La región de Transilvania, al centro de Rumania, tiene una fuerte asociación con el misterio y el terror, por sus paisajes góticos y, principalmente, por su relación con el sanguinario Vlad Tepes, quien inspiró la leyenda de Drácula. Sin embargo, hay otra razón que alimenta esa imagen espeluznante e intrigante del lugar: el bosque Hoia Baciu, considerado uno de los sitios más embrujados del mundo debido a los sucesos sobrenaturales e inexplicables que ahí han ocurrido; se cree que concentra muchas energías y que es un portal que lleva a otra dimensión.
Se ubica al oeste de la ciudad de Cluj-Napoca, tiene alrededor de 55 mil años de antigüedad y se sabe que, hace aproximadamente 10 mil años, una civilización habitó ahí, de acuerdo con lo descubierto gracias a excavaciones que se han hecho en el terreno, de tan sólo tres kilómetros de extensión, a lo largo de los cuales, desde la década de los 50, han ocurrido cosas extrañas, como misteriosas desapariciones, avistamientos de ovnis y apariciones de fantasmas, lo que le ha valido para ganarse el sobrenombre de “El triángulo de las Bermudas de Rumania”.
Detención del tiempo
Una de las principales cosas que se dicen de Hoia Baciu es que, al interior, entre sus inmensos árboles, el tiempo cursa distinto, ya que parece alterarse e, incluso, detenerse. Algunas personas que se han adentrado en el bosque han dicho que se desorientaron y que perdieron la noción del tiempo, creyendo que habían estado ahí por sólo unos minutos cuando, en realidad, estuvieron durante varias horas.
El caso más famoso acerca de que el reloj se detiene es el de una niña de cinco años, quien, hace tiempo, desapareció inexplicablemente al interior del bosque, sin dejar rastro; no obstante, fue encontrada cinco años después, con la misma edad, apariencia y vestimenta que portaba el día que se perdió; es decir, no creció, el tiempo no pasó por ella, además de que no recordaba nada de lo que vivió durante su ausencia, pues sólo creyó haber estado lejos durante unos minutos.
Otro suceso extraño ocurrió en 1965, cuando un pastor y sus 200 ovejas desaparecieron mientras atravesaban el bosque, sin que nadie los volviera a ver jamás. Y en 1970, un niño de 10 años y su madre, quienes paseaban tranquilamente por el lugar, de repente, sintieron un fuerte escalofrío, los rodeó una niebla que les impidió ver más allá y perdieron la conciencia; horas más tarde, despertaron en su casa, sin saber qué les había pasado y cómo fue que llegaron ahí.
Sobre estos extraños sucesos y otros similares que han ocurrido en el bosque, la gente tiene dos teorías: una, que el lugar es una especie de portal que lleva a otros mundos o dimensiones; y la otra, que es un punto al que los extraterrestres suelen llegar y que las desapariciones, en realidad, son abducciones de éstos.
Ovnis
Muchos avistamientos de objetos voladores extraños no hacen más que reforzar la teoría de que Hoia Baciu es una base extraterrestre. Estos sucesos comenzaron a presentarse desde la década de los 60. Uno, en particular, ocurrió el 18 agosto de 1968, cuando el técnico militar Emil Barnea y su novia, Zamfira Mattea, decidieron acampar en el bosque por un par de días, ignorando las advertencias de los lugareños acerca de que podría ser peligroso.
Por la noche, Emil se había alejado un poco del campamento, para ir a buscar leña, y unos minutos después, escuchó que su novia gritó muy fuerte. Lógicamente, él acudió en su auxilio y fue en ese momento cuando ambos observaron un disco metálico, que brillaba de una forma muy intensa y que planeaba en el cielo, yendo de un lado a otro y dando giros bruscos. Luego de unos instantes, el platillo volador desapareció repentinamente, aunque Emil alcanzó a tomarle algunas fotografías, que son unas de las más difundidas respecto a estos eventos.
En el año 2002, una pareja que vivía en un edificio cercano al bosque filmó, desde la ventana de su departamento, un objeto alargado, en forma de cigarrillo, que también irradiaba una luz brillante, que, de igual forma, sobrevolaba el área del bosque y que desapareció repentinamente. En 2007, un fotógrafo que realizaba una sesión en el lugar capturó alrededor de 30 imágenes, entre las cuales podía verse un objeto volador que parecía ser un ovni.
Los lugareños piensan que alrededor de las mil desapariciones de personas que se han registrado en el bosque se debieron a abducciones extraterrestres.
Eventos paranormales
Otras de las cosas que se dicen es que pueden verse sombras o entes que deambulan entre los árboles y que, incluso, se escuchan risas cercanas de mujeres y niñas, sin que no haya nadie alrededor.
En 1953, el ingeniero y biólogo Alexandru Sift estuvo acudiendo al bosque durante varios días consecutivos para fotografiar el entorno. Comentó que, durante su estancia en el lugar, nunca vio o sintió nada raro; sin embargo, al revelar y ver las fotografías a detalle, notó que se veían siluetas extrañas que no estaban al momento de tomar las imágenes, o más bien, su ojo humano no fue capaz de apreciarlas.
Y es que, al parecer, sí ocurren cosas que nadie puede sentir o ver en el momento, por causas desconocidas; muchas personas que han visitado el bosque coinciden en haber salido de él, presentando síntomas similares, como ansiedad, náuseas, dolores de cabeza y, lo más extraño de todo, con quemaduras cutáneas, ampollas o erupciones, sin saber cómo se las habían hecho.
En 2009, el equipo de Destination Truth –una serie de televisión, protagonizada por Josh Gates, en la que se exploran diferentes sitios alrededor del mundo con actividad paranormal– visitó el bosque, para comprobar si todo lo que se decía de él era cierto. Durante su estancia en el lugar, uno de los camarógrafos, Evan B. Stone, sufrió un ataque muy peculiar: estaba sentado en el piso, cuando de repente, vio un destello de luz y una ráfaga de aire lo hizo elevarse por varios metros. Sus brazos sufrieron heridas; lo curioso es que su camisa, que era de manga larga, no tenía roturas ni desgarres. El hombre recordó que, instantes previos al evento, escuchó voces femeninas detrás de él, que hablaban un idioma irreconocible.
Algunas grabaciones sonoras, hechas con tecnología que puede registrar ruidos en frecuencias que el oído humano no, han permitido escuchar voces y susurros amenazantes en un lenguaje desconocido. En otras ocasiones, los intentos de investigaciones se han visto frustradas, quizá, por la energía del lugar, pues los aparatos dejan de funcionar sin razón, o las fotografías –tomadas correctamente– salen oscuras. Algo similar fue lo que le ocurrió al periodista e ingeniero rumano Christian Muresanu, quien, hace tiempo, ingresó al bosque, con tecnología para registrar radiación; al llegar a una zona concreta, la aguja del dispositivo marcaba valores muy altos. Él y su equipo se dieron cuenta de que la radiación estaba en el aire y variaba por efecto del viento. Muresanu estuvo expuesto a la radiación durante, aproximadamente, 10 minutos, y semanas después, tanto su ropa como su cuerpo aún conservaban dicha radiación; incluso, sufrió problemas de salud y se le comenzó a caer gravemente el cabello. “En seis meses, envejecí 10 años”, afirmó, después.
El ojo del bosque
En el centro de Hoia Baciu, hay un área circular llana, en la que no crece la vegetación; es un espacio vacío custodiado por los enormes árboles a su alrededor. Esto llama la atención, por lo que se han tomado muestras del suelo, para examinar el porqué de esa infertilidad, pero no se ha encontrado nada anormal; no obstante, nadie se explica la razón por la que no se da la vida en ese punto.
Hay quienes dicen que ese es el punto cero del portal a otras dimensiones, mientras que otros piensan que es la huella de un ovni que, alguna vez, aterrizó ahí. Algunos lugareños sostienen que, antiguamente, ahí era un asentamiento de campesinos, quienes murieron masacrados a manos de un grupo de asesinos provenientes de una región cercana, y que son sus espíritus los que se aparecen cuando llega gente extraña.
Pero no sólo las personas sufren eventos extraños, también, lo hace la vegetación, la cual presenta una rara deshidratación y, en algunas zonas, repentinamente, los árboles aparecen carbonizados o sus tallos y hojas presentan necrosis; además, algunos crecen con los troncos curveados, en forma de garfios invertidos.
Pese a la fama terrorífica del bosque, éste no está abandonado; mucha gente lo visita con regularidad para pasear, distraerse o hacer ejercicio, y por supuesto, porque se ha vuelto uno de los principales atractivos turísticos de Transilvania, junto con el castillo de Drácula. Tiene, incluso, rutas de senderismo y ciclismo.
La BBC ha catalogado a Hoia Baciu como uno de los bosques más interesantes del planeta.
Parece que caminar en el bosque Hoia Baciu es una experiencia incierta; como puede salir sano y salvo, como puede no hacerlo. ¿Se atrevería a pasear por ahí?
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