Fue el 12 de noviembre de 1933 cuando Hugh Gray logró fotografiar por primera vez a la supuesta criatura que, se decía, habitaba en las profundidades del lago Ness, en Escocia. Se trata de una imagen muy poco definida, en blanco y negro, en la que se ve una mancha blancuzca, con una pequeña prolongación en uno de sus extremos, como si fuera la parte de una cola.
Aunque fue el primer testimonio gráfico de la ‘existencia’ de dicho ser, no causó gran revuelo en la población como lo hizo la fotografía capturada por Robert Kenneth Wilson –la más icónica–, en 1934, que fue publicada en el Daily Mail. En ella, se observa parte del cuerpo de la bestia, que sobresale del agua, y su alargado cuello, que sugiere que es una especie de dinosaurio. A partir de ese momento, el mito sobre el monstruo del lago Ness se fortaleció, propiciando que el país se beneficie, cada año, de gran cantidad de turistas atraídos por ver a ‘Nessie’, como le apodó Wilson. Esto, a pesar de que, en 1993, el señor Christian Spurling, yerno de Robert, confesara que la imagen había sido un montaje, hecho con una serpiente y un submarino de juguete.