Dentro de la historia del rock han existido figuras legendarias, pero, quizá, nos atrevemos a decir, ninguna como Freddie Mercury, el hombre que en 45 años alcanzó a vivir todas las experiencias que puedan marcar a una persona: conoció la amistad y el amor verdaderos, el compañerismo, saboreó las mieles de la fama, pero también la amargura de la traición, y se dedicó a lo que más le apasionaba: la música y la pintura. Fue una de las voces más prodigiosas que hayan existido jamás y autor de canciones que se convirtieron en cultos. Por lo anterior, en las siguientes líneas repasaremos aquellos momentos que marcaron su vida y que llenaron de significado su nombre, pues hoy, a 29 años de su muerte, sigue conquistando corazones e inspirando a generaciones.
Nace una estrella
Farrokh Bulsara nació el 5 de septiembre de 1946, en la isla africana occidental Zanzíbar, región que anteriormente estaba bajo dominio británico y hoy es parte de Tanzania. Cursó sus estudios de secundaria en la India, en el colegio St. Peter, donde adquirió el sobrenombre de “Freddie”; luego regresó a su tierra natal, pero posteriormente, en 1964, a causa de la Revolución, se mudó a Inglaterra, y ahí es donde realmente nacería la leyenda...
Viva “la reina”
A los dos años de su llegada a Inglaterra, Freddie ingresó al Colegio de Arte de Ealing, donde conoció a Tim Staffell, quien era el vocalista de una banda llamada Smile, junto con el guitarrista Brian May y el baterista Roger Taylor (con quienes después formaría Queen). Lo invitaron a unirse al grupo como segunda voz, pero él no estaba muy convencido; en cambio, más tarde, se incorporó a la banda Ibex, después llamada Wreckage, la cual se disolvió a principios de los 70. Por esas mismas fechas, Smile se encontraba en una crisis: Staffell había abandonado a la banda para unirse a otra, por lo que el puesto de vocalista estaba vacante. Fue entonces cuando Freddie se integró a ella y enseguida propuso renombrarla Queen; también fue en este período cuando cambió su apellido por el de Mercury, en honor al dios Mercurio.
En 1971, luego de experimentar con distintos bajistas, se incorporó definitivamente John Deacon, marcando el inicio de una historia musical que duraría 20 años, con 14 álbumes de estudio, antes de la muerte de Freddie. El éxito de Queen no era obra de una sola persona, todos los integrantes escribieron canciones que se volvieron emblemáticas y aportaron su propio estilo para darle personalidad a la agrupación; no obstante, debe reconocerse que parte de su popularidad se debió a la voz y a la presencia escénica de Freddie. Como pruebas están el espectáculo que dio en el Live Aid de 1985 o el concierto en Wembley durante el Magic Tour, al año siguiente, uno de los últimos que realizó, en donde hizo la emblemática pose con la mano arriba, vistiendo su icónico pantalón blanco y chamarra amarilla.
Amistad incondicional
Freddie conoció a Mary Austin en 1970; las circunstancias de cómo fue poco importan, porque hubo instantáneamente una conexión que ya nada pudo romper. El propio Freddie reconoció después que ninguno de sus amantes posteriores podría reemplazar a Mary porque era “sencillamente imposible”, incluso, a pesar de nunca serlo, siempre se refirió a ella como su esposa. Rápidamente iniciaron una relación que duró seis años, y no se acabó por falta de amor, sino porque el músico comenzó a tener dudas sobre su propia sexualidad, entonces el noviazgo se transformó en una bella y eterna amistad. Además, el título daba igual, Mary fue su gran amor y eso quedó expresado en una canción que le escribió: Love of my life.
Evidentemente, Mary rehizo su vida, se casó con un empresario, pero nunca se alejó de Freddie; tuvo dos hijos, de los cuales el mayor es ahijado del líder de Queen.
“Puede que tenga todos los problemas del mundo, pero tengo a Mary, y eso me ayuda a superarlos. Todavía la veo todos los días y la aprecio como siempre... La amaré hasta que tome mi último aliento. Probablemente, envejeceremos juntos”.
El dolor de la traición
En 1975, un personaje llamado Paul Prenter llegó a la vida de Freddie Mercury, y pronto se convirtió en su pareja sentimental, asistente y representante del grupo. Aunque se mantuvo en este último puesto por ocho años, para muchos, incluso para Brian May, fue un cáncer para el cantante y para la banda. Primero, consiguió la plaza al revelar que el manager en turno estaba negociando sacar un disco de Freddie como solista. Irónicamente, años después, él mismo fue quien acordó un jugoso contrato para producirle un álbum en solitario, Mr. bad guy (1985). En 1982, bajo su dirección, Queen lanzó el que se considera su peor álbum: Hot space, con canciones nada trascendentes de las que sólo se salva Under presure.
Pero el tiro de gracia fue cuando Prenter decidió que su amor por Freddie valía menos de 32 libras de entonces (120 mil pesos actuales aproximadamente), pues, en 1987, luego de romper con él, vendió a la prensa información sobre la intimidad y sexualidad del cantante. El diario The sun publicó por tres días consecutivos que dos de sus amantes habían muerto de SIDA, que su primera relación homosexual la había tenido a los 14 años, y que, en las giras, después de los conciertos, se iba de fiesta hasta las siete de la mañana y siempre amanecía con un hombre diferente; incluso sacó una nota de dos páginas que incorporaba fotografías de Freddie abrazado con distintos amantes.
Freddie se caracterizó por mantener tras bambalinas su vida privada, para él, lo verdaderamente importante era su talento, sin embargo, gracias a la indiscreción de Prenter, se convirtió en el centro del sensacionalismo y del morbo en una época en la que la homosexualidad aún era incomprendida y el SIDA comenzaba diseminarse sin todavía mucha información al respecto; por lo mismo, sin buscar serlo, se volvió el estandarte de la comunidad gay. Los motivos de Prenter fueron varios: la oferta económica, su deseo de atención y fama, pero, principalmente, el despecho por la ruptura dos años atrás y que ahora Freddie se encontrara en una relación sólida con Jim Hutton. Tiempo después, Prenter afirmó que la presión de los medios lo obligó a hacer tales declaraciones; intentó disculparse con Freddie, pero éste nunca lo perdonó ni volvió a hablarle.
Amor sincero
Tratándose de Freddie Mercury, ya reconocido en esa época, resultaría extraño que alguien se atreviera a rechazar sus cumplidos y lo mirara con indiferencia, pero fue así como inició su relación con el peluquero Jim Hutton, su último amor y quien estuvo con él hasta el final.
Era 1984 y ambos coincidieron en un club nocturno de Londres. Freddie le invitó una copa, pero él se la negó debido a que tenía novio. Meses después, volvieron a encontrarse en un restaurante, sin embargo, nuevamente Jim no le dio importancia. Fue hasta la tercera ocasión que éste aceptó su invitación a cenar. Se casaron de manera informal en 1986 y se fueron de luna de miel a Japón.
Sus últimos años
Al final del Magic Tour, como parte de la promoción del disco Kind of magic, en 1986, Freddie comenzó a sentirse mal de salud, por lo que decidió no hacer más giras hasta que supiera lo que ocurría, aunque, claramente, ya imaginaba la respuesta. Se hizo la prueba y para 1987 conoció el diagnóstico: era portador de VIH y ya había desarrollado SIDA. Los primeros en enterarse fueron Mary Austin y sus compañeros de Queen, luego se lo contó a Jim y ofreció apartarse de él para no comprometerlo, pero la respuesta fue simplemente una declaración de amor incondicional y desinteresado: “Freddie, yo te amo, y no voy a ir a ningún lado”.
En los años siguientes, Freddie se refugió en la música y, junto con Queen, se dedicó a trabajar al máximo. Pese a que no había un comunicado oficial, el público comenzó a notar que algo no estaba bien, su deterioro era evidente y sus apariciones eran cada vez más escasas. Su última presentación fue en febrero de 1991, en los Premios Brit. A partir de entonces, Freddie se recluyó en su residencia oficial, llamada Garden Lodge, y después de un tiempo, suspendió su medicación, quedándose únicamente con los calmantes. En alguna entrevista había comentado que no esperaba llegar a viejo, ni siquiera a los 70 años, porque “sería muy aburrido”; lo cumplió, Freddie Mercury iba a vivir hasta donde él quisiera.
El 22 de noviembre, el cantante decidió poner fin a las especulaciones que circulaban en los medios desde hacía dos semanas, por lo que anunció públicamente que padecía la enfermedad. El 24 de noviembre, murió en el dormitorio de su mansión a causa de una complicación por bronconeumonía.
Gracias a un par de fotografías que posteriormente compartió Jim, podemos apreciar cómo fueron los últimos días de Freddie Mercury. Se le ve posando en su jardín, en segundo plano; delgado, sin su característico bigote y con semblante débil, pero feliz y tranquilo. Éste comentó que esas imágenes fueron improvisadas, pues él estaba retratando las flores amarillas del jardín cuando Freddie se acercó discretamente con Óscar, uno de sus gatos. “De todas las fotos que tengo de él, éstas son las que más amo”, comentó.
En su testamento, Freddie le heredó la mansión Garden Lodge a Mary Austin, más la mitad de toda su fortuna y las futuras ganancias que se generaran por derechos de autor. Además, recibió una misión muy importante, encargarse de sus restos y mantenerlo en privado. Los rumores son muchos, pero nadie más que ella sabe dónde yacen sus cenizas, y es un secreto que se llevará a la tumba.
Por su parte, a Jim sólo le dejó 500 mil dólares. Éste último escribió el libro Mercury y yo, que le ayudó a liberar su dolor; luego regresó a su natal Irlanda, donde murió de cáncer en 2010.
Herencia para el mundo
Durante los 20 años que Freddie estuvo activo con Queen, escribió cantidad de éxitos que se volvieron himnos, que nos han llegado al corazón y que hemos entonado, si bien no con la misma voz, sí con la misma pasión; prueba de ello son temas como Bohemian rhapsody (1975), una joya musical que permaneció en la cima de las listas británicas por nueve semanas, con una letra tan profunda que encierra un sinnúmero de simbolismos susceptibles de muchas interpretaciones, ya que el autor nunca reveló su verdadero significado, aunque sí aceptó que fue resultado de mucha investigación, para ser un modelo de ópera. Las teorías con más sentido señalan que es una carta de Freddie para expresar su sexualidad, donde el hombre asesinado es él mismo en su parte masculina y que pide no ser juzgado; otros simplemente sugieren que es una composición inspirada en la novela Fausto (1808), de Goethe, cuya historia se desarrolla en la antigua ciudad de Bohemia, hoy parte de República Checa, y que trata de un alquimista que hace un pacto con el diablo y luego implora por su liberación.
Otro ejemplo es We are the champions (1977), que, en principio, la escribió pensando en el equipo de futbol Manchester United, aunque después le quitó la exclusividad y la regaló a todo el mundo para aquellos que quisieran expresar la emoción de ser campeones.
En la ciudad de Montreux, Suiza, frente al lago Ginebra, se ubica una estatua de Freddie Mercury con su icónica pose. El motivo de este homenaje es por el vínculo que hubo entre ambos, pues ahí vivió por muchos años y fue donde grabó su ultimo disco con Queen: Made in heaven, lanzado en 1995.
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