El 19 de septiembre de 1985, un poderoso terremoto de 8.1 grados Richter sacudió a México, a las 7:17 a. m., dejando miles de víctimas y severos daños materiales. De hecho, la Cruz Roja Mexicana señala que la cifra superó los 10 mil.
Como resultado de la lección aprendida tras ese sismo, el 19 de septiembre de cada año se lleva a cabo un simulacro en la Ciudad de México, en el cual se activan las alarmas del CIRES (Centro de Instrumentación y Registro Sísmico), que suenan en miles de altavoces, para que las personas evacúen los edificios de manera ordenada y se dirijan a los lugares designados como zonas libres o seguras, con el objetivo de poder disminuir el tiempo de desalojo, reducir daños y minimizar riesgos.
Exactamente 32 años después, el simulacro comenzó a las 11 a. m., pero dos horas más tarde, las alarmas sísmicas volvieron a sonar, sólo que esta vez era de verdad. Se trataba de un terremoto de magnitud 7.1 grados, cuyo epicentro fue en el límite estatal entre los estados de Puebla y Morelos. El sismo ocasionó 370 decesos, 3 mil 289 heridos y el derrumbe de decenas de edificios y viviendas.
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