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Se patenta la margarina




En 1869, el entonces emperador de Francia, Napoleón III, lanzó una convocatoria para crear un producto alternativo a la mantequilla, pensado para consumo de la población en general y de sus soldados. Esto, como parte de una estrategia para abaratar los costos de producción de los alimentos, ya que el país estaba destinando la mayor parte del dinero en un conflicto contra el reino de Prusia.


El ganador fue el químico Hippolyte Mège-Mouriès, cuya propuesta era una emulsión de grasa de vacuno, leche y agua, a la que denominó ‘oleomargarina’, reduciendo, después, el nombre a ‘margarina’. Patentó su invento el 15 de julio de 1869, aunque, en 1871, la vendió a una firma holandesa. Luego, se mudó a Estados Unidos, pensando que podría iniciar un negocio de margarina en dicho país, pero no fue así, pues ésta no fue bien recibida.


No obstante, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que encareció los precios y propició la escasez de productos lácteos, la margarina comenzó a ganar popularidad. Lo mismo sucedió durante Segunda Guerra Mundial, hasta convertirse en un básico de la despensa. En principio, se pensaba que la margarina, además de más económica, era, incluso, más saludable; sin embargo, después, se descubrió que, también, era causa potencial de problemas cardiovasculares. Es por ello que, hoy en día, los fabricantes buscan producirla con hasta menos del 1 % de aceites vegetales en su composición.

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