También conocida como la Primera Intervención Francesa, tuvo lugar de 1838 a 1839. Después de la Independencia, nuestro país vivió un período de guerrillas entre centralistas y federalistas, lo que ocasionó que, desde 1832, varios comerciantes franceses exigieran una indemnización al gobierno mexicano, por los daños que dichos disturbios estaban causando a sus negocios. Entre ellos, figuraba un pastelero, de apellido Remontel, cuyo local se ubicaba en la calle de Tacubaya. El ministro de relaciones de México, Luis G. Cuevas, había denegado tales peticiones, bajo el argumento de que no existía la obligación de pagar por las afectaciones cuando éstas fueran consecuencia de revueltas políticas. Por su parte, el representante de Francia, el Barón Deffaudis, apoyó a sus compatriotas y, a inicios de 1838, abandonó la capital mexicana. Regresó en marzo de ese mismo año, acompañado de 26 navíos de la Marina Real Francesa, que fondearon las costas de Veracruz. Emitió un ultimátum, reclamando el pago de 600 mil pesos, intereses, préstamos forzosos y el libre comercio de Francia en toda la República. México no cedió, de modo que el 16 de abril de 1838, el país franco rompió relaciones con el nuestro e impuso un bloqueo en los puertos del Golfo de México. Los ataques con armas de fuego se suscitaron hasta noviembre, con la toma del fuerte de San Juan de Ulúa.
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