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El despertar de los volcanes

El pasado 19 de septiembre, el volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, en España, inició una actividad eruptiva que, hasta la redacción de esta nota, no se ha detenido, expulsando más de 80 millones de metros cúbicos de lava y afectando a, aproximadamente, 400 hectáreas a la redonda. Esto es un recordatorio más de lo impredecible que es la naturaleza y de que, aunque bella, también puede llegar a ser muy destructiva. De acuerdo con el Programa Global de Vulcanismo del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos, cuya pagina web (volcano.si.edu) está en constante actualización, cerca de mil 350 volcanes han estado activos durante los últimos 10 mil años. Asimismo, 68 han erupcionado en lo que va del año, y entre 40 y 50 alrededor del planeta los están haciendo mientras usted lee estas líneas.


Lo anterior nos ha llevado a revisar los volcanes catalogados como los más potencialmente peligrosos y sobre los que se ha puesto mayor atención. Estos son algunos de ellos:


Es imposible predecir con exactitud cuándo un volcán hará erupción y la magnitud de ésta; aunque se puede saber mucho gracias a la constante evaluación y monitoreo de otros fenómenos relacionados, como la frecuencia de los sismos derivados, las condiciones geológicas del volcán y de la zona donde se ubica, entre otros. Sin embargo, los vulcanólogos coinciden en que lo que determina la peligrosidad de un evento como este es la densidad de población en las faldas de la montaña o en las regiones cercanas, así como la capacidad de la gente para reaccionar ante la amenaza.

Etna

Sicilia, Italia

Es el más activo de Europa. La última gran erupción de la que se tiene registro fue en 1669, que afectó fuertemente a la ciudad de Catania. Sin embargo, entre marzo y agosto de este año, volvió a presentar actividad importante, originando dos ríos de lava, que, a su vez, generaron una columna de humo, rocas y cenizas. Anteriormente, la cima se encontraba a 3 mil 322 metros de altura, pero después de los últimos eventos, se incrementó a 3 mil 357, siendo el más alto de la placa Euroasiática. En 2013, la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad.


Vesubio

Nápoles, Italia

Su erupción más recordada fue la del año 79, tan devastadora que terminó con las ciudades de Pompeya y Herculano. Luego, su último período eruptivo se dio entre 1631 y 1944, y aunque permanece en reposo, los científicos aseguran que podría entrar en actividad en cualquier momento, suponiendo una amenaza para los 18 pueblos aledaños, donde viven, aproximadamente, 600 mil personas. Frecuentemente, hay desprendimientos de tierra, que levantan enormes nubes de polvo, causando falsas alarmas.





Monte Merapi

Java, Indonesia

Su nombre significa ‘montaña de fuego’, forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, su altura supera los 2 mil 900 metros y entra en erupción cada 10 años. En efecto, en 2010, su intensa actividad desencadenó un terremoto de 7.7 grados Richter y un tsunami; y en 2020, lanzó una columna de cenizas que alcanzó los 6 mil metros de altura. En enero de este año, volvió a expulsar cerca de tres kilómetros de humo, ocasionando temblores y avalanchas de roca ardiente.




Stromboli

Isla Stromboli, Italia

Ubicado en el mar Tirreno y cuya cumbre se encuentra a 926 m s. n. m., es un volcán que presenta constante actividad, aunque, hasta ahora, de forma moderada. En julio de 2019, una erupción sorpresiva cobró la vida de un excursionista que escalaba la montaña en ese momento. En mayo pasado, se registró el arrojamiento de rocas incandescentes, pero, afortunadamente, no hubo heridos.





Krakatoa

Krakatoa, Indonesia

Es uno de los más vigilados de su país y por científicos del mundo. En 1883, hizo una gran erupción, que originó tsunamis y terremotos devastadores, causando más de 36 mil muertes y destruyendo casi el 70 % del archipiélago donde se encuentra. Las explosiones se escucharon a más de 169 km y el material expulsado cayó en un perímetro de hasta 775 mil kilómetros. En 2018, otro fuerte evento originó un tsunami; y la ultima actividad detectada data de abril del 2020.





Kilauea

Hawái, Estados Unidos

Su peligrosidad radica en que es uno de los más activos del planeta y en su cercanía a zonas habitadas. Recientemente, se han registrado explosiones menores, en las que la lava no ha llegado a salir del cráter; cosa que sí ocurrió en la explosión de 2018, cuando los ríos de fuego se propagaron a poco más de 200 km2.








Fragadalsfjall

Reykjanes, Islandia



Su nombre significa ‘hermoso valle de lava’, y en marzo de este año, comenzó una erupción lenta y moderada, originada por una fisura en el suelo, la cual se ha extendido durante más de seis meses, con la presencia de fuentes de lava y ríos incandescentes; de modo que se ha convertido en la más larga de Islandia desde 1960, expulsando más de 143 millones de metros cúbicos de lava. El espectáculo, lejos de generar pánico, ha atraído a decenas de curiosos, lo que ha beneficiado al turismo del país, que se vio afectado por la pandemia. Los meteorólogos indican que se trata de un fenómeno controlado y, hasta cierto punto, normal; no obstante, mantienen vigilados los sucesos, la zona y el acceso a la misma.


Agung

Bali, Indonesia

Permanece en constante observación y se activan las máximas alarmas ante su mínima actividad; y es que, en la mente de los pobladores más longevos de la región, aún sigue vivo el recuerdo de la trágica erupción de 1963, que originó ríos de lava, nubes de polvo y rocas, las cuales, después, cayeron sobre la ciudad, causando la muerte de más de mil 500 personas y la evacuación de otras 75 mil, sin mencionar los daños a las viviendas y el número de lesionados. En noviembre de 2017, luego de 53 años de estar en reposo, el Agung volvió a despertar, por lo que las autoridades lanzaron una alerta a la población ante “riesgo inminente de desastre”.



Mayón

Luzón, Filipinas

Es el volcán más activo del país, tan llamativo como peligroso, pues su forma cónica perfecta, con pronunciadas pendientes, lo hace la estrella de cualquier postal y atrae a los turistas y alpinistas; sin embargo, esas características geológicas también lo convierten en una principal amenaza, ya que indican que entra en erupción frecuentemente. Desde principios de este siglo, se ha registrado constante movimiento; el más fuerte ocurrió en 2001, cuando expulsó cenizas al cielo, que alcanzaron los 9 kilómetros de alto. En enero de 2018, la alerta se elevó del nivel cuatro al cinco, el de mayor grado, después de que se suscitara una fuerte explosión.



Nyiragongo

Goma, República Democrática del Congo



Con 3 mil 470 metros de altura, ‘El que echa humo’ es catalogado, por muchos vulcanólogos, como el más peligroso del mundo, especialmente por Dario Tedesco, quien ha dedicado la mayor parte de su carrera a estudiarlo. Él afirma que, además de su gran actividad, su potencial destructivo radica en que, a sus faldas, viven dos millones de personas, quienes viven acosados por el miedo de una erupción catastrófica y otras amenazas, como las guerras, el ébola y la inseguridad. Frecuentemente, se forman nubes de gas sobre su cráter, las cuales recuerdan a los habitantes que, en su interior, se concentran cerca de 15 millones de metros cúbicos magma, que pueden ser bruscamente expulsados en cualquier momento. Hubo un intento en 1977 y volvió a ocurrir en 2002, cuando la lava cubrió parte de la ciudad de Goma, afectando a más de 520 mil personas. En mayo pasado, la agencia de noticias Reuters informó que el volcán se había manifestado, tiñendo el cielo nocturno de rojo y obligando a miles de personas a evacuar.


¿Y el Popo?
Con 5 mil 452 metros de altura y un cráter de 900 metros de diámetro, el Popocatépetl es el segundo más alto de nuestro país y uno de los más activos, junto con el Colima. El volcán entró en erupción en 1920 y 1927; luego, se mantuvo en reposo hasta 1994, cuando volvió a despertar y, desde entonces, ha mantenido su actividad, con períodos de calma, aunque la alerta permanece en color amarillo, que indica fase 3. Desde septiembre pasado y hasta la fecha, se han registrado varias exhalaciones y lanzamiento de material incandescente, originando columnas de ceniza moderadas. Los expertos no descartan que en algún momento pueda escurrir lava por las laderas, por lo que... ¡No hay que bajar la guardia!

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