Su instinto las convierte en depredadoras sofisticadas que cumplen la misión de controlar las poblaciones de insectos y hasta de ellas mismas
Sus cuatro pares de patas las separan de los insectos, que solamente tienen tres. Esa característica hace que las arañas se cataloguen como arácnidos, junto con los escorpiones, las garrapatas y los ácaros. Dentro de la clasificación taxonómica de los seres vivos, los arácnidos e insectos pertenecen al phylum de los artrópodos, que abarca a todos esos animales que poseen patas articuladas, esqueleto externo y cuerpo segmentado.
Las arañas (orden Aranea) incluyen alrededor de 35 mil especies conocidas, que se han clasificado en tres subórdenes y 106 familias. Se trata de depredadores con un rol fundamental en el equilibrio de los ecosistemas, puesto que ayudan a controlar las poblaciones de insectos. La mayoría de estos cazadores de ocho patas caza insectos vivos, así como otras arañas.
Su distribución es mundial, por lo que están presentes en todas las regiones, teniendo, quizá, como única excepción al Polo Antártico. Sin embargo, el desplazamiento de los seres humanos ha ayudado a algunas especies de arañas a llegar a distintas partes del globo y a volverse cosmopolitas. Se localizan en todos los tipos de hábitats, incluso, hay arañas que viven en entornos acuáticos, aunque la mayor diversidad de especies se encuentra en las selvas tropicales. En general, prosperan en sitios donde abunden los insectos. Las podemos encontrar en los jardines, bosques, faros, bardas y hasta en el interior de las casas.
Estos arácnidos son colonizadores activos de nuevos espacios y tienden a dispersarse para evitar los problemas de sobrepoblación y canibalismo.
Su anatomía
Las arañas muestran gran variedad de colores, tamaños y formas. La especie más grande es la llamada tarántula Goliat sudamericana (Theraphosa blondi), mientras que la más pequeña es la Patu digua, con longitud de 0.37 milímetros en los machos.
Los colores pueden ser brillantes y llamativos, o discretos. Los cuerpos pueden ser anchos o alargados y delgados, mientras que otras arañas tienen extrañas formas. Su cuerpo se integra por dos partes principales: el cefalotórax y el abdomen, unidos por una porción estrecha, llamada pedicelo. El cefalotórax es la parte frontal de las arañas, que se encuentra protegida por un caparazón más duro que el resto de la superficie y que contiene, en su interior, al cerebro, las glándulas que producen el veneno y al estómago. También, del cefalotórax, surgen las ocho patas y otro par de apéndices: las mandíbulas o quelíceros y los pedipalpos.
Los quelíceros sirven como armas de ataque y defensa, pero pueden, también, cumplir otras funciones en algunos casos, como acarrear sacos llenos de huevecillos. Se componen de dos porciones articuladas: el segmento basal y el colmillo. Por otro lado, los pedipalpos se conforman por seis segmentos (a diferencia de las patas, que consisten de siete) y les sirven a las arañas para actividades ajenas al desplazamiento, como capturar a las presas.
En el interior del abdomen, se hallan el corazón, el intestino, las glándulas productoras de seda, el sistema respiratorio y los órganos reproductores. Los espineretes, que aparecen en la parte inferior del abdomen y llegan a sumar hasta seis, son los órganos por los que sale la seda, a la que las arañas dan diversos usos.
En la porción frontal superior del cefalotórax, se ubican los ocho ojos de las arañas. Cabe señalar que estos artrópodos suelen tener una vista muy pobre y encuentran en el tacto su principal sentido, que les permite percibir las vibraciones que recorren el suelo, el aire, las telarañas o el agua. Pero no todas las arañas tienen visión limitada; algunas familias poseen una vista más desarrollada, como las arañas saltadoras (familia Salticidae).
Sus telas
Todas las arañas tienen glándulas que les permiten fabricar hilos de seda, aunque no todas tejen las famosas telarañas. De hecho, en función de esto, las arañas se clasifican en dos grupos: las tejedoras y las acechadoras, que no hacen telarañas.
Las tejedoras tienen la capacidad de construir sus telas con una habilidad asombrosa desde recién nacidas. Eso no es cosa sencilla, puesto que requiere de cálculos complejos para determinar los puntos de anclaje de los hilos de sostén, además de tomar en cuenta el espacio a cubrir. Asimismo, sorprende la capacidad de estos seres para de adaptarse a las circunstancias y, sobre todo, el hecho de que forman sus complejas telarañas basándose fundamentalmente en su sentido del tacto.
Las glándulas que producen la seda, localizadas en el abdomen de las arañas, pueden secretar distintos tipos de seda, con diferentes funciones; es decir, pueden producir hilos para tejer capullos, para formar trampas pegajosas, para fungir como cuerdas de seguridad o de carga.
Arañas cazadoras
Mientras que algunas especies de arañas tejen sus telas y esperan a que las presas queden atrapadas en ellas, para devorarlas, otras salen de cacería o ingenian otro tipo de trampas que les permiten hacerse de alimento. Las arañas saltadoras, que tienen una vista desarrollada, buscan a sus presas y brincan hacia ellas, mientras que otras arañas construyen trampas subterráneas, de las que emergen ferozmente cuando perciben las vibraciones producidas por alguna incauta víctima que se ha acercado demasiado. Incluso, hay ejemplares que lanzan sus redes sobre los insectos que pasan bajo su sigiloso acecho.
Hora de comer
Las arañas realizan una digestión externa antes de comerse a su presa. Todas las especies vomitan fluidos digestivos sobre su comida, para poder deglutirla. Poseen un metabolismo lento, lo que les permite sobrevivir por meses sin alimentarse.
Aunque son cazadoras por naturaleza, las arañas no se ven libres de peligro, ya que, también, tienen depredadores; así, el cazador se convierte en presa. Distintos mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces, insectos y hasta otras arañas pueden dar cuenta de ellas.
En algunos ambientes, las arañas enfrentan tantos peligros que se hace necesario que las hembras depositen miles de huevos como medio para preservar la especie.
Su veneno
Las arañas producen veneno en glándulas especiales, el cual les sirve para paralizar o matar a sus presas o para defenderse de los depredadores. Solamente hay una familia que no cuenta con veneno, la Uloboridae. A pesar de esto, son pocas las especies de arañas cuyo veneno ocasiona problemas serios para la salud de las personas.
Los venenos de las arañas son distintos entre las distintas especies. Aquellos que pueden afectar a los seres humanos se clasifican en neurotóxicos o citotóxicos. Los primeros son causa de calambres y parálisis, mientras que los segundos ocasionan necrosis de los tejidos y dejan cicatrices.
Una araña famosa por su veneno es viuda negra (género Latrodectus), que puede, incluso, causar la muerte por parálisis respiratoria cuando no se trata en forma oportuna y adecuada. La araña de agua (Argyroneta aquatica) es la única especie conocida que vive en ese entorno.
Aunque temidas por muchos, sobra decir que las arañas son encantadoras. ¡Cuidemos de ellas!
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