“Actualmente, no hace falta soñar para convertirse en un triunfador de cara al público”, refiere la entrada de una nota que explica qué es el fenómeno del postureo, un término adoptado recientemente en el contexto de las redes sociales y las nuevas tecnologías, para expresar formas de comportamiento y de pose en las fotografías, más por imagen o por apariencia que por una verdadera motivación personal.
Y pensar que todo comenzó con los celulares, la irrupción en la privacidad, el deseo de tener constancia de todo, de conservarlo, memorizarlo, de grabarlo para después compartirlo, primero, con una persona especial, y luego, con otras más. Luego, vinieron los retos, los más peligrosos, los más llamativos; mostrar y demostrar se volvió una obsesión, un motivo para competir, y así hasta el final…, claro, todo ello, de la mano del progreso tecnológico.
Con lo anterior, queremos decir que, con la tecnología y, más aún, con las redes sociales, comenzaron a darse fenómenos que ya han tenido impacto fuera de la red, más allá de los likes, más allá de sólo replicar y compartir; y uno de ellos es, precisamente, el postureo, ese afán que nació con la oportunidad de la cámara en el teléfono celular, que permite el registro, en tiempo real, de fotos que pueden agradar o no.
Y como está comprobadísimo que la imagen atrae más que un texto, porque dice mucho y llama la atención, ha resultado muy efectiva la red social Instagram, pensada para compartir fotografías, que irrumpió en el panorama virtual hace poco más de una década y que ha resultado un poderoso instrumento de difusión para influencers, agencias de información y turísticas, entre otras instancias, convencidas de que la imagen promueve, favorece y vende.
Pues bien, como ciertos fenómenos dan paso a otros, ahora, la sociología del internet, que, por cierto, es un campo de estudio relativamente nuevo, ha alertado sobre el fenómeno del postureo como un verdadero problema. Y es que lo que parece algo tan simple e inocente, como tomarse una foto en algún lugar, visto a gran escala y bajo un efecto dominó, ya no ha resultado tan agradable para muchos.
Para empezar, como referíamos, el postureo viene de postura, de actitud, y se trata de la publicación de imágenes, hasta cierto punto, falsas en comportamiento, es decir, de aparentar lo que no se es, lo que no se siente y lo que tampoco se vive o, por lo menos, no como se muestra; y todo ello, propiciado por el deseo de llamar la atención de otros, de muchos, de obtener más ‘me gusta’ y de aumentar el número de seguidores en un contexto donde la popularidad tiene más valor que la experiencia.
Cabe decir que no es una tendencia general que siga la gente de todas las edades, pues es más común entre adolescentes y adultos jóvenes, ansiosos de ser vistos. Así, este hábito ha permeado todos los ámbitos que los usuarios quieran exponer, y en ese orden, infinidad de sitios turísticos ya son objeto y hasta víctimas de ello.
¿Como ocurre eso?
Hablar de postureo turístico significa tener la intención de publicar constantemente fotografías tomadas en sitios muy conocidos, en poses muy repetitivas y llamativas, donde las personas aparecen felices, sonriendo, levantando las manos, gritando, paradas en un solo pie, brindando por algún motivo, abrazándose, haciendo la señal de la paz y, en el caso de los más jóvenes, enseñando la lengua, en complicadas posturas de yoga, sobre impresionantes acantilados o montañas nevadas, con un exuberante paisaje marítimo como fondo, en lo alto de un rascacielos, subiendo o bajando una escalera, en misteriosos sitios, etcétera. El caso es el mismo, un porte que transmite una sensación de bienestar y cierto nivel de vida expresado en comodidad, incluso, muy al margen de poder disfrutar de los destinos.
Por una parte, la gran difusión de determinados sitios por quienes publican en sus redes sociales, sobre todo, influencers, ha conseguido que éstos se saturen de visitantes, pues la mayoría de ellos quiere hacerse una foto, lo que llega a ser molesto para los propios habitantes del lugar, quienes, además de no poder transitar con libertad, entre otros detalles, temen ser fotografiados.
Ejemplos de lo anterior son el mítico y legendario tren Orient Express, que, gracias a la fama que le dieron los internautas, subió sus costos; o la playa de Maya Bay, en la isla Phi Phi, al sur de Tailandia, a la que muchos turistas acudían, con todo y bastón para selfies, sólo para hacerse una foto, por lo que, desde 2018, está prohibido el acceso al público. Otros lugares son La Alhambra, en Granada, España, un complejo monumental para el que hay que reservar con meses de anticipación; y la ciudad de Barcelona, cuyas autoridades han querido, desde hace tiempo, establecer una moratoria a la construcción de más hoteles o establecer un límite al cupo anual de visitantes.
Esto, como muestra de lo bueno y lo no tan bueno, según como se le mire, pero, yendo más allá, está el ejemplo de Bo-Kaap, un singular distrito de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, en el cual, los habitantes ya se han sentido hasta amenazados, pues, debido a sus coloridas casas, el sitio ha sido fondo de muchas instantáneas, lo cual ha robado cierta intimidad a la población.
Por si fuera poco, la fama del lugar y la hospitalidad de su gente han dado pie a que la inversión extranjera desee extender sus negocios, abarcando mucho territorio, condición que ha llevado al incremento de impuestos inmobiliarios y a que los habitantes teman perder sus viviendas, mientras que otros han tenido que venderlas. Sus estrechas calles se han atiborrado de gente, al grado de que, muchas veces, los residentes se han tenido que enfrentar a los camiones turísticos, para circular adecuadamente.
Por otra parte, la localidad se ha ido transformando, pues las casas en su entorno han cambiado, ya que los residentes son conscientes de la fama que éstas tienen en videos musicales, postales, películas, pero, sobre todo, en redes sociales, por lo que cuidan meticulosamente el color de sus fachadas. Incluso, el gobierno de Ciudad del Cabo ha señalado que algunas partes de Bo-Kaap, como las viviendas, han recibido estatus de patrimonio y están protegidas. Y pensar que todo esto comenzó con el postureo…
Sin satanizar este fenómeno, reconociendo que tiene muchas aristas y que ejemplos sobran, es importante tomar conciencia de su existencia y saber cómo y cuándo formar parte de él, para, la próxima vez, tener presente por qué publicamos tal o cual fotografía y si en verdad disfrutamos haber estado en el sitio que presumimos.
El postureo se genera, principalmente, en redes sociales como YouTube, Instagram y TikTok, a diferencia de otras como Twitter o Pinterest, por la diferencia elemental de que éstas no tienen la opción “me gusta” y su enfoque es distinto.
Commentaires