La población de ciertos lugares en el mundo, por su estilo de vida, presenta una característica en común
Es cierto que, conforme pasa el tiempo y la humanidad va avanzando en la investigación científica y el conocimiento, la esperanza de vida va aumentando. Si bien la media de años que vive la población varía dependiendo del lugar geográfico (donde influyen múltiples factores, como la raza, el clima, las cuestiones socioeconómicas, las políticas públicas, entre otros), de manera general, de acuerdo con las Naciones Unidas, el promedio en la esperanza de vida mundial es de 73.4 años. Cuando una persona cumple 90 años, llega a los cien e, incluso, los sobrepasa, se convierte en objeto de admiración y hasta de récords. Sin embargo, hay algunas zonas del planeta donde superar el siglo de edad es algo común en sus habitantes.
Las llamadas ‘zonas azules’ son una serie de regiones en el mundo en donde las personas viven bastantes años más que el promedio; por lo general, son centenarias. Este fenómeno ha generado curiosidad por saber qué poseen dichos sitios o qué los hace diferentes a los demás, que permiten que su población sea longeva. Al respecto, se han realizado algunas investigaciones, ya que el resto de la humanidad, seguramente, querrá saber en qué consiste el secreto.
La razón de que a estos lugares se les empezara a llamar ‘zonas azules’ se dio gracias a un estudio demográfico realizado a principios de este siglo, el cual demostró que una de cada 196 personas nacidas entre 1880 y 1890 alcanzó los cien años de edad. Este estudio fue llevado a cabo por el demógrafo belga Michel Poulain y el gerontólogo italiano Gianni Pes, quienes descubrieron una población con personas sumamente longevas en una región en Barbagia (Cerdeña, Italia); señalaron este punto en el mapa, con un círculo en tinta azul.
Más tarde, en 2005, el investigador estadounidense Dan Buettner utilizó, por primera vez, este término, en la revista National Geographic, para referirse a esas regiones en donde la esperanza de vida es más larga que en el resto del mundo, además de que tienen muy bajos índices de enfermedades coronarias, de cáncer y de demencia senil.
El nombre de ‘zonas azules’ hacía referencia a la tinta azul que utilizaron Poulain y Pes cuando empezaron a estudiar este fenómeno. Los resultados de la investigación de Buettner y su equipo mostraron que las cinco regiones en el mundo donde los habitantes tienen una expectativa más alta de vida son:
· Loma Linda, en California: La Comunidad de los Adventistas del Séptimo Día vive 10 años más que el promedio de la población estadounidense en general, el cual es de 77 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
· La península de Nicoya, en Costa Rica: La población tiene más del 50 % de probabilidad que los estadounidenses de llegar a los 90 años de edad.
· Cerdeña, en Italia: Ahí, viven los hombres más longevos del mundo.
· La península de Okinawa, en Japón: Lugar de las mujeres más longevas del mundo.
· Icaria, en Grecia: Se distingue por sus muy reducidas tasas de enfermedades crónicas comunes.
Aunque, también se identifican otros lugares, como: Vilcabamba, en Ecuador, conocido como ‘el valle de la longevidad’ porque sus habitantes llegan al siglo de vida; Hunza, en Pakistán; y Caucasia, en Georgia (en la ex Unión Soviética).
¿Cuál es el secreto?
En primera instancia, se pensó que la razón de la longevidad en estos sitios tenía que ver más con la genética. No obstante, esta respuesta no fue suficiente, pues, si prestamos atención a las zonas, éstas se encuentran realmente distantes unas de las otras. Así que la respuesta tenía que estar en otro lado.
Buettner y su equipo, después de estudiar este fenómeno en sus diferentes zonas, llegaron a la conclusión de que era por su muy saludable estilo de vida, pues ciertos patrones se repetían en cada lugar. Y es así como, teóricamente, se puede explicar la razón de por qué esas poblaciones tienen una mayor esperanza de vida en comparación con el resto del mundo.
Primero, se debe tener un propósito de vida, una razón de ser o, como se dice en japonés, un ikigai. Es importante tener presente dicho motivo o motivos por los cuales, cada día, nos preparamos para ser mejores.
En segundo lugar, es importante tener una forma de bajar el estrés. Cada cierto tiempo, es bueno romper con lo difícil que puede ser una rutina, para concentrarse en otras cosas, las cuales son igual de importantes. Por ejemplo, está bien poder tomar una siesta, como lo hacen en el mediterráneo; rezar, como es común en los adventistas; o tomar una taza de té, como lo hacen ceremonialmente las mujeres en Okinawa.
Otro punto importante es la comida. Si bien no es una estricta dieta como lo solemos pensar, sí se recomienda comer sin llegar a la saciedad, pues, con tan sólo sentirse satisfecho al 80 %, uno estará bien. De igual manera, los alimentos tienen que estar balanceados y la dieta debe incluir muchas verduras, legumbres y frutas.
El consumo del alcohol no está restringido, pero sí moderado. Además, se recomienda tener una actividad física regular, como si fuera una rutina diaria; ésta no necesariamente tiene que ser desgastante, con tan sólo caminar es suficiente.
Lo que también ayuda es tener un fuerte sentido de comunidad, pues ser parte de un círculo social promueve los comportamientos sanos. Igualmente, se debe priorizar y dar tiempo de calidad a la familia, ya sea la biológica o la elegida.
Ahora, tampoco se puede descartar que lo ambiental influya, puesto que estas zonas cuentan con un clima agradable, su naturaleza es basta, son ricas en alimentos sanos, tienen una comunidad amistosa y se encuentran lejos de las grandes ciudades, por lo que poseen niveles muy inferiores de contaminación.
Cabe destacar que, para ser parte de una 'zona azul', se necesita haber nacido dentro de ella y ser un miembro activo y funcional. Sin embargo, si queremos mejorar nuestro estilo vida, para evitar enfermedades y tener una mejor calidad de vida, es posible imitar los comportamientos descritos de estas comunidades, como salir a caminar o hacer alguna actividad física de acuerdo a nuestras posibilidades, cultivar en nuestro jardín, establecer horarios, aumentar la cantidad de verduras en la comida, practicar yoga o alguna actividad que nos haga olvidarnos del estrés a ratos, desconectarse de la tecnología por momentos, frecuentar a nuestros amigos y familiares. Para poner en práctica todo esto, no necesitamos pertenecer a las ‘zonas azules’ estrictamente, sólo hace falta voluntad y ganas de querer mejorar, para hacer de nuestro hogar y nuestro entorno nuestra propia ‘zona azul’.
Comments