandelslo, un alemán que administraba una fábrica en Surat, India, quien documentó que los trabajadores elaboraban "una especie de bebida que consiste en aqua vitae (agua de vida), agua de rosas, jugo de sidra y azúcar".


De Oriente a Europa

Su popularidad en la India hizo que el ponche fuera preparado por los marineros de las flotas de la Compañía de las Indias Orientales, organismo que gestionaba el comercio con las metrópolis europeas; lo que condujo a que esta bebida llegara a las colonias británicas a principios del siglo XVII.


Se dice que el ponche ayudó a los navegantes a sobrevivir a las largas travesías gracias a que los cítricos con que se preparaba los protegían del escorbuto. Otro ingrediente de éste era el arrack (un término general en hindi para designar a las bebidas espirituosas). Viajaban con grandes cantidades de reserva, por lo que, en muchas ocasiones, regresaban a los puertos londinenses con algunos barriles sobrantes completamente llenos. Esto hizo que se pusiera de moda visitar los muelles, para beber algo de ponche con los marineros. Incluso, los inversores visitaban los barcos que habían financiado, y junto con sus amigos, se sentaban a bordo para disfrutar de esta nueva bebida comunitaria.


Una vez que el ponche llegó a tierras británicas, fue adoptado por sus habitantes, quienes lo llamaron punch. A mediados del siglo XVII, después de la Restauración, los ingleses se volvieron muy aficionados a él, de modo que, pronto, se convirtió en el protagonista de las reuniones sociales y de las cafeterías. Posteriormente, comenzó a elaborarse con ron de las Indias Occidentales y se volvío muy atractivo para los comerciantes, ya que no estaba sujeto a impuestos; la bebida era tan nueva que quedaba fuera del sistema tributario.


Fue el elixir preferido de los aristócratas ingleses durante muchos años. En la década de 1690, en Londres, un tazón de tres cuartos de ponche costaba la mitad del salario de una semana; así, era considerado un accesorio de lujo que pocos se podían dar el gusto de adquirir.


De España, el ponche mexicano

Desde Inglaterra, esta bebida comenzó a esparcirse a distintos países del Viejo Continente, incluyendo España, donde fue llamado ‘ponche’. Como sucedió con otros ingredientes y preparaciones que, hoy, conforman la cocina mexicana, la receta del ponche (influenciada, también, por el imperio moro) llegó a Mesoamérica y se arraigó en nuestra cultura luego de la Conquista.


Debido a que los moros eran musulmanes y no bebían alcohol, la versión europea del ponche parece haber sido modificada, omitiendo el ron. Al llegar a México, a la preparación se le añadieron otros elementos. Durante el siglo XIX, esta bebida era lo que la gente consumía para entrar en calor mientras realizaba los rezos en las fiestas dedicadas a la Virgen de la Inmaculada Concepción y de Guadalupe.


La tradición mexicana

Aunque la receta mexicana se parece muy poco a la original de la India o a la británica, aún conserva toques de las tradiciones europeas combinadas con la cultura indígena. Es, precisamente, esta mezcla la que, como a muchos otros aspectos de nuestro folclore, terminó de definir nuestra versión de esta bebida navideña.


Servido caliente, en una taza de barro, el ponche es ampliamente conocido por tener un sabor y aroma únicos gracias a la delicada integración de los ingredientes base: frutas, como manzanas, tejocotes, guayabas y cañas; especias, como la canela o el azúcar morena; y flores, como la jamaica.


Sin embargo, la forma de prepararlo varía de un estado a otro. En la Ciudad de México, es una bebida caliente, típicamente, hecha con piña, ciruelas pasas, naranjas y limas. En Colima, en la costa oeste del país, se sirve frío y se puede preparar con agua o leche. Incluso, regresando a sus raíces, hay quienes le agregan un toque de alcohol, ya sea tequila, ron, whisky o vino, según los gustos.



No cabe duda de que el ponche es una bebida tradicional y familiar; la pueden beber chicos y grandes por su contenido frutal y su delicioso sabor; y aunque la temporada navideña es la mejor época para degustarlo, no tiene que ser la única. ¡Lo importante es dejarse deleitar y satisfacer el antojo!



Una bebida saludable

Debido a la cantidad de sus ingredientes y a las propiedades que cada fruta aporta, el ponche es rico en vitaminas A y C, las cuales fortalecen el sistema inmunológico a través de los altos niveles de antioxidantes, ayudando a prevenir las enfermedades respiratorias propias de la temporada invernal.

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