¿Sabía que, al parecer, es mucho más fácil explorar el espacio exterior que el propio océano en la Tierra? Las aguas oceánicas abarcan poco más del 70 % de la superficie de nuestro planeta; del total de esa cantidad (es decir, del 100 % del océano), sólo se ha explorado el 5 %.
¿Cómo es esto posible? La respuesta la encontramos en la física. De acuerdo con el doctor Gene Carl Feldman, oceanógrafo del Centro de Vuelo Espacial Goddard, de la NASA, la luz solar no penetra en las grandes profundidades del océano, por lo que están completamente a oscuras, lo que dificulta la visibilidad; además, sus aguas son heladas y hay una enorme cantidad de presión, que podría destruir un cuerpo o una nave, con gran facilidad y en cuestión de segundos. Esto último, en especial, es lo que hace que sean extremadamente complicadas de explorar.
“En una inmersión en la Fosa de las Marianas, que tiene casi 11 kilómetros de profundidad, se está hablando de una presión más de mil veces mayor que en la superficie… Esto equivale al peso de 50 jets jumbo presionando el cuerpo”.
Dr. Gene C. Feldman
La Tierra tiene cinco océanos: el Pacífico, el Atlántico, el Índico, el Ártico y el Antártico. El suelo marino posee un relieve variado e irregular, de modo que cada uno de estos océanos tiene profundidades distintas, hasta donde se conoce, por supuesto. El punto más lejano identificado hasta ahora, según los mapeos oceánicos con sonares, se encuentra a casi 11 mil metros, en el Pacífico.
A continuación, y de manera general, le presentamos algunos datos de los primeros mil metros de profundidad del océano, que corresponden a las zonas epipelágica y mesopelágica, donde la luz solar todavía alcanza a penetrar.
La zona epipelágica va desde los cero hasta los 200 metros de profundidad. Aquí, nadan las orcas y los lobos marinos, por ejemplo. Esta zona se divide, de forma horizontal, en la zona nerítica, que inicia desde las costas y se extiende hasta los límites con el llamado mar abierto, y la zona pelágica, que cubre toda el área de lo que se considera altamar.
Descendimos, también, a la zona mesopelágica, que abarca desde los 200 hasta los mil metros de profundidad. Los animales característicos de estas aguas son el tiburón blanco, el pingüino emperador, la ballena azul y la tortuga laúd, por mencionar algunos.
Cabe decir que, en esta zona, el entorno comienza a oscurecerse, ya que la luz solar llega cada vez con menor intensidad.
Cerca de la superficie, es donde mayor luz solar y oxígeno hay, lo que facilita el ciclo de la vida y acumulación de mayor flora y fauna marina.
40 m. Profundidad máxima a la que está permitido sumergirse durante el buceo recreativo y comercial.
93 m. Cerca de este punto fue hallado el barco británico Lusitania, que naufragó en 1915, cerca de las costas irlandesas, en el Atlántico, a causa del ataque de un submarino alemán. Como dato curioso, el navío medía 240 metros de largo, de modo que, si lo colocáramos verticalmente, gran parte de él sobresaldría de la superficie.
110 m. Es la profundidad máxima a la que nadan las orcas y a la que cazan las ballenas azules.
214 m. Hebert Nitsch fue la primera persona en alcanzar dicha profundidad haciendo apnea, en la categoría sin límites; esto significa que no utilizó equipo de buceo, sino que lo logró aguantando la respiración.
250 m. Profundidad a la que se sumergían los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
253 m. Nitsch lo hizo de nuevo; descendió a esta profundidad en buceo libre (suspensión voluntaria de la respiración), imponiendo un nuevo récord; sin embargo, sufrió del síndrome de descompresión mientras subía de regreso a la superficie.
332 m. Ahmed Gabr batió el récord de buceo autónomo más lejano, con el uso de equipo especial.
500 m. Es la profundidad máxima a la que nada la ballena azul, el animal más grande del planeta, y a la que desciende, de manera segura, un submarino nuclear.
650 m. Se encuentra el cangrejo araña japonés, la especie de cangrejo más grande del mundo.
535 m. Máxima profundidad a la que puede llegar el pingüino emperador.
750 m. Zona habitada por el pulpo gigantesco, que, cuando se enoja, su cuerpo se torna de color rojo.
828 m. Es la profundidad equivalente a la altura del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo.
1000 m. A partir de esta profundidad, los rayos del sol ya no pueden penetrar, por lo que, desde este punto, el entorno marino es completamente oscuro, donde nadan los animales bioluminiscentes, como los lofiformes. Aquí, la presión es equivalente a la de la superficie de Venus, y aplastaría fácil y rápidamente a un cuerpo humano. Es el comienzo de la zona de hábitat de los calamares gigantes.
A partir de este punto inicia la zona batipelágica (1000-4000 m), que se conoce, también, como zona batial y donde ya no hay luz solar, la presión hidrostática aumenta considerablemente (al grado de que podría desintegrar un cuerpo humano en cuestión de segundos) y la temperatura inicial del agua es de 4 °C, pero va descendiendo conforme aumenta la profundidad, al igual que la presión y el oxígeno.
1280 m. Profundidad máxima a la que se puede sumergir la tortuga laúd gigante, la cual es capaz de permanecer bajo el agua hasta 85 minutos.
1300 m. Se puede encontrar al tiburón duende, de seis metros de largo, aproximadamente, que ha habitado nuestro planeta por más de 125 millones de años.
1800 m. Profundidad a la que nadan los narvales, una especie de cetáceos que se caracterizan por su enorme y puntiagudo colmillo que se prolonga desde su frente, como si fuera un cuerno.
2200 m. Zona de hábitat del calamar gigante, que mide alrededor de 10 metros de largo y pesa 700 kilos, aproximadamente. Los cachalotes descienden a esas profundidades para cazar, precisamente, calamares gigantes.
3000 m. Se puede ver al llamado ballenato de Cuvier, un cetáceo cuyo nombre se debe a Georges Cuvier, quien inició el estudio de esta especie, en 1823. Es el único mamífero que puede nadar a estas profundidades.
3800 m. Sitio donde se encuentran los restos del Titanic, que se hundió la noche del 14 de abril de 1912, cerca de la isla de Terranova, Canadá, en el océano Atlántico. Los restos fueron encontrados el primero de septiembre de 1985.
4000 m. Inicia la zona abisopelágica o abisal (4000-6000 m), donde la temperatura del agua oscila entre los 3 y 2 °C; el oxígeno es nulo, sin embargo, es una zona rica en nitrógeno, fósforo y sílice, los cuales son producto de la descomposición de materia orgánica de las capas oceánicas superiores.
4267 m. Profundidad promedio del océano.
6000 m. Llegamos a la zona hadopelágica o hadal (6000-1100 m), la cual recibe su nombre en honor de Hades, dios griego del inframundo, y se caracteriza por la presencia de fosas marinas, lo que indica que el océano es todavía más profundo.
6500 m. Profundidad máxima a la que podía sumergirse el DSV Alvin, de la Marina de Estados Unidos, el cual fue de los primeros en explorar los restos del Titanic.
6700 m. Restos del SS Río Grande, también conocido como SS Empire Blanda, que naufragó durante la Segunda Guerra Mundial, cerca de Islandia. Es el barco hundido a mayor profundidad en mundo.
8848 m. Profundidad equivalente a la altura del monte Everest.
10 898 m. Profundidad a la que se sumergió el cineasta James Cameron, en 2012.
10 916 m. Punto alcanzado por Jacques Piccard y Don Walsh, explorando la Fosa de las Marianas. Permanecieron ahí por 20 minutos.
La Fosa de las Marianas es el punto más profundo identificado hasta ahora, a casi 11 mil metros de profundidad, en el océano Pacífico; ahí, se encuentra el abismo Challenger (10 929 m), pero esa es otra aventura.
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