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Venecia, una ciudad erguida sobre troncos

Venecia, ubicada en el norte de Italia, es una ciudad única en el mundo, no sólo por su belleza inconfundible, con canales y góndolas, sino por la extraordinaria hazaña que supuso su fundación y construcción.

Su origen se remonta al siglo V. Fue fundada en el año 421 d. C., de acuerdo con algunos registros históricos, cuando la caída del Imperio romano de Occidente y las invasiones bárbaras llevaron a los habitantes del Véneto a buscar refugio en un lugar inesperado: un conjunto de pequeñas islas pantanosas e inundables en la laguna del mar Adriático. Estas islas parecían poco aptas para la vida, pero fue allí, entre el agua de la laguna y el fango, donde surgió una ciudad que desafiaría los límites de la ingeniería y la imaginación humana.

Para convertir este terreno inestable en un lugar habitable, los primeros venecianos idearon una solución ingeniosa y audaz. Clavaron millones de troncos de alerce, cipreses y, en su mayoría, robles en el fondo fangoso de la laguna, hasta alcanzar capas sólidas. Estos troncos fueron extraídos de bosques de Eslovenia, Croacia y Montenegro, y transportados a Venecia, vía marítima, de acuerdo con una nota de La Nación, «Venecia: el misterio de cómo se “sostiene” sobre el agua la mítica ciudad italiana».

Fue así que en ese bosque de troncos sumergidos, protegidos de la oxidación y la descomposición gracias al agua sin rastros de oxígeno, se colocaron plataformas de piedra, que sirvieron de base para construir casas, iglesias, palacios y calles; estas últimas, llamadas calli, en veneciano, que deriva del latín callis, que significa “sendero”. Este sistema, que ha perdurado más de mil años, permitió que Venecia se sostuviera, literalmente, sobre una base de madera petrificada bajo el agua salada, convirtiéndola en una proeza técnica y símbolo de la capacidad humana para crear vida en un lugar aparentemente imposible.

La esencia íntima de Venecia

Este fundamento de madera bajo el agua no es sólo el inicio de su historia, sino el corazón oculto de cada experiencia en Venecia. Por ejemplo, viajar en vaporetto, el transporte público acuático, es recorrer la estructura flotante de la ciudad a través de sus senderos. Cada trayecto sobre los canales, especialmente por el Gran Canal, revela la dimensión monumental de esta urbe construida sobre lo que parecería inviable, con su principal camino en forma de “S”, aquella arteria principal rodeada de palacios que guardan siglos de historia, fachadas reflejadas en el agua que parecen susurrar relatos de sus tradiciones y cultura.

El recorrido suele culminar en la Plaza de San Marcos, el corazón vibrante de la ciudad. Allí, se encuentra la imponente Basílica de San Marcos, consagrada en 1094 y considerada, por su tamaño y su decoración, como “la basílica más suntuosa de todo el Occidente”, de acuerdo con la nota «Una urbe icónica: Venecia, el origen del la ciudad que dominó el Mediterráneo», de National Geographic, con sus bellas cúpulas doradas que reflejan la luz del sol. También, están el Campanile, que ofrece vistas panorámicas de la laguna, gracias a que tiene una altura de 98.6 metros de altura, siendo el edificio más alto de Venecia; el Palacio Ducal, símbolo del antiguo poder veneciano; el Museo Correr; el Museo Archeologico Nazionale di Venezia; y las salas monumentales de la Biblioteca Nazionale Marciana, que albergan una impresionante colección de arte y manuscritos antiguos.

Además, esta increíble ciudad flotante cuenta con más de 400 puentes, que conectan sus más de 118 islas. Entre ellos, están el emblemático Puente de Rialto, cuyo nombre deriva de la expresión latina Rivus Altus, que significa “río profundo”, y hace referencia al canal más profundo de la laguna que bordeaba la isla: el actual Gran Canal, con una longitud de más de tres kilómetros, con una anchura de unos 70 metros; el llamado Ponte della Paglia, uno de los puentes más famosos de la ciudad; y el Puente de los Suspiros, que se menciona que, antiguamente, daba acceso a los calabozos del Palacio Ducal. Cada uno de estos puentes conecta no sólo espacios físicos, sino, también, historias, leyendas y memorias.
 
Más allá del centro histórico, la laguna alberga otras islas muy conocidas por los visitantes, llenas de vida y tradiciones, como la Isla Murano, con su arte ancestral en el vidrio, donde se puede visitar la Fábrica de Cristal de Murano, el Museo del Vetro y el Faro de Murano. En la Isla Burano, con sus casas de colores vibrantes, se puede visitar el Museo del Encaje y la famosa Torre Inclinada de Burano, sin olvidarse de probar el bussolai, el dulce típico del lugar. En la Isla Torcello, que conserva restos de una Venecia más antigua y silenciosa, se puede visitar el Museo de Torcello, la Catedral de Santa María de la Asunción y el famoso Puente del Diablo, que alberga leyendas e historias. Descubrir estas islas en vaporetto es sumergirse en la diversidad cultural y artística que compone la laguna.
 
Venecia cuenta con una cantidad de 177 canales, con una longitud total de 45 kilómetros aproximadamente, con puentes conectados entre calles y callejones, que constituyen el paisaje medieval de la esencia de Venecia. Navegar en góndola es una experiencia muy distinta; es un paseo íntimo y pausado por los canales menos transitados, donde se aprecia la Venecia más auténtica y poética. Guiada por un gondolero, la embarcación se desliza suave entre fachadas antiguas, reflejos cambiantes y puentes de piedra, que parecen detener el tiempo. Este recorrido invita a un silencio contemplativo, sólo roto por el sonido del remo y el suave roce del agua. Cada rincón de estos recorridos revela detalles ocultos de una ciudad que respira historia y vida cotidiana al mismo tiempo. La góndola es un símbolo de la esencia íntima de Venecia, una conexión entre su pasado y su presente, una ceremonia flotante de belleza y serenidad, que invita a conocer esta hermosa ciudad, sin olvidar que todo ello flota, de manera monumental, en una base de millones de troncos bien construida, como ya mencionamos.

La gastronomía veneciana es tan rica y diversa como el origen de su historia; fusiona sabores del mar y del campo, de la cosecha local. El risotto al nero di seppia, teñido con tinta de calamar, evoca la profundidad del mar y la sabiduría de quienes han vivido de él. Las sarde in saor, sardinas marinadas con vinagre, cebolla y pasas, cuentan historias de tradiciones que aún sobreviven. El baccalà mantecato, una suave crema de bacalao, y el fegato alla veneziana, hígado de ternera cocinado lentamente con cebolla, nos devuelven a la cocina doméstica y a las raíces familiares.

Para terminar, nada mejor que un tiramisú, postre emblemático que, aunque disputado por otras regiones, en Venecia, adquiere un sabor especial, símbolo de celebración. Se acompaña con el inevitable spritz, aperitivo burbujeante y refrescante que invita a brindar por la belleza y la alegría de vivir en esa peculiar ciudad.

La mejor época, recomendada por guías de turismo, viajeros y expertos, para vivir esta experiencia única, es primavera u otoño, cuando el clima es amable y las multitudes son más escasas. Sin embargo, el Carnaval de Venecia, caracterizado como el más elegante de todo el mundo, que ofrece una dimensión distinta de la ciudad, tiene lugar entre finales de enero y principios de marzo, y es una fiesta de máscaras, trajes históricos y calles que se transforman en el escenario perfecto, donde se cruzan el presente y la memoria, entre desfiles de elegantes disfraces, en la Plaza San Marcos.

Venecia: un símbolo eterno de ingenio y belleza

Venecia es mucho más que una postal o un destino turístico. Su fundación, basada en la ingeniería silenciosa y la audacia humana, es una historia de resistencia y creatividad que ha dado lugar a una ciudad que flota en el agua enraizada a sus cimientos. Construida sobre un bosque sumergido de troncos petrificados, la ciudad ha resistido mil años de historia, inundaciones, mareas y el paso del tiempo.

En definitiva, ya sea navegando en vaporetto por el Gran Canal, deslizándose en góndola por sus canales secretos, o caminando entre sus puentes y callejones, la experiencia veneciana está ligada a su fundación extraordinaria. Cada rincón, piedra y fachada evocan aquel acto fundacional de valentía e ingeniería, que permitió que la ciudad existiera y que emergiera sobre las aguas.

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