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Ropa inteligente


Lo más reciente de la tecnología wearable




La tecnología wearable (tecnología vestible) se refiere a dispositivos electrónicos que se pueden llevar puestos en el cuerpo, ya sea como parte de la ropa, accesorios o directamente en la piel, que no sirven únicamente como decoración o complemento de la vestimenta, sino que desempeñan un papel funcional en las actividades diarias de cada persona, en temas de conectividad, comunicación, efectividad y de salud.


De esta manera, dispositivos wearable suelen medir signos vitales (pulso, oxígeno, sueño, presión, temperatura, etcétera); conectarse con el smartphone o la nube, para tener la información mucho más a la mano; dar notificaciones, recordatorios o alertas; monitorear la actividad física, la salud o incluso, las emociones.


Aunque son aptos para cualquier persona, dependiendo de sus necesidades y la productividad que se busque, son mayormente usados por tres grupos poblacionales: deportistas, para controlar su rendimiento, respiración, recuperación; pacientes médicos, para el seguimiento continuo de su estado, sin estar en un hospital; y los adultos mayores, para la monitorización de su salud, prevención de caídas, entre otras funciones de ayuda para este sector.


Algunos ejemplos de tecnología vestible son los relojes inteligentes, que, ahora, además de dar la hora, emiten notificaciones, monitorean el ritmo cardíaco, tienen función de GPS, permiten contestar llamadas, leer mensajes, entre otras funciones; pulseras fitness o deportivas, que cuentan la cantidad de pasos al día, miden el sueño, las calorías que se queman, la frecuencia cardíaca, etcétera; audífonos y gafas inteligentes; parches biomédicos, que son sensores que se adhieren a la piel, para el monitoreo de los niveles de glucosa, presión arterial, temperatura y otros signos vitales, en tiempo real.


A la lista anterior, en los últimos años, se ha añadido la ropa inteligente, también referida como smart fabric, que se refiere a textiles que incorporan tecnologías digitales o electrónicas para mejorar su funcionalidad más allá de la ropa tradicional. Estas prendas pueden sentir, reaccionar y adaptarse a estímulos del ambiente o del cuerpo humano, como la temperatura, la humedad, la presión e, incluso, el ritmo cardíaco. De aquí, se desprenden tres tipos de smart fabric:


Pasiva: Prendas que sólo recogen datos del entorno (como sensores integrados en la tela, para medir temperatura o luz).


Activa: La ropa no sólo recolecta datos, sino que, también, responde a ellos. Por ejemplo, una chaqueta que se calienta automáticamente cuando baja la temperatura.


Ultrainteligente: Son textiles que pueden adaptarse de forma autónoma, incluso, cambiar de forma o estructura según las condiciones.


Por lo tanto, la ropa inteligente tiene diversas aplicaciones, como el monitoreo de salud, el deporte y fitness; la moda interactiva (prendas que cambian de color o patrón con la luz, el sonido o hasta el estado de ánimo), seguridad (telas resistentes al fuego o al agua, que cuentan con GPS, para rastrear personas en entornos peligrosos) y creación de energía (algunas smart fabrics pueden generar o almacenar energía solar para cargar dispositivos).


Aunque este tipo de prendas todavía no es un común de las tiendas de ropa de en general ni en todos los países, ya existen algunas marcas que han lanzado al mercado algunas piezas o dispositivos, sobre todo en Estados Unidos y Europa, que están sirviendo como prueba y que van dirigidas a un público muy específico; tal es el caso de las chaquetas de mezclilla Tucker y Sherpa, de Levi’s, que incorporan la tecnología Google Jacquard, un pequeño dispositivo que se adhiere a diversos objetos, como ropa o mochilas, para convertirlos en aparatos inteligentes que puedan interactuar con la persona y el mundo digital. En el caso de las chamarras de Levi’s, viene integrado en uno de los puños y funciona con gestos o movimientos del brazo, para controlar música, responder llamadas, recibir direcciones, entre otras actividades.


Otro ejemplo son las compañías canadienses OMsignal, que fabrica ropa inteligente de biodetección, especialmente deportiva, que mide la actividad eléctrica del corazón, la respiración, pasos, calorías y niveles de esfuerzo, orientada a atletas y pacientes médicos; y Hexoskin, que diseña camisetas inteligentes, con tecnología que mide signos vitales, útiles para monitorizar la salud o el entrenamiento. Son usadas por deportistas de élite, para la investigación médica y por personas que trabajan en posiciones de riesgo, como bomberos, soldaos, policías y rescatistas.


Y más enfocado al tema de la innovación y el espectáculo en la moda, está CuteCircuit, una marca que hace prendas interactivas. Su ejemplo más famoso es el vestido LED que cambió de color con tweets, usado por Katy Perry.


Futuro del smart fabric

La industria textil está avanzando rápido, con la ayuda de la inteligencia artificial, el internet de las cosas y el desarrollo de materiales cada vez más avanzados. Las marcas están explorando estos tejidos no sólo en ropa, sino, también, en muebles, automóviles y hasta uniformes militares; tanto así que se espera que el mercado del smart fabric crezca a más de 10 mil millones de dólares, en los próximos años.


Entonces, ¿qué viene en el futuro? Wearables invisibles (tatuajes electrónicos, piel electrónica); prendas con inteligencia artificial integrada (que entienda los hábitos de cada persona y mejore sus rutinas); conectividad 6G, para más velocidad y autonomía; moda con más tecnología (ropa que detecta emociones, cambia de forma, color).



¿Y cómo se lava la ropa inteligente?
¿Se lo había preguntado? Como, seguramente, podrá imaginarse, dado que contienen sensores y dispositivos electrónicos, lavar una prenda inteligente no es tan simple como meterla a la lavadora, ya que hay que tener ciertos cuidados, como el contacto con el agua o la agresividad del tallado, pero tampoco es imposible. Todo depende del tipo de tecnología que tenga integrada y de si los componentes electrónicos son removibles, resistentes al agua o encapsulados. Todo ello viene especificado por el fabricante, porque, por supuesto, los ingenieros que diseñaron esta tecnología pensaron hasta en el más mínimo detalle, como la ergonomía y las formas de lavado.

 

 

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